“Lady Bird”, una adolescente en estado de ebullición
Atravesando el último año de High School, Lady Bird quiere irse de la Costa Oeste hacia la Costa Este. En verdad ese viaje por el que tanto ansía podría ser hacia cualquier otro punto cardinal, ni siquiera tan lejano, porque lo que la motiva es irse.
Lady Bird es, como toda adolescente de ayer o de hoy, un ser en ebullición constante. Lo que sucede es que ella lo demuestra. Es un volcán a punto de erosionar, más que nada cuando se cruza con su madre Marion. Ok, cualquier adolescente con una madre como la que compone Laurie Metcalf sentiría y reaccionaría más o menos de la misma forma.
El despertar sexual de Lady Bird podrá ser considerado traumático o no, pero nunca risible, por más que el guión se explaye en demostrar que las primeras experiencias, con tanteos y sin ensayos, pueden resultar en frustraciones. Eso es algo que “Lady Bird”, la película, lo plantea sin ambages y desde el vamos, y más allá de las fronteras de lo genital o erótico.
También habla de las limitaciones, ya sean las económicas por las que se encuentran, o las que los personajes son conscientes que tienen. Seguramente será alabada y mejor entendida por el público más joven que por algunos adultos, por su acercamiento a esta etapa de crecer sin saber hacia dónde ir, donde la identificación se da por cauces naturales.