Papa pide paz para Venezuela y reconciliación en Colombia
Cartagena | AFP y EFE
El papa Francisco clamó por una solución para la crisis en Venezuela y el fin de la “cultura de la muerte” en Colombia al cerrar ayer una visita de cinco días en la que por accidente terminó con un ojo morado en Cartagena.
El Papa argentino hizo la alusión más directa de los últimos días sobre el deterioro de la situación política y económica en Venezuela, donde rige una Asamblea Constituyente de plenos poderes que defiende el Gobierno de Nicolás Maduro y desconoce tanto la oposición como una docena de gobiernos, entre ellos el de Estados Unidos.
El Pontífice de 80 años, que ha apoyado los intentos infructuosos de diálogo entre el Gobierno de Nicolás Maduro y los opositores, elevó una plegaria frente a la deteriorada situación política y económica en la vecina Venezuela.
Desde la iglesia San Pedro Claver de Cartagena, formuló un llamado para que se “rechace todo tipo de violencia en la vida política y se encuentre una solución a la grave crisis que se está viviendo y afecta a todos” en ese país.
Fue justamente antes de dirigir su mensaje a los venezolanos, incluidos los migrantes que huyeron a Colombia, que el Papa sufrió el único percance público durante sus largas jornadas.
El jefe del Vaticano, que ha apoyado los intentos infructuosos de diálogo entre las partes, mencionó a los venezolanos que han encontrado “acogida” en Colombia y pidió “trabajar por la dignidad” en general de los “pobres, los descartados de la sociedad, abandonados y emigrantes”, que sufren la “violencia y la trata”.
Durante intensas jornadas, Francisco abogó por un pacto de reconciliación en Colombia que incluya verdad y justicia para las millones de víctimas del único conflicto armado en América.
“A la cultura de la muerte, de la violencia, responder con la cultura de la vida”, proclamó Francisco en la última de las cuatro misas a cielo abierto que ofició y que, junto con los recorridos, movilizaron a unos 4,5 millones de fieles.
Francisco eligió Cartagena, un puerto turístico con una profunda brecha entre ricos y pobres, para terminar su periplo por Bogotá, Villavicencio y Medellín.
A su paso por esas ciudades apoyó el acuerdo que condujo al desarme y transformación en partido político de los rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Además, la Iglesia ha respaldado los diálogos de paz en curso con el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Francisco, que sostuvo emotivos encuentros con víctimas y verdugos arrepentidos, exhortó a evitar la venganza y el odio, y animó a los colombianos a dar el primer paso hacia la reconciliación, el lema que englobó su visita.
“Si Colombia quiere una paz estable y duradera tiene que dar urgentemente un paso en esta dirección, que es aquella del bien común, de la equidad, de la justicia”, dijo antes de emprender el vuelo de regreso hacia el Vaticano. El líder de los católicos quiso dedicar su última jornada para entrar en contacto con los negros y pobres de Cartagena.
Allí visitó por corto tiempo San Francisco, un suburbio pegado a la pista del aeropuerto internacional, con desordenadas calles y casas precarias, donde bendijo la primera piedra de un hogar de acogida.
HERIDA EN EL ROSTRO TRAS GOLPEARSE
Francisco sufrió una pequeña cortadura en la ceja y una inflamación en el pómulo izquierdo después de un frenazo del papamóvil que lo transportaba por un barrio de Cartagena.
“El Papa está bien (...) Se le aplicó hielo y se medicó. Prosigue sin cambio alguno su programa de viaje”, dijo el vocero del Vaticano, Greg Burke. El Pontífice de 80 años saludaba a los cientos de personas que lo recibían en el marginal barrio de San Francisco cuando, por la multitud que se agolpaba en las calles, el vehículo que lo movilizaba frenó súbitamente.
La maniobra le hizo estrellarse contra el vidrio. Uno de los agentes de seguridad lo asistió al momento y le limpió con un pañuelo blanco el sudor y la sangre, que le alcanzó a manchar el simar (capa de la túnica blanca).
EN CARTAGENA
Exhortó a implicarse en la paz
Francisco concluyó su viaje a Colombia con una misa en el área portuaria de la ciudad de Cartagena de Indias (norte) en la que afirmó que en el proceso de paz se debe implicar a la gente.
Ante cientos de miles de personas en el área portuaria de Cartagena, Francisco esperó su último discurso para un análisis más político del proceso de paz en Colombia después del acuerdo con las FARC, ahora convertidas en partido político, y la actual negociación con la otra guerrilla, el ELN, y sobre todo ante la fuerte polarización que se vive entre la sociedad.
En Cartagena de Indias, la ciudad sede de los Derechos Humanos en Colombia, como recordó el Papa, su consejo fue que en estos caminos de pacificación, como el que está viviendo Colombia, “donde se observa una delicada armonía entre la política y el derecho, no pueden obviar los procesos de la gente”.
“No se alcanza con el diseño de marcos normativos y arreglos institucionales entre grupos políticos o económicos de buena voluntad”, aseguró.
En una Colombia fuertemente polarizada y con un alto nivel de crispación tras los acuerdos con las FARC, Francisco explicó que no se debe construir “un proyecto de unos pocos para unos pocos, o una minoría ilustrada o testimonial que se apropie de un sentimiento colectivo”.
También puntualizó que además del diálogo “las hondas heridas de la historia precisan necesariamente de instancias donde se haga justicia, se dé posibilidad a las víctimas de conocer la verdad, el daño sea convenientemente reparado y haya acciones claras para evitar que se repitan esos crímenes”.
Después Jorge Bergoglio pasó a exhortar a los católicos sobre lo qué deben hacer para contribuir al proceso.
En la Terminal de Contenedores de Cartagena (Contecar), donde se celebró la misa, el Papa destacó que la paz estable y duradera en Colombia pasa por garantizar “el bien común, la equidad, la justicia, el respeto de la naturaleza humana y de sus exigencias”.
También fue el momento de una dura condena del Papa a uno de los grandes problemas del país: el narcotráfico.