De afición "relojero"

En una fecha como ésta, hace exactamente dos años, Rafael González Navarro —un viajero constante y amante de todo aparato que marca la hora— llegaba a Cochabamba decidido a averiguar qué pasaba con el emblemático reloj de La Recoleta, sin funcionamiento por más de 10 años. Ya había visitado nuestro Departamento como parte de su rutina laboral de ingeniero de seguridad vial en la empresa ibérica Auxiliar de Señalizaciones y Balizamientos  (Asebal); y ver a un reloj sin cumplir su función le parecía un pecado.

"Rafa" como lo llaman cariñosamente sus amigos, confesó entonces que es ingeniero eléctrico de profesión, pero de corazón relojero. "Mi hobby", dice, "está tan relacionado con resucitar muertos como que en Asebal, donde trabajo, salvamos vidas". Por esta razón, no concibe un lugar al que vaya, donde existan relojes arruinados, que no pretenda poner en marcha.

Y aunque no sabe explicar con precisión qué lo hace fanático de esta actividad, recuerda que hace una década se dio esta tarea cuando reparó el reloj de su pueblo, Fuenteheridos (en España).

Cuenta que ha viajado al menos por 15 países de América, y en muchas ciudades ha encontrado Relojes de Torre que están abandonados; algunos como él dice "muertos graves".

"En Bolivia sólo he reparado el de Cochabamba en La Recoleta y el de Comarapa, 25 años parado; quise hacerlo en Santa Cruz con el de la iglesia de San Francisco, pero como no cobro, seguramente los párrocos dudaron de mi trabajo (…ríe)". Y es que pocos se convencen de su habilidad y del aporte gratuito que realiza viajando por todo el mundo.

"He ayudado y asesorado en correcciones de frecuentes desfases horarios en relojes como el curioso de giro a izquierda de la plaza Murillo (en La Paz), y en otros por muchas ciudades de Sudamérica", dice. Cita por ejemplo el de la Catedral de Cuzco (Perú); la Iglesia de San Antonio en Pereira (Colombia); la Torre del Reloj de Cartagena (Colombia), el de la Torre Morisca de Guayaquil (Ecuador) y el de la torre de los ingleses en Buenos Aires (Argentina), ubicada en Plaza Retiro.

En su larga lista de arreglos, que se halla documentada con fotografías en plena acción, también se encuentra el reloj de la Iglesia de San Pedro Claver de Cartagena y otros como el de Comandancia de Marina, en Sevilla.

"En mi próximo viaje a Suramérica me espera el de la Iglesia de San Francisco, en Santiago de Chile. Y a mi retorno a Cochabamba, si me lo permiten, me encantaría trabajar en el de la Catedral, que es una joya", asegura, apenado porque observó que, aunque está reparado, tiene "muerto el corazón, que es el tic tac del reloj".

Perdió la cuenta de los arreglos que ha efectuado. "He echado a andar a muchos, pero sólo considero reparados aquellos a los que he conseguido encontrar a alguien que se preocupe de mantenerlos", dice.

"Cada vez disfruto más de salvarlos de un final mortal", enfatiza, porque piensa que la mayoría de los que están sin funcionar, dejaron de hacerlo no por avería sino por falta de personal que los mantenga, ya que, según su experiencia, los relojes mecánicos pueden durar toda la vida si se los cuida.

El caso del reloj de la Parroquia Nuestro Señor de la Exaltación, en la Recoleta, se trata de un aparato  centenario Henrich Perrot, del año 1860; una reliquia que forma parte del patrimonio histórico del Cochabamba.

Según González, "aún no estaba muerto grave; pero dejó de dar las horas hace unos 14 años atrás y se hallaba en un profundo coma de difícil recuperación".

Tras varias cotizaciones indicando inversiones superiores a los 3 mil dólares para arreglarlo, la maquinaria quedó averiada por la falta de fondos, hasta que apareció Rafael González y se encargó de la altruista reparación de la vieja máquina, además de la restauración de la esfera exterior del reloj, en un lapso que duró varios fines de semana (de mayo al 22 de agosto de 2015) dejándolo en excelente funcionamiento.

"Yo hice el trabajo pero recibí todo el apoyo del padre Honny Villarroel, quien me permitió hacer esta resurrección; y cómo no agradecer también al vicario Ruben Flores y al sacristán Benito, además de la imprescindible ayuda del Gran Hotel Cochabamba, que aportó con la mano de obra de sus técnicos, herramientas y materiales necesarios para la restauración", dice González, quien los capacitó también para que se encarguen del mantenimiento periódico, limpieza y engrase de la máquina.

"El reloj funciona gracias a "mi Gato Hipólito", dice en broma, refiriéndose a la memoria de su padre de nombre Hipólito.

"Mi Gato Hipólito" es la regla mnemotécnica que siempre usó de niño para recordar la fórmula de la Energía Potencial (mgh).

"Estos relojes mecánicos funcionan partiendo de la energía potencial (mgh) residente en una pesa suspendida de un cable de acero; el cual está enrollado en un tambor" explica; si esa pesa se liberase completamente, empezaría a descender a bastante velocidad y la rotación del tambor transmitiría ese veloz movimiento a las agujas del reloj.

Para que esa rotación sea lenta; a ritmo horario, se va soltando el descenso de la pesa poco a poco gracias a un engranaje en forma de sol, llamado rueda de escape, que sólo gira paso a paso conforme se lo va permitiendo un trinquete llamado áncora, que oscila al estar solidario al péndulo del reloj. Cada oscilación del péndulo le permite ir liberando diente a diente el giro de la rueda de escape y ésta, a su vez, va transmitiendo su giro a una cadena de engranajes hasta la esferas de las agujas. Una esfera monitora dentro de la máquina para control del mantenedor y otra esfera en el exterior del templo.

Con el funcionamiento normal del reloj, va descendiendo la pesa y éste se pararía si llegase la pesa al suelo. Para evitar esto hay que subir la pesa periódicamente, lo que todos conocemos como dar cuerda al reloj.

Este reloj, además de poderse subir la pesa de forma manual mediante una manivela, tiene un mecanismo automatizado que la sube de forma eléctrica a través de un motor que es accionado mediante un interruptor de ampolla de mercurio que bascula solidario a una horquilla que va descendiendo conforme giran los engranajes de la máquina del reloj hasta llegar a inclinarse lo suficiente para que el mercurio (metal líquido conductor de la electricidad) una dos contactos que ponen en marcha el motor. Una vez con el motor en marcha, empieza a subir la pesa y, a su vez, va la ampolla de mercurio recuperando su posición inicial hasta que el mercurio cae en sentido inverso al anterior, liberando los contactos y así ya se para el motor, una vez que la pesa ha subido. Este proceso se hace de forma cíclica para dar un funcionamiento perpetuo.

ESTOS SON LOS RELOJES DE LAS TORRES MÁS FAMOSAS Y ANTIGUAS DEL MUNDO, Y SON UNA RELIQUIA:

Spasskaya, Moscú: Es el reloj de la torre del Kremlin en Rusia con vista a la Plaza Roja fue instalado en 1585 en  la torre construida por el italiano Pietro Solari.

Big Ben, Londres: Instalado en 1858, en la torre del Palacio de Westminster, Inglaterra, diseñada por Augustus Pugin; es el reloj carrillón mayor de cuatro caras en el mundo.

La Meca, Arabia: En las torres Al-Bait de Arabia Saudí, en un complejo hotelero, está la cara del reloj más grande del mundo, visible a 25 km.

Faisalabad, Pakistán: Es uno de los relojes más antiguos que se conservan en su estado original de la época del Raj británico. El  "Ghanta Ghar", en urdu "La casa de hora".

Hong Kong, China: La Torre del reloj de Hong Kong es un punto de referencia en esta ciudad situada en la orilla sur del Tsim Sha Tsui.

Rajabai, India: Al sur, en el campus de Fort de la Universidad de Mumbai, este reloj se encuentra a una altura de 85 m en la torre diseñada por Rajabai George Scott .

Montreal, Canadá: Situado en el Quai de l'Horloge, originalmente llamado el muelle de Victoria, en el Viejo Puerto de Montreal en Quebec.