Sobre el FestiJazz: la punta del iceberg
Parlie Charker
Jazzista
Todo en su tiempo cumple un ciclo: es el turno de los especialistas, del concurso de méritos, del diálogo, del debate, del intercambio de saberes, del paradigma del Mesías salvador omnipotente que terminará por desaparecer con la caída de los últimos íconos de la rebelión indígena… es el turno de la relación del ser humano con su entorno, de la madre tierra, de la luz. Todo vibra. Es el turno de los artistas instrumentistas que dedican horas al perfeccionamiento de su conocimiento estudiando la técnica, el lenguaje, la historia, el ritmo, la armonía… Todos ellos conforman una orquesta de jazz que queda fuera de un encuentro internacional en la propia ciudad de origen, en resumen, artistas locales huérfanos. Si esta orquesta fuera conformada a dedo y el pianista terminara tocando la batería y el trompetista el contrabajo, menos que más tendríamos una Secretaria de Cultura que organiza encuentros internacionales sin anfitriones, sin publicidad gráfica impresa o radial y mucho menos televisiva… conciertos gratuitos sin asistencia masiva, fomentando un circuito de teatros coloniales donde el público se fue volviendo cada vez más exclusivo.
El silencio se transformó en característica primordial, el buen vestir un requisito. Luego nos quejamos: “¡La gente no consume teatro!” como si el arte fuera una mercancía de consumo. Es el turno de los especialistas. Urge una descolonización cultural para comprender que “todo espacio público es un espacio cultural”. Plaza 14 de Septiembre - dos guardias municipales: “Por favor, jóvenes, tienen que desalojar. Ésta es una plaza de armas”. “Oficial, por favor, vamos a tocar dos cuequitas más. El aporte es voluntario”. “Jóvenes, tienen que desalojar o vamos a tener que retirarlos por la fuerza, decomisar sus instrumentos”. Se reúne una multitud: “!Déjenlos tocar! ¡No los molesten!” - “No están haciendo daño…” - “!Agarren a los oficiales!” - “Oigan, no están haciendo nada malo” - “Es la primera vez que escuchamos jazz”. En la misma plaza, semanas más tarde, tenemos instalado el mercado de Babilonia, un gordito bonachón vestido de rojo sentado frente a la catedral, mirando como sigues “creyendo en mandamientos y curas” - diría el grillo. Todo tipo de gestión por parte del Estado debe ser asumida por profesionales idóneos en el área.
La gestión cultural en esta ciudad está agonizando. Termina confundida entre los aromas del puchero o campeona en un concurso de zapateo intenso en la feria del conejo. El desastroso FestiJazz en Cochabamba, del cual quedan afuera seis bandas, más de 20 músicos y artistas locales debido a una gestión cultural nula por parte de la Secretaria de Cultura, es solamente la punta del iceberg. Los expertos decidieron contar solamente con las agrupaciones internacionales puesto que son las que merecen más incentivo y apoyo por parte de nuestras autoridades… “No hay de queso nomás de papa”, o como diría mi abuelo “En casa de herrero, cuchillo de palo”: Cochabamba, cuna y semillero de artistas… a pesar de todo seguirá dando lo mejor de sí.