Cambiar las reglas del juego
María Sharapova, la estrella femenina de tenis mundial, dio positiva en la prueba del dopaje en el campeonato de Australia. El dopaje es el uso por los a- tletas de las substancias prohibidas, que ‘artificialmente’ aumentan la capacidad o la resistencia de los deportistas. El uso de estas substancias es considerado contrario a la ética por las organizaciones internacionales del deporte, en particular por el Comité Internacional Olímpico (COI). Hay disciplinas deportivas que requieren de un esfuerzo violento y sostenido como el ciclismo, por ejemplo, y donde el uso de las drogas puede significar una diferencia. Por esto los casos del dopaje en el ciclismo son frecuentes. Basta de recordar a Lance Armstrong, ganador del Tour de France, quien admitió usar de las substancias prohibidas, pero que fue también ganador en su lucha contra el cáncer. La enfermedad de deportista y consiguiente uso de drogas no es habitualmente el tema muy bien analizado.
Sharapova anunció su falta en una conferencia de prensa antes de ser acusada. Declaró que no es tan sana como pudiera parecer, que tiene resfríos permanentes, que agarra virus fácilmente, que tiene problemas cardiacos y que genéticamente tiene tendencia a la diabetes. Melodonium, que toma desde sus 10 años, le ayuda contra todos estos males y como solo hace menos de tres meses este medicamento fue introducido en la lista de las substancias prohibidas, ella no se dio cuenta de la prohibición.
El deporte competitivo está ligado a grandes cantidades de dinero. Los mejores deportistas son también los mejor pagados y existen disciplinas deportivas –como boxeo, fútbol, básquet, golf y también tenis-- donde los deportistas ganan por año decenas de millones de dólares.
Hace relativamente poco existían dos categorías de deportistas: los deportistas amateur que teóricamente no ganaban dinero por sus actuaciones deportivas, pero podían competir en los Juegos Olímpicos y los deportistas profesionales que cobraban dinero por sus actuaciones, pero eran excluidos de los Juegos. Esta situación se prestaba a varias prácticas poco éticas. Por ejemplo, los deportistas de los países socialistas recibían sueldos de alguna empresa donde no trabajaban, para dedicarse a tiempo completo al deporte. Actualmente la distinción entre estas dos categorías de deportistas ya no existe y todos los deportistas compiten juntos.
La creciente importancia de los medios de comunicación de masas, patrocinio de los productores de la ropa deportiva y otros influyeron en este cambio y en la comercialización de los Juegos. El deporte es un espectáculo y los patrocinadores pagan grandes sumas de dinero para beneficiarse de la atención de las masas de espectadores. Sobre todo los partidos de fútbol que encienden emociones de los hinchas son susceptibles de provocar grandes movimientos de dinero y a veces corrupción. Saben algo de esto Blatter y otros antiguos dirigentes de la FIFA. Saben de esto también los deportistas que fueron encontrados en la práctica de dopaje y castigados generalmente con la suspensión en las competiciones y la dramática baja de los ingresos. En caso de María Sharapova algunos de sus patrocinadores ya han dejado sin efecto los contratos con ella, porque es probable que sea suspendida por cuatro años, lo que podría ser equivalente al fin de su carrera deportiva.
¿Qué pasaría si de un día para otro se dejaría sin efecto la prohibición para los deportistas de utilizar las sustancias que mejoren sus hazañas deportivas? ¿Qué sería si de pronto se dejara que se dopen o mejor dicho que tomen sus medicamentos? Dos son las razones normalmente aducidas a favor de la prohibición del dopaje. La primera es la protección de la salud de los deportistas y la segunda invoca el “juego limpio”, que la competición se realice en condiciones de “igualdad”, sin “trampas”. Si hoy en día los amateurs y los profesionales pueden competir juntos tal vez todos ellos podrían tener acceso a las sustancias que mejoren su rendimiento deportivo bajo el control médico.
El autor es comunicador social.
Columnas de STANISLAW CZAPLICKI