Aumentan las víctimas por minas terrestres en Colombia
Bogotá | Agencias
Jorge Alirio Paredes iba a recoger agua en un arroyo junto a otros dos soldados en las montañas andinas del sur de Colombia cuando una mina le arrancó la pierna izquierda.
"Fue un acto de cobardía", dijo el muchacho de 19 años mientras pateaba una pelota de fútbol entre su única pierna y la muleta. "Lo hacen porque no quieren enfrentarnos".
Los rebeldes izquierdistas colombianos han apelado cada vez más al plantado de minas desde que el presidente Álvaro Uribe asumió en 2002 y reforzó las Fuerzas Armadas con armas y entrenamiento estadounidenses, obligando a aquéllos a replegarse al interior de las selvas.
Los funcionarios de las Naciones Unidas, que conmemoran el 4 de abril el Día internacional del reconocimiento (del peligro) de las minas, han elogiado el progreso en el despeje de minas en Afganistán y en otras naciones. Pero el problema en Colombia sólo parece agravarse.
Esta nación conflictuada tuvo el año pasado el mayor número del mundo de víctimas de minas terrestres y explosivos enterrados, con 1.103 muertos y mutilados, según cifras del Gobierno. Colombia sobrepasó a Camboya en 2005 como el país con el mayor número de bajas por minas.
Los soldados y los policías representan unas tres cuartas partes de las víctimas, dice el Gobierno. El general Freddy Parrilla dijo en una entrevista con la Associated Press que la mayoría de las bajas militares se deben a las minas.
"El mayor temor para un soldado es pisar una mina terrestre", dijo Paredes, quien un año después de perder la pierna sigue en un hospital militar de Bogotá tratando de recuperarse.
Algunas víctimas aprenden a caminar con miembros artificiales.
Otros se ajustan a la pérdida de la visión. Y hay quienes se esfuerzan por adaptarse a un rostro semidesfigurado.
Colombia, signataria del Tratado internacional de prohibición de minas, dejó de fabricar minas terrestres en 1997 y los soldados siguen desactivando minas que todavía rodean muchas bases militares.
Los rebeldes, sin embargo, están plantando minas cada vez más letales de modos más sutiles: junto a canales de desagüe, a un metro de altura en claros en la selva, colocando más explosivos y causando mayor daño que nunca, dicen oficiales militares y activistas.
En los cuatro últimos años, el número de víctimas de las minas se ha duplicado, como también el número de campos minados por grupos rebeldes, a unos 9 mil, dice el Gobierno.
Miles huyen del conflicto
Hasta 5.600 personas abandonaron sus hogares en zonas rurales y se refugiaron precariamente en poblaciones cercanas para escapar de los combates que sostienen tropas militares contra guerrilleros en el suroeste de Colombia, informaron organismos humanitarios.
Guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se parapetaron en poblados y se enfrentan con la infantería de Marina para mantener control en territorios en donde supuestamente mantienen cultivos de coca, la materia prima para obtener la cocaína, informó el almirante Orlando Malaver, comandante de la Fuerza Naval del Pacífico.
Poblaciones en Nariño, aproximadamente a 560 kilómetros al suroeste de Bogotá, son los focos de la emergencia, según Acción Social, la agencia humanitaria de la Presidencia.
"Desde hace dos semanas comenzaron los hostigamientos de la guerrilla y la respuesta de la Infantería de Marina, obligando al desplazamiento de unas mil familias, (integradas por) 5.600 personas de 21 veredas" mayormente en municipio de El Charco, dijo Diego Molano, director de los programas de asistencia humanitaria de Acción Social de la Presidencia.