Injertos de piel tratan obesidad y diabetes
Científicos estadounidenses utilizan injertos de piel para introducir en ratones una terapia génica que les mitigó la obesidad y la diabetes.
Los ratones con la modificación genética engordaban menos que otros al tomar una dieta con mucha grasa, explica el estudio del laboratorio de la Universidad de Chicago.
Este avance aún está lejos de tener implicaciones prácticas para la vida, pero la terapia génica empieza a ser una realidad en la medicina actual.
En septiembre, EEUU tiene previsto aprobar el primer tratamiento comercial de este tipo. La terapia, dirigida a enfermos de leucemia con mal pronóstico, consiste en extraer los propios linfocitos del paciente, llevarlos a un laboratorio Novartis (la compañía farmacéutica que comercializará el producto) modificarlos genéticamente para que sean capaces de atacar a las células de cáncer y volver a inyectárselos al enfermo.
El 83 por ciento de las personas que recibieron el tratamiento vieron cómo su enfermedad desaparecía, y un año después, dos tercios seguían libres de cáncer.
A través de un trasplante de piel, se introdujo un gen que ayudaba a regular los niveles de azúcar en sangre
En la actualidad, hay decenas de ensayos clínicos en sus últimas fases de prueba antes de ponerse a disposición del público para tratar enfermedades raras o algunos tipos de cáncer. En investigación básica, se sigue tratando de comprender mejor el funcionamiento de estas técnicas, sus posibles efectos secundarios y las mejores opciones para llevarlas a los enfermos a un precio razonable. Incluso aunque se superen las barreras técnicas y de conocimiento, los precios de las terapias génicas pueden hacerlas insostenibles para los sistemas sanitarios.
Esta semana, en la revista Cell Stem Cell, se publicaba un nuevo avance relacionado con las terapias génicas, uno que muestra el ingenio de los científicos que trabajan en este campo, pero que también ilustra las dificultades para aplicar a la práctica médica común muchos avances del laboratorio.
Un equipo liderado por Xiaoyang Wu, investigador de la Universidad de Chicago, empleó la técnica de edición CRISPR para, a partir de células madre, crear injertos de piel que producían una hormona capaz de regular los niveles de azúcar en sangre. Después, trasplantaron esos injertos a ratones diabéticos y cuatro meses después vieron que había desaparecido la resistencia a la insulina de los animales e incluso se había limitado el incremento de peso provocado por una dieta rica en grasa. Una prueba realizada con piel humana mostró resultados similares.
Los autores del trabajo eligieron este modo de aplicar la terapia génica porque la piel es un órgano que está por todo el cuerpo y es uno de los tejidos más sencillos y baratos de producir a partir de células madre en un laboratorio.