Turismo con un kilómetro de distancia
El pueblo habló. Dio su veredicto. Estableció un mandato político claro. Apostó por la estabilidad y mandó a reconstruir la economía. El MAS recibió una enorme dosis de legitimidad. Ahora, resta mirar al futuro y contribuir, desde el mundo de las ideas, para encontrar salidas a las crisis sanitaria, económica y medio ambiental.
La recesión en curso afectará de manera diversa a los sectores. Datos preliminares revelan que la contracción en la minería (-31%), la construcción (-19,8%) y los servicios turísticos y gastronómicos (-17,9%) registraron las caídas más fuertes.
Hoy quiero concentrarme en las dificultades del turismo y la gastronomía, que, a pesar del duro golpe, son también los sectores que podrían ayudar a salir más rápidamente de la recesión generando empleos y divisas. Hasta 2017 se vivía un boom del consumo en restaurantes. Las ventas anuales de estos estaban cercanas a 600 millones de dólares. Surgieron decenas de nuevos restaurantes gourmet con una propuesta creativa e innovadora. Por ejemplo, en La Paz, el restaurante Gustu tuvo un efecto demostración muy interesante e impulsó varios emprendimientos nacionales. Los turistas llegaron no solamente a conocer el país, sino también a comer.
El conglomerado de los alimentos, la gastronomía y el turismo vincula a mucha gente y actividades. La inversión privada y pública en estos sectores tiene un enorme efecto multiplicador en la economía y, por supuesto, crea muchos empleos. Incluye: al campesino que sembró las papas o el agricultor que cosechó los limones o crió las vacas para el filete. En la cadena de la industria gastronómica también interviene el pescador o el pecuarista. No hay que olvidar a las centenas de camioneros que transportan los alimentos a los mercados, supermercados o vendedores. Y están también los chefs de cocina y los meseros que hacen llegar los platos a la mesa.
Esta cadena productiva también está vinculada la industria de la madera, metal-mecánica y de los electrodomésticos, con productos como las mesas, sillas, cubiertos, todas las doras y cocinas. La industria de la cerámica y del vidrio, con platos, vasos, floreros. La manufactura y confección con manteles y servilletas. Además, todos los servicios de marketing, propaganda y creatividad. La mayoría de estas industrias tiene un fuerte componente de insumos nacionales.
Cierra el circuito el turismo nacional e internacional. Por temas de espacio sólo menciono algunas partes de esta cadena, como ser la artesanía, el cuidado del medio ambiente, el sistema hotelero, las agencias de viaje, los medios de transporte, los guías turísticos. No hay la menor duda también que el turismo es un gran empleador.
En cuanto se masifique la vacuna contra el coronavirus, se producirá una explosión de turismo en el mundo. Es vital que el país esté preparado. Por lo tanto, uno de los pilares de la reactivación económica debería estar basado en el circuito alimentos, gastronomía y turismo, pero al mismo, este programa, debería pavimentar un futuro para construir una economía creativa. Para esto se debería crear un fondo financiero de apoyo especial para ella, administrado por bancos públicos y privados. No es solamente apoyo financiero, sino que se debe ayudar técnicamente a las empresas para que tengan viabilidad estratégica y financiera.
En concreto, el Estado conjuntamente universidades, institutos técnicos y organizaciones gremiales del sector podrían crear un programa para que las empresas pasen por evaluaciones y reformas que les permitan adecuarse a las nuevas realidades. Se trataría de un programa de salvación de empresas, pero también de cierre organizado de algunas que no tengan viabilidad.
Complementariamente, también deberían crearse las condiciones para la atracción de inversión extranjera directa en estos sectores. La experiencia nacional muestra que inversiones de montos pequeños, entre cuatro a seis millones de dólares, tienen un efecto de derrame y de demostración significativo en empleo en producción y calidad. La inversión pública en infraestructura de apoyo al turismo también, simultáneamente, ayudaría a salir de la crisis.
Asimismo, el programa debería contar con campos de entrenamiento de dos a cuatro meses para mejorar el capital humano en los ámbitos gastronómicos y de turismo. También debe impulsarse la transformación digital y energética de cafés, restaurantes y hoteles. El uso de energía eólica o solar debería ser premiada e incentivada, lo mismo, el desarrollo de software boliviano para la gestión de estas actividades debería tener un impulso.
Bolivia podría ser pionero en un turismo seguro que respete las medidas internacionales de bioseguridad y que se base en espacios libres, grandes y abiertos como son nuestros parques, ruinas y salares. En este tipo de turismo se puede tener hasta 1 km de distancia social. Y esto debe ser nuestra ventaja frente al turismo de multitudes, en monumentos y museos, en Europa, por ejemplo.
El autor es economista
Columnas de GONZALO CHÁVEZ A.