El desafío vital
El estado y la situación de la educación boliviana son y debieran ser siempre objeto de análisis y debate, tanto por el bien del país y de nuestra sociedad, como por el futuro de nuestros niños y jóvenes. Hoy por hoy, lamentablemente ese análisis se debe abordar en condiciones nebulosas porque los gobernantes del Estado Plurinacional no permiten realizar una evaluación externa del sistema educativo que han implementado.
Siguiendo a don Franz Tamayo, uno de los pedagogos más importante que hemos tenido en la historia de nuestra patria, sigue siendo necesario explicitar cuáles son los arquetipos que están dirigiendo la educación boliviana y, en consecuencia, el modelo en función del cual se formula el sistema educativo y se realizan los ajustes y reformas.
Considero importante señalar que la educación boliviana de hoy debe conjugar un profundo enraizamiento en lo nacional al mismo tiempo que una universalización integradora en el mundo contemporáneo y del futuro; fuerte en el conocimiento de técnicas y ciencias, en un proceso de formación de un ser humano de calidad; esto es, libre, capaz de manejar la información, de analizar, razonar, solidario, comprometido, con un profundo sentido comunitario y capaz de actuar en conjunto.
Se comprenderá que, en este sentido, mejorar la educación no solo es, ni se agota, en dotar de más infraestructura, equipamiento o maestros con más títulos, pues se corre el riesgo de que, como decía Tamayo: "Para los que no pueden penetrar en la médula de la vida lo único que cuenta son las exterioridades y atribuyen una virtud definitiva a los medios externos y creen en la eficacia absoluta de … edificar escuelas, instalar laboratorios y construir palestras" (y podríamos añadir distribuir computadoras o multiplicar las falencias en la formación de maestros). El exministro de Educación Elizardo Pérez, hacía notar lo mismo en Warisata, cuando señalaba: "nuestra primera preocupación fue la de reclutar maestros y para ello hube de hacerme el propósito de prescindir de los normalistas", debido a las falencias que presentaban, y que hoy, después de más de 80 años, en general, se siguen arrastrando y multiplicando falencias.
Todo esto muestra nuevamente, como señalaba don Franz Tamayo, que no hay que confundir instrucción con educación. Se puede ampliar la instrucción, pero no necesariamente eso significa mejorar la educación. Debemos ocuparnos en profundidad por la educación, en el sentido arquetípico y ver si estamos formando bolivianos y bolivianas con una profunda identidad, iguales en conocimientos que los jóvenes del mundo y profundamente habilitados para ser ciudadanos de la aldea global, como seres humanos dignos, solidarios, comunitarios, capaces de competir y de contribuir a la construcción de un mejor país.
El autor es doctor en sociología
Columnas de GUSTAVO DEHEZA