Una posada para el Cristo Andino
Raúl Rivero Adriázola (*)
Desde este mes de diciembre, el Cristo Andino Trascendido tiene una posada hecha en porcelanato en la iglesia de la Recoleta, rincón inmejorable para que los fieles y admiradores de este nuestro Cristo se acerquen a él, con sus rogativas o simple interés por contemplarlo. Recordemos que en esta iglesia se venera al Cristo de la Exaltación, de donde se inspira la imagen ahora entronizada.
Fruto de una serie de coincidencias, que unen a un grupo de amigos en desgracia, el Cristo Andino es una pintura realizada por el maestro Mauricio Bayro Corrochano, a inspiración de Jaime Luis Gumucio. Pero, su historia no se reduce a esa conjunción entre un soñador y un artista, sino que tiene un trasfondo que lo hace imagen única y entrañable para quienes por cualquier razón pasan necesidad y apuro.
A fines de los años 90 del siglo pasado, Jaime Luis se vio compelido a ayudar a un amigo que soportaba reclusión en Cochabamba, de donde le surgió la necesidad de aliviar a aquellos que pasan varios años de su vida entre rejas. Al mismo tiempo, él sufrió problemas económicos, planteándose en sus momentos de reflexión sobre su propia situación y de aquellos a quienes apoyaba, la necesidad de transformar esa desoladora inquietud en una representación del Cristo crucificado, pero mostrándolo más bien triunfante en su dolor por liberarnos de nuestros pecados, y en éxtasis, abarcando con sus brazos abiertos y liberados de la tormentosa prisión de los clavos, todos los sufrimientos humanos.
Decidido a hacer realidad en un lienzo ese sueño, Jaime Luis buscó a Bayro y encontró en él al perfecto intérprete de lo que le bullía en su mente. Incluso, en su concepción práctica interviene Gil Imaná en una reunión en la embajada de Cuba, quien escuchando el encargo que tenía Mauricio le da un par de ideas; testigo de esa conversación, el embajador cubano le entrega dos habanos al pintor, impeliéndole: “¡Ahora, a realizar el trabajo!”. Luego de elaborar una acuarela preliminar, Bayro acometió la pintura en un tablero de 2.40x1.20 metros. Habiendo conseguido un espacio en una galería cochabambina, mientras el pintor trabajaba, recibió la visita de amigos artistas que, impresionados ante lo que veían, pronto daban una mano, por lo que esta pintura puede considerarse una obra de mucho sentimiento y fraternidad colectiva.
Terminada la pintura, el desafío para Jaime Luis era qué hacer con ella. Entonces, comienza un singular peregrinaje, que lleva al Cristo Andino (o será más bien Él quien lleva a su soñador) por cárceles, fiestas populares, museos, sitios arqueológicos, misiones jesuitas, hoteles, discotecas e iglesias; en un ir y venir que lo hace ya un patrimonio popular, pues donde es expuesta, la gente se arrodilla y la venera. De esta aventura queda para los beneficiarios originales, o sea, los reclusos, una serie de mejoras en sus condiciones de encierro y, principalmente, en su autoestima, comprobando que esta imagen cumple el objetivo soñado por su creador; sin embargo, esto no hubiera sido posible sin el desinteresado apoyo de la Fundación Arnold Schwimmer, bajo la dirección de Elizabeth Schwimmer, que desde un principio creyó en este sueño.
Hoy en día, el Cristo Andino se acerca a muy diversos grupos, sean o no necesitados materialmente, pero sí espiritualmente, mostrando un singular carisma que lo convierte en una representación a la vez doliente y exaltada de las vivencias humanas en nuestro país. La imagen original está resguardada en la Catedral Metropolitana de Cochabamba y, gracias a la generosidad del padre Oni, párroco de la Recoleta, sus devotos podrán acercarse a una hermosa representación realizada por Coboce Cerámica.
Para Jaime Luis este milagro del Cristo Andino Trascendido y su impacto en los menos favorecidos, tal vez no se hubiera producido si no se hubiera dado el reencuentro con su entrañable amigo, Jorge Gutiérrez Lara, cuando él pasaba por un triste momento existencial, convirtiéndose luego en impulsor y benefactor de esta iniciativa. Por lo que la fuerza que lo impulsa a seguir llevando el mensaje de solidaridad del Cristo Andino surge como tributo a la memoria de Jorge.
(*) El autor es escritor.