15 de enero de 1980
Un día como hoy, hace 36 años, fuerzas paramilitares, policiales y militares allanaron un domicilio en la ciudad de La Paz donde se reunía la Dirección Nacional Clandestina del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) para organizar una nueva batalla por la reconquista de la democracia.
Ese día, un jueves 15 de enero de 1981, en la calle Harrington de La Paz, Artemio Camargo, José Reyes, Ramiro Velasco, Arcil Menacho, José Luis Suárez, Jorge Valdivieso, Ricardo Navarro y Gonzalo Barrón, fueron asesinados sin contemplaciones.
Hoy, a pesar de los años transcurridos, corresponde conservar ese hecho en la memoria por dos razones fundamentales. La primera es que ese hecho marcó el inicio de la caída de esa dictadura que, finalmente, fue derrocada en agosto de ese año y que culminó en 10 de octubre de 1982 cuando los militares retornaron a sus cuarteles y comenzó la más larga etapa democrática que ha vivido el país desde su fundación, etapa que debe tanto a quienes hoy recordamos.
La segunda razón es que ese capítulo de nuestra historia no está del todo cerrado. Es que las circunstancias en que se produjo ese crimen, como todo lo relacionado con el rol que jugaron las Fuerzas Armadas, sigue cubierto por un manto de secretismo e impunidad.
Es verdad que los principales responsables fueron juzgados y hoy pagan en la cárcel sus delitos. Pero no es menos cierto que los archivos militares de la época, los que contienen toda la información que hace falta para esclarecer lo ocurrido en ese tiempo, todavía son protegidos por un inadmisible secreto.
Siendo esa la realidad, ninguno de los simulacros de investigación que hoy se hacen, como la absurda intención de exhumar los restos de Luis Espinal, no son más que un agravio a la memoria colectiva.