Eduardo Canelas Tardío, el legado de un visionario del periodismo empresarial
Cuando el diario Los Tiempos cumplía 70 años de vida, en 2013, Eduardo Canelas Tardío, hijo de Carlos Canelas y Bertha Rosa Tardío, difundía una reflexión clara e inquebrantable que, con el tiempo, se convertiría en una forma vigorosa para definir el legado empresarial y periodístico de la familia Canelas: “Setenta años es toda una vida. Nosotros hemos nacido y crecido alrededor de Los Tiempos. En vez de sangre en las venas, tenemos tinta de imprenta”, dijo.
Y es que a lo largo de la historia periodística de Cochabamba y del país, hablar de Los Tiempos es hablar de un crisol indiscutible en el que se formaron periodistas de gran valía. Pero también en él se consolidó la convicción de estar al servicio de una prensa libre, imparcial, plural y transparente.
Eduardo Canelas Tardío fue el artífice indiscutible para que Los Tiempos tomara altura en el ámbito tecnológico. Desde las mesas de luz, en las que se “armaba” artesanalmente el periódico, hasta la implementación de modernas computadoras, “don Lalito” –como gentil y cariñosamente se le nombraba en los pasillos de la sala de Redacción, la administración y la rotativa– fue un visionario en todo el sentido de la palabra.
Siempre estuvo a la vanguardia y acompañando de cerca todo el proceso que implicaba la elaboración del diario. Desde la relación con el personal de talleres, donde se “cocinaba” la creación y el diseño de la publicidad, pasando por el armado, diseño gráfico, quemado de planchas, retoque de negativos, revisión e impresión del periódico, don Lalo, todavía con olor a tinta, revisaba meticulosamente cada ejemplar con el propósito de que la impresión, el color y los refiles salgan impecables.
Cuando se está a la cabeza de un diario y se es responsable de su circulación, uno de los requisitos principales para tener una efectividad en la comercialización y el impacto en los lectores, es que esté en circulación lo más temprano posible.
Don Lalo tenía esa obsesión: “Tenemos que estar en las calles lo más temprano posible, eso es importantísimo, nuestros lectores deben tener el diario en sus manos lo más temprano. Si salimos tarde, no se vende el periódico o compran el primero que esté en circulación”, decía.
Con el tiempo, todos los que formaban parte de la cadena productiva del periódico entendieron ese requisito ineludible. Todos los eslabones que conformaban el diario, sabían que, si no se cumplía esa advertencia, sufrirían fuertes llamadas de atención.
Años más tarde, cuando irrumpió la tecnología computacional en el mundo, Los Tiempos, bajo la iniciativa de Eduardo Canelas Tardío, se planteó otro reto fundamental, el de utilizar las computadoras Macintosh (Mac) para agilizar el trabajo y hacer mucho más eficiente y profesional el diseño y elaboración de la publicidad. Un lujo, sí, una inversión importante, también, pero luego llegaron los resultados. El diario Los Tiempos se convirtió en un paradigma en cuanto a innovación y diseño.
La era de la computación estaba alojada en los retos de todos los días del periódico. Pero no solo era la parte de diseño, sino también el procesado de negativos que, entre otras cosas, incluía, casi como arte de magia, el revelado y secado en minutos, y todo simultáneamente y en un santiamén, gracias a una procesadora inmensa y potente que era como la lámpara maravillosa que, al apretar unos botones, toda la edición ya estaba lista.
Esa tecnología diversa e innovadora, fue el puntapié determinante para que el diario fundado por don Demetrio Canelas, el 16 de septiembre de 1943, ganara mucha más solvencia e impecabilidad indiscutibles.
Toda esa inversión significó ahorro de tiempo y de dinero. Sin duda fue uno de los logros más importantes que marcaría el futuro del diario.
Don Lalo diariamente hacía evaluaciones de tiempo y optimización de material y costos. Los Tiempos había ingresado, como pionero y por la puerta grande, al maravilloso mundo de la tecnología de punta. Teniendo a la cabeza a una persona visionaria y exigente como don Lalo, todo marchaba como un reloj suizo. Las horas de cierre se habían asimilado positivamente y, como consecuencia, los canillitas ya pregonaban la nueva edición de Los Tiempos a muy tempranas horas de la mañana.
Don Lalo era como la rotativa, se lo veía en todos los pasillos, siempre atento y preocupado porque la edición saliera impecable. Su mirada profunda era la de un hombre de historia. Uno de seis hermanos, nacido en 1942, que traía el talante de hombre moderno y fiel abanderando de Demetrio Canelas, su tío y Carlos Canelas, su padre.
El hombre, el empresario y su legado
Eduardo Canelas Tardío, dejó tras de sí un legado de integridad, compromiso, amor por el periodismo, su familia, su comunidad, sus ideales y su perseverancia.
Don Lalo fue, a lo largo de su existencia, un ejemplo de rectitud y sabiduría. Hombre de palabra firme y espíritu sereno, supo ganarse el respeto y la admiración de quienes tuvieron el privilegio de conocerlo y de trabajar con él.
Su vocación de servicio, su temple ante las adversidades y su incansable labor en favor del bienestar colectivo y de los medios de comunicación, quedarán grabados en la memoria de todos aquellos a quienes tocó con su presencia.
Será recordado por su calidad humana, su generosidad silenciosa y su inquebrantable sentido del deber. En cada gesto, en cada conversación, dejaba entrever una vida rica en experiencias, guiada siempre por la honestidad y la prudencia.
Eduardo Canelas Tardío, don Lalito, vivirá por siempre en el corazón de quienes lo conocieron, lo amaron y admiraron.




























