Un refugio de arte: más de 2 mil obras se exponen una vez al mes en Tiquipaya
Germán Plaza, un médico jubilado, decidió compartir su colección de arte contemporáneo al público hace 30 años aproximadamente. Aún tiene muchas expectativas de que las personas, especialmente los jóvenes, conozcan el mundo a través de las pinturas y esculturas que alberga en su domicilio, ubicado en Chiquicollo, Tiquipaya.
Son las 9:00 de la mañana de un miércoles de julio. Usualmente, no recibe visitas un día como hoy, lo hace cada primer sábado del mes. Sin embargo, Germán aceptó la solitud y aguarda la llegada de un grupo de personas. Viste una ropa ligera, el ambiente es fresco, no se preocupa por su aspecto, está en su casa.
“Estamos afuera”, se oye en su celular. Abre la puerta, sonríe y da la bienvenida. Antes recibía llamadas por consultas médicas, revisiones, reuniones. Se cansó de eso, colgó el estetoscopio y sus indumentarias de personal de salud para convertirse en un “bohemio”, como él dice considerarse. Ahora lo llaman, pero para conocer su colección. Jamás volvió a ver algún paciente.
En el ingreso hay un letrero que dice “Arte kuchu”, que significa “arte en el fondo o arte del rincón”. Invita a pasar. Es imposible no percatarse de la enorme cantidad de esculturas que se exhiben en todo su patio. “Por donde empezamos”, dice. Usualmente, cada primer sábado del mes, desde las 15:00, Plaza abre las puertas de su vivienda para el público, con quienes pasea por todas las áreas, pero hoy los invitados son dos. No hace falta un protocolo, sabe que la visita no será tediosa como suele ser cuando recibe a más de un centenar de personas.
Las esculturas que están por doquier no sólo son de autores bolivianos, sino también se trajo arte de otros países en donde estuvo. “Me encanta el arte, antes compraba todo lo que me gustaba, porque creo que tenía condiciones. Ya luego entendieron. Dejé de adquirirlo, porque ya no tengo espacio”, dice.
Su vivienda tiene una extensión de más de dos hectáreas. Pasear por su patio se demora más de 40 minutos, porque a cada paso existe una escultura con una historia que sólo Germán la conoce a ciencia cierta y lo comparte a grandes rasgos. No quiere cansar a los espectadores.
En su inmenso jardín también están sus instalaciones de gran escala como ser del chicharrón, del Covid, del minero, del mar para Bolivia y otros. “Estoy en constante creación”, confiesa mientras muestra parte de su colección.
Al fondo de su vivienda se encuentra una de sus “joyas”, su instalación más importante, un museo de tres niveles en donde alberga centenares de esculturas y pinturas de óleo, acuarela y otras técnicas pictóricas distribuidas en diferentes salones. Cada ambiente tiene más de 15 pinturas, acompañadas de una instalación suya que refuerza el mensaje. Describir cada ambiente requeriría más de 10 páginas, es bastante información que el mismo Plaza confiesa que cada vez va descubriendo nuevos códigos. También hay más de una veintena de piezas que aguardan un lugar en alguno de los espacios.
Inicialmente, este museo funcionó en El Prado de La Paz, pero Plaza dijo que “quedó chico” y decidió en 2005 trasladarlo a Cochabamba, a su domicilio, lo acomodó y decidió abrirlo para el público. Probablemente, es la colección más grande que existe en Bolivia.
El paseo en la casa de Plaza es largo. Son las 11:30 y no se termina de conocer la enorme colección de su propiedad. “Por eso otros vuelven, es mucha información. Se requiere más tiempo para masticar todo lo que uno está apreciando”, indica. Descarta la posibilidad de abrir más veces al mes, no quiere lucrar con su casa, sólo quiere compartir su pasión por el arte con otros, eso es todo.
El grupo se retira cerca al medio día. Germán ahora debe arreglar algunas cosas pendientes de su casa. “Nunca falta algo que hacer”, dice. Para la tarde tiene previsto trabajar en su siguiente instalación, “Golpe blando”, basado en el supuesto intento de golpe de estado. No tiene prisa, ya en algún momento se exhibirá junto a toda su colección.