Antecedentes de una guerra no buscada
Bolivia nació a la vida independiente, en 1825, sobre la base territorial de la Real Audiencia de Charcas con una costa de aproximadamente 400 kilómetros sobre el océano Pacífico. Perdió ese acceso soberano, además, alrededor de 120.000 kilómetros cuadrados del departamento del Litoral tras la invasión y ocupación militar chilena a Antofagasta, el 14 de febrero de 1879, asimismo, fue arrastrada a una confrontación bélica.
El 23 de marzo de 1879 –fecha por la que se declaró Día del Mar– se registró la primera batalla de la Guerra del Pacífico, en Calama. En esta contienda heroica, las improvisadas fuerzas bolivianas, encabezadas por Eduardo Abaroa y Ladislao Cabrera, resistieron el ataque chileno. A este combate, le siguieron otros hasta la firma de tregua en 1884.
NACIÓ CON COSTA
En 1829, Bolivia creó la provincia de Litoral y en 1867 se constituyó como departamento con una superficie de 120.000 km2, delimitado al norte por el río Loa (que marcaba la frontera con el Perú) y al sur por el río Salado (fronterizo con Chile) más allá del paralelo 25º. El Litoral boliviano contaba con los puertos de Antofagasta, Cobija, Tocopilla y Mejillones y las poblaciones interiores de Calama y San Pedro de Atacama.
En ningún momento, Chile cuestionó estos límites ni la soberanía marítima boliviana, afirma Carlos D. Mesa en el Libro del Mar, hasta inicios de 1840, cuando ese país empezó a avanzar sobre estos territorios bolivianos y explotar sin autorización los ricos depósitos de guano existentes en esa zona, aprovechándose de la escasa población local y la poca presencia de autoridades bolivianas.
Chile, además, pretendió extender su soberanía hasta el paralelo 23º, intención ante la cual el Gobierno de Bolivia protestó formalmente y quiso solucionar la cuestión amistosamente.
“Como consecuencia de esta controversia territorial, ambos Estados suscribieron dos tratados de límites. El 10 de agosto de 1866 se firmó el primero de ellos, que fijaba la frontera en el paralelo 24° y establecía que la explotación de guano, metales y minerales comprendida entre los paralelos 23° y 25° sería mancomunada. El 6 de agosto de 1874 se firmó el segundo tratado de límites, en el mismo se confirmó la frontera en el paralelo 24° y los derechos de explotación de guano para Chile hasta el paralelo 23°”, señala Mesa en el libro.
Agrega que, de manera adicional, se determinó que las personas, industrias y capitales chilenos no serían sujetos a nuevos impuestos por el lapso de 25 años. Al año siguiente, se firmó un Protocolo Complementario al Tratado de 1874, que estableció el arbitraje como medio para la solución de cualquier controversia.
INVASIÓN Y GUERRA
Pese a todos estos acuerdos, sin recurrir al mecanismo de arbitraje acordado ni previa declaratoria de guerra, Chile invadió militarmente el puerto boliviano de Antofagasta el 14 de febrero de 1879. “Bolivia fue arrastrada a una conflagración que no buscó ni deseó, razón por la cual tuvo que defender su soberanía y, en aplicación del Tratado de Alianza Defensiva suscrito con el Perú en 1873, intentó detener, junto a su aliado, el avance de las tropas chilenas que llegaron a ocupar todo el Litoral boliviano, las provincias peruanas de Tarapacá, Tacna y Arica, e incluso la capital peruana, Lima”, describe Mesa en el libro.
Chile tomó estas acciones, de acuerdo a los antecedentes históricos, ante el rechazó al pago de 10 centavos por cada quintal de salitre exportado impuesto por el Gobierno de Bolivia en 1878 a la empresa anglo-chilena Salitres y Ferrocarril Antofagasta, a fin de generar recursos para enfrentar los efectos del terremoto seguido de maremoto que arrasó la costa boliviana (1877) y la sequía que asoló otras regiones de su territorio (1878).
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Visualización: Giuliana Jaldín