El jucumari: hábitat asechado
El oso jucumari, llamado también de anteojos, andino o conocido científicamente como Tremarctos ornatus, se encuentra en una situación crítica tanto en Bolivia como en el mundo. Esta especie figura como vulnerable en el Libro Rojo de Especies Amenazadas en el país, lo que refleja una amenaza latente para su supervivencia si no se toman acciones inmediatas.
Según la coordinadora del Programa Jucumari en la ONG Vida Silvestre, Andrea Fuentes Arze, la principal causa de esta vulnerabilidad radica en la pérdida de hábitat, que es una amenaza severa que abarca desde Venezuela hasta Bolivia, a lo largo de la cordillera de los Andes. La expansión de la frontera agrícola-ganadera y el crecimiento urbano están alterando drásticamente el entorno natural de estos osos, provocando un impacto directo en su supervivencia.
Sin embargo, la problemática no se limita solo a la pérdida de hábitat. Existe un conflicto significativo entre humanos y osos, debido a la competencia por acceder a los recursos alimentarios. Los osos, al perder parte de su alimentación natural, recurren a cultivos agrícolas y ganado vacuno, lo que desencadena en represalias por parte de las comunidades locales que ven amenazados sus medios de subsistencia.
La percepción negativa hacia los osos se ha arraigado en estas comunidades, generando tensiones que en muchos casos desembocan en la muerte de los animales.
La pérdida de hábitat lleva a los osos a abandonar sus áreas tradicionales por alimento, especialmente durante épocas como el chaqueo, una práctica que impacta de forma directa en estos animales. Los incendios provocados por el chaqueo destruyen el alimento principal de los osos en las zonas altas de montaña, forzándolos a buscar comida en áreas pobladas, aumentando así el conflicto con los humanos.
LA FRAGMENTACIÓN DEL HÁBITAT Y LA CONSERVACIÓN DEL OSO JUCUMARI
La deforestación se convierte en un factor crucial en la fragmentación de los hábitats del oso jucumari, señala Fuentes. Esta pérdida de bosque no solo interrumpe las conexiones naturales entre las áreas de alimentación y refugio de estos osos, sino que también incrementa su necesidad de desplazamiento en busca de comida. El impacto de la deforestación y la fragmentación son significativos, motivo por el cual se enfatiza la importancia de mantener áreas protegidas conectadas entre sí.
Un ejemplo ilustrativo de esta problemática se evidencia en la carretera de Cochabamba-Santa Cruz, en especial en la zona de Colomi, donde ocasionalmente se observan osos que buscan alimento. Esta área se encuentra distante de otras zonas importantes para la conservación de estos animales, como el Parque Carrasco, lo que expone a los osos que buscan recursos fuera de las áreas protegidas.
En cuanto a propuestas específicas para proteger esta especie en Bolivia, el Programa Jucumari es uno de los más recientes. Inició sus labores en 2021, adoptó una estrategia de conservación comunitaria y se enfoca en identificar zonas donde la distribución de la especie se superpone con áreas pobladas. Esta superposición representa un riesgo directo para los osos, ya que la caza furtiva es una amenaza inmediata y drástica para la supervivencia de estos animales.
El enfoque en la conservación comunitaria pretende comprender las necesidades y percepciones de las comunidades que comparten hábitat con los osos. Reconoce que el efecto de la presencia de estos animales en las comunidades locales puede ser significativo y se busca establecer estrategias de conservación que involucren a estas comunidades y fomenten su participación activa en la protección de la especie.
Asimismo, otros programas relevantes en Bolivia son el Proyecto de Carnívoros en Tarija, liderado por Jimena Vélez, que aborda de manera inteligente el conflicto entre osos y comunidades locales. Además, la Wildlife Conservation Society (WCS), en la ciudad de La Paz, realiza labores a nivel de paisajes extensos y trabaja no solo con osos, sino con la conservación integral de múltiples especies en áreas protegidas, como el Madidi y Lampopata, con investigadores destacados, como Robert Wallace.
MEDIDAS PARA MITIGAR EL PELIGRO DE EXTINCIÓN
La crítica situación de los osos jucumaris exige un abordaje integral que contemple tanto medidas individuales como acciones colectivas para evitar su extinción y restaurar sus poblaciones. ¿Qué estrategias podrían implementarse para lograr este objetivo?
Para Fuentes, el enfoque individual se centra en la educación y la sensibilización de la población. La comprensión y difusión de información precisa sobre la problemática que enfrentan estas especies es crucial. La falta de conocimiento y empatía, ejemplificada recientemente en el caso de un individuo que tomó a un oso sin considerar su bienestar, refleja la necesidad urgente de educación y conciencia sobre la importancia de preservar a estas criaturas.
La especialista también indicó que las medidas colectivas requieren un sólido apoyo institucional para activar acciones efectivas. Proteger el hábitat de los osos es prioritario; sin embargo, esto implica la implementación de mecanismos de protección que involucren activamente a las comunidades locales que comparten territorio con estas especies. Un respaldo gubernamental a nivel municipal, nacional e internacional es esencial para lograr una coexistencia legítima entre carnívoros y comunidades locales.
La articulación de esfuerzos es la clave para la preservación de estas especies. A pesar de contar con un plan de acción para la conservación de los osos andinos, este necesitará de un respaldo más sólido del gobierno y los municipios para tener un impacto significativo. Sin este apoyo institucional, los esfuerzos de ONG y fundaciones se verán limitados en su alcance y efectividad.
La educación continua es fundamental, tanto para las comunidades locales como para las poblaciones urbanas, con el fin de fomentar una conexión más profunda con la biodiversidad y la importancia de la coexistencia entre los seres humanos y la vida silvestre. Esto incluye comprender los roles ecológicos de los osos y su influencia en el equilibrio de los ecosistemas.
La importancia de la educación resuena de manera contundente en este desafío. Este es un problema de proporciones complejas que no se limita a las comunidades rurales, ya que la ignorancia sobre la problemática persiste tanto en zonas urbanas como en las áreas remotas. La conciencia debe extenderse a todos los rincones para abordar adecuadamente este dilema.
“El reciente incidente con el joven que tomó a un pequeño oso ejemplifica la necesidad urgente de educación. Este acto, aunque inicialmente bienintencionado, podría haber sentenciado al animal a una muerte prematura”, manifestó Fuentes. Según otros expertos como Fuentes, quien se dedica al estudio de osos, el cachorro no tenía ni un año y, al ser separado de su madre, quedó desprovisto de las habilidades de supervivencia cruciales que se adquieren durante al menos dos años de convivencia.
En cuanto a las áreas prioritarias de conservación, desde 2014 se cuenta con un estudio crucial denominado “Unidades de conservación prioritarias para el oso andino” en Perú y Bolivia. Este estudio identificó siete extensiones territoriales clave para la preservación de los osos. Una de ellas es la UCO Andes Centrales 5, en la región norte de Tiquipaya, donde el Programa Jucumari está llevando a cabo sus esfuerzos de conservación.
La sociedad en general, ya sea en áreas urbanas o rurales, puede contribuir de diversas maneras. Apoyar negocios que respalden la conservación de especies, como los proyectos que ofrecen productos con un valor agregado en términos de conservación, es vital. La difusión de información, sobre todo entre las familias y los niños, puede cambiar la perspectiva y fomentar un mayor respeto hacia la naturaleza.
DESAFÍO
Diversos proyectos, como Programa Jucumari, están adoptando un enfoque innovador, centrado en comprender y colaborar con las comunidades locales para encontrar soluciones sostenibles.
La premisa fundamental de este programa radica en la comprensión de la relación entre las comunidades locales y los osos andinos. Más que ofrecer soluciones desde una perspectiva externa, el proyecto se propone trabajar codo a codo con las personas que comparten su hábitat con estos majestuosos animales.
Fuentes destacó la importancia de abordar la conservación desde una visión legítima y un interés genuino por el bienestar de las comunidades. “No vamos a dar la solución, pero vamos a tratar de buscarla con ellos”, enfatizó.
En un contexto donde la prioridad muchas veces es la supervivencia diaria, el programa busca establecer relaciones de confianza con las comunidades. Esto implica un proceso que toma tiempo, pero que es esencial para construir colaboraciones sólidas y duraderas. El proyecto se enfrenta a la realidad de que la conservación debe ir de la mano con mejoras en la calidad de vida de las personas.
Su estrategia encuentra resonancia en otros proyectos de conservación en el mundo. Grandes organizaciones no gubernamentales, como la WWF y la WCS, también han reconocido la importancia de incorporar iniciativas económicas sostenibles para lograr una conservación efectiva.
Un ejemplo de esta estrategia se observa en proyectos que involucran áreas protegidas. En lugar de imponer restricciones a las comunidades locales, se trabaja en conjunto para comprender sus necesidades y analizar alternativas sostenibles. Ejemplos concretos incluyen iniciativas de turismo ecológico que valoran el ecosistema y benefician a las comunidades sin explotar los recursos naturales.