2017: Mis libros
Mis lecturas no me hacen superior frente a los otros, me elevan a mí mismo. Aprendo, como con el primer libro que leí en enero de 2017, se trata de “1947” (historia) escrito por una amiga y colega sueca, actual presidenta del PEN-Club: Elisabeth Åsbrink. Es un libro que recorre por varias capitales del mundo “persiguiendo” nazis embozados. Lo que pretende Elisabeth es advertirnos que el nazismo, pese a su derrota, supo organizarse, mimetizarse y revivir, pero no con las viejas consignas sino con otras, por ejemplo, sustituyeron la raza por el culturalismo y la etnia.
A Elena Ferrante, la exitosa escritora italiana, aprendí a conocerla con sus cuatros novelas de la serie “Las dos amigas”, pero me informaron que antes de escribir sus cuatro éxitos había escrito tres novelas cortas impresas en solo volumen llamado “Crónicas del desamor”. La Ferrante es una escritora de calidad, sabe relatar y aprisionar con su prosa, además su tema es el amor, la amistad, la familia napolitana y los dobleces a los que uno se ve obligado. “Crónicas del desamor” me parece un preámbulo para escribir la saga de “Las dos amigas”.
A Rodrigo Rey Rosa lo conocí personalmente en Estocolmo en ocasión del Festival Mundial de Literatura. Rodrigo es guatemalteco, guionista de cine y escritor. Sus textos no pasan de las 150 páginas y algunos como “Severina” son excelentes. “Fábula asiática”, la novela que leí es también breve y sobre todo actual, es una novela de aventuras, de ciencia ficción y un thriller al mismo tiempo.
Leer a Pérez-Reverte es siempre un deleite y su novela “Falcó” sabe mantener el suspenso, además el telón de fondo es la guerra civil de España. Pérez-Reverte es un maestro, su oficio proviene del periodismo, pues Arturo fue corresponsal y me topé con él un par de veces.
Me aconsejaron leer a Raymond Carver, un americano (fallecido) para aprender a escribir mejor. Leí su primer libro de cuentos titulado: “¿Quieres hacer el favor de callarte?”. Me llamó la atención el manejo de sus personajes, la mayoría, sino todos, estadounidenses pobres, pero siempre con autos moviéndose de un lado a otro, dejando mujeres y buscando trabajo. El realismo yanqui tiene una muy buena expresión en Carver.
Lina Wolff es una sueca que traduce los libros de Roberto Bolaño, además es escritora. Ganó el premio anual de literatura de Suecia (2016) que se conoce con el nombre de Premio August, una mención al gran escritor August Strindberg. La novela de Lina se llama “De poliglotta älskarna” (“Amantes políglotas”). Es una novela dividida en tres partes, aparentemente separadas entre sí, pero en la tercera parte hay una carta que une las historias que se relatan en las dos primeras y uno termina por darse cuenta de quiénes son esos amantes políglotas.
A Lucía Berlín la conocí por la propaganda de su libro “Diario de una Limpiadora”. No aguanté la presión del mercado y compré un ejemplar. Son cuentos excelentes, realismo total y protagonistas casi siempre perdedores. Se los recomiendo a quienes quieren aprender a escribir cuentos en base a historias reales.
Suecia comienza contar entre sus escritores con hijos de inmigrantes, suecos nuevos, como el caso de Johannes Anyuro, hijo de un ugandés y una sueca. Ganador del premio de literatura de este año con una obra distópica (“De kommer att drunka i sina mödrars tårar”) donde el personaje principal es el islam en Suecia. Excelente por su calidad literaria, una distopia en la que una sociedad que, siendo liberal y racional, puede fascistizarse, cuando no sabe entender la religión del otro.
Hasta aquí mis lecturas no tocaron a Bolivia, pero llegó a mis manos una novela tierna y enternecedora escrita por Cristina Zabalaga: “Cuando Nanjing Suspira”. Una muerte y un viaje a un destino que no era el suyo, todo para enterrar al marido muerto que nació al otro extremo de planeta. Cristina es luso/boliviana, autora además de otros libros como sus excelentes cuentos “Nombres propios”.
Algunas veces vuelvo a viejos libros como: “El hombre que mira” de Alberto Moravia y “El amante” de Marguerite Duras. La primera novela extraordinaria y la segunda quizá la mejor de la Duras. Son libros a los que hay que volver de vez en vez. Pero de estos antiguos hay uno que me parece la novela madre de la modernidad española y es “La caligrafía de los sueños” de Juan Marcé. Si uno lee, luego, “Patria” de Fernando Aramburo, sacará la misma conclusión. “Patria” merece una reseña, no la escribo porque hay una escrita por Homero Carvalho y es muy buena.
Hay un autor que declaro mi preferido en este año que se va. El francés Mathias Énard. Leí, “Calle de los ladrones”, “El alcohol y la nostalgia” y finalmente la cumbre de este año: “Brújula”, premio Goncourt 2015.
Quiero mencionar a Yuri Herrera, un mexicano que escribe una maravilla. Leí “Señales que precederán al fin de mundo”, tiene mucho de Juan Rulfo. Yuri es un escritor profundo.
“El cuento de la criada” de Margaret Atwood es otra novela imperdible. Se que hay una serie de TV, pero leer a la canadiense es mucho mejor.
Leí un poco más de 20 volúmenes. Estoy a punto de terminar “El ferrocarril subterráneo” de Colson Whitehead. Les prometo una reseña para el futuro y… les deseo feliz Año Nuevo con libros nuevos o viejos, porque no hay peor analfabeto que el que no quiere leer.
A Lucía Berlín la conocí por la propaganda de su libro “Diario de una Limpiadora”. No aguanté la presión del mercado y compré un ejemplar
Hay un autor que declaro mi preferido en este año que se va. El francés Mathias Énard.