Venezuela se va quedando cada vez más vacía y aislada
GIDEON LONG
Hace cuatro décadas, los venezolanos entraban y salían del país en el Concorde desde el aeropuerto Maiquetía de Caracas. Hoy salen del país a pie: caminando por la frontera hacia Colombia, recorriendo los Andes hacia Ecuador y Perú o atravesando la cuenca del Amazonas hacia Brasil.
En medio del colapso económico del país, el éxodo venezolano “está alcanzando niveles de crisis”, advirtió la ONU, que comparó esta migración con los desesperados viajes de los sirios y africanos por el Mediterráneo en los últimos años, afirmando que 2,3 millones de personas (7 por ciento de la población) han abandonado Venezuela desde 2015.
El lunes de la semana pasada, el presidente Nicolás Maduro dijo que esa cifra era de sólo 600 mil; su vicepresidente Delcy Rodríguez dijo que la salida era “normal”. Las protestas por el éxodo “fueron diseñadas por el Pentágono para justificar la intervención en Venezuela”, dijo.
Los ministros de una docena de naciones latinoamericanas se reunieron la semana pasada en Quito, la capital ecuatoriana, para discutir la crisis migratoria. La Organización de Estados Americanos (OEA), que ha luchado para llegar a un consenso sobre cómo enfrentar al gobierno venezolano, volvieron a intentarlo en Washington el miércoles esta vez centrándose específicamente en el tema de la migración.
Mientras los venezolanos huyen, su país se marchita. La economía se ha reducido casi a la mitad desde que Maduro asumió el poder en 2013. La producción y las importaciones de petróleo disminuyeron a sus niveles más bajos desde la década de 1940, las empresas multinacionales se fueron y las embajadas extranjeras han cerrado o reducido su personal.
“Caracas parece una ciudad moderna cuyos habitantes están permanentemente de vacaciones”, dijo David Smilde, investigador principal de la Oficina de Washington para América Latina.
Este aislamiento cada vez mayor de Venezuela es totalmente evidente en Maiquetía, una vez símbolo de la confianza del país y de su apertura al exterior alimentada por el petróleo. Cuando el Concorde aterrizó por primera vez aquí en 1976, Caracas era sólo su segundo destino sudamericano después de Río de Janeiro. En esos primeros vuelos supersónicos, los venezolanos adinerados estaban a seis horas de París.
Actualmente, los aviones que entran y salen de Maiquetía pertenecen a modestas aerolíneas locales con rutas nacionales. En la sala de embarque, un video promocional describe el aeropuerto como “el más importante de América del Sur”, pero los pasillos llenos de ecos y las tiendas vacías cuentan una historia diferente.
Desde 2013, el número de asientos en los vuelos internacionales hacia y desde Caracas ha disminuido en un 74 por ciento, y la mayoría de las 32 aerolíneas extranjeras que volaban al país se han retirado debido a la inseguridad, las dificultades operacionales o la falta de pasajeros. Caracas ha perdido vuelos directos a Alemania, Italia, Brasil, México, Argentina, Perú y Chile.
El aislamiento se está extendiendo a la diplomacia. En julio, Austria se convirtió en la última de varias naciones europeas en cerrar su embajada en Caracas. En febrero, el Gobierno venezolano dijo que cerraría sus oficinas consulares en Helsinki, Copenhague y Estocolmo, debido a la falta de efectivo.
El éxodo de personas se hace eco de la partida de las empresas extranjeras. Pirelli, el fabricante de neumáticos italiano, recientemente detuvo las operaciones en su planta en Caracas debido a la falta de materias primas. Kellogg, Kimberly-Clark y Clorox se hallan entre las docenas de compañías estadounidenses que se han retirado por completo.
Las compañías domésticas también perecen. “Hace 20 años había cerca de 650 mil empresas privadas operando en Venezuela”, dijo Víctor Maldonado, expresidente de la Cámara de Comercio de Caracas. “Ahora sólo hay alrededor de 140 mil”.
Las importaciones, que ascendieron a 66 mil millones de dólares en 2012, fueron de sólo 11 mil millones el año pasado. Caracas Capital, un banco de inversión con sede en Estados Unidos, dijo que, dada la escasez de datos confiables, “las importaciones pueden ser uno de los mejores indicadores disponibles para medir la evolución de los niveles de vida en Venezuela”. El banco prevé que este año las importaciones reales per cápita de Venezuela caerán a su nivel más bajo desde 1946.
Dentro de América Latina, Venezuela es cada vez más un paria. Ecuador, hasta hace poco un firme aliado, se retiró el mes pasado de la Alianza Bolivariana (ALBA), el tratado comercial de izquierda establecido por Venezuela y Cuba hace 14 años. Colombia confirmó su intención de retirarse de la
Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que ha estado estancada durante meses debido a diferencias ideológicas.
“No podemos seguir siendo parte de una institución que ha sido cómplice de la dictadura venezolana”, dijo Iván Duque, el nuevo presidente de Colombia.
Las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea en contra de altos funcionarios del régimen de Maduro y de compañías estadounidenses que tienen la intención de hacer negocios con ellos han destacado el aislamiento internacional de Venezuela.
Como señaló el Instituto Adam Smith, las sanciones no son culpables del colapso económico, que comenzó mucho antes.
“Las sanciones no prohíben la importación de bienes a Venezuela ni la exportación de petróleo u otros bienes venezolanos a Estados Unidos”, dijo el instituto, culpando directamente al régimen de Maduro por la crisis económica. “Un embargo de armas no impide que lleguen el papel higiénico y las medicinas a Venezuela”.
2,5 MM de personas han salido de Venezuela en los últimos dos años producto de la crisis económica.
%1 millón es la inflación calculada por el FMI para Venezuela este año, la más alta de su historia.