Internet: 3 de cada 10 adolescentes en Bolivia callan frente a la violencia que sufren
Un preocupante silencio envuelve las experiencias negativas que viven los adolescentes bolivianos en el mundo digital, según datos revelados por un estudio pionero en el país, titulado “Navegando entre Riesgos Invisibles y Oportunidades Reales”.
Este estudio revela que alrededor del 31 por ciento de los menores que sufren un trato ofensivo en línea o en persona opta por no contárselo a nadie. Esta alarmante tendencia al silencio, que es aún más pronunciada en los varones (4 de cada 10), invisibiliza un problema creciente y deja a una parte de la juventud sin redes de apoyo frente a los peligros de la violencia facilitada por la tecnología.
La investigación, la primera de su tipo en Bolivia, fue llevada a cabo por el Instituto de Investigaciones en Ciencias del Comportamiento (IICC) de la Universidad Católica Boliviana “San Pablo”, en colaboración con Save the Children y ChildFund Bolivia.
A través de una encuesta nacional a 1,200 adolescentes y 16 grupos focales, el informe ofrece una radiografía detallada de una realidad de doble filo: un espacio digital lleno de oportunidades, pero también de riesgos graves que los menores enfrentan en soledad.
La normalización de la violencia y el refugio en los padres
El estudio evidencia que el ciberbullying es un fenómeno “muy común y normalizado” entre los adolescentes, quienes a menudo tienen dificultades para distinguir entre una broma y una agresión.
Un 20.65 por ciento de los encuestados afirma haber recibido un trato ofensivo a través de internet. Cuando deciden hablar, la principal figura de apoyo son los padres; un 29.15 por ciento de las víctimas de maltrato en línea recurrió a ellos. Sin embargo, el dato más revelador es el alto porcentaje que elige callar.
Esta violencia no se limita al acoso, ya que los adolescentes están expuestos a una variedad de contenidos perjudiciales. El 30.96 por ciento ha visto imágenes violentas o sangrientas, y un 30.27 por ciento ha encontrado contenido sobre formas de autolesionarse, siendo las mujeres las más expuestas a este tipo de publicaciones.
La violencia sexual facilitada por la tecnología es otra de las amenazas latentes. Un 16.42 por ciento de los encuestados recibió mensajes, fotos o videos con contenido sexual sin su consentimiento, una cifra que es mayor en las mujeres (17.17 por ciento) que en los hombres (12.35 por ciento).
Además, a las adolescentes se les pide con mucha más frecuencia que envíen fotos de sus partes íntimas (7.33 por ciento de mujeres frente a 1.17 por ciento de hombres). El estudio identifica a las adolescentes de 13 a 14 años, de nivel socioeconómico bajo y no indígenas, como el grupo de mayor vulnerabilidad, con 9 veces más riesgo de recibir este tipo de solicitudes.
¿Por qué el silencio? El informe sugiere que este silencio puede estar alimentado por una profunda brecha digital intergeneracional. Los adolescentes perciben que tienen mayores habilidades digitales que sus padres, lo que dificulta una mediación efectiva.
La estrategia principal de los padres tiende a ser la “mediación restrictiva”, enfocada en limitar el tiempo de uso (aplicada por el 56.5 por ciento en el grupo de 13-14 años), en lugar de una “mediación activa” basada en el diálogo y la orientación.
Esta falta de acompañamiento activo puede hacer que los adolescentes no se sientan en confianza para compartir sus malas experiencias. Irónicamente, el estudio encontró que una menor mediación restrictiva se asocia con una mayor autopercepción de habilidades digitales de seguridad por parte de los jóvenes.
Esto indica que la prohibición no necesariamente protege, y podría limitar el desarrollo de las competencias necesarias para navegar de forma segura.
Oportunidades y conexión
A pesar de los riesgos, el mundo digital es también un espacio vital para el desarrollo de los adolescentes. Las actividades más frecuentes son la comunicación (61.75 por ciento), los juegos en línea (59.67 por ciento) y la búsqueda de información (46.75 por ciento).
Los videojuegos, en particular, se han consolidado como “entornos privilegiados para la socialización entre pares y amigos”.
El ámbito educativo también se beneficia, aunque de forma secundaria.
Los adolescentes utilizan YouTube para ver tutoriales y herramientas de IA como “Luzia” para hacer sus tareas. El 93.3 por ciento cuenta con un celular con acceso a internet, lo que democratiza las posibilidades de aprendizaje y conexión, pero a la vez los expone constantemente a los riesgos mencionados.
Una responsabilidad compartida
Ante este panorama, los investigadores concluyen que la protección de los niños, niñas y adolescentes en el entorno digital debe ser una corresponsabilidad entre el Estado, las plataformas tecnológicas y las familias.
Entre las recomendaciones más importantes, en el informe se incluye la actualización del marco normativo boliviano para abordar explícitamente la violencia digital, exigir a las plataformas que diseñen entornos seguros por defecto y fomentar en las familias una mediación activa que priorice la comunicación sobre la restricción.
“Nosotros como ONGs dentro de los proyectos que manejamos tenemos plataformas donde enseñamos a las niñas y niños el tema de cuidados digitales, los riesgos que existen, cómo deben proteger sus redes sociales, sus contraseñas; también capacitar a los maestros, padres, para que puedan acompañar a los niños en una navegación segura”, añadió Madeleine Cruz, especialista de protección infantil e incidencia de ChildFund en Bolivia.
Por su parte, la secretaria de Desarrollo Humano del municipio de Cochabamba, Jenny Rivero, destacó este estudio que permitirá reforzar las medidas de seguridad de los niños y adolescentes en el entorno digital. “Tenemos que darle continuidad y sostenibilidad a este proyecto y al tema del acoso digital”, mencionó.
De esta forma, el estudio “Navegando entre Riesgos Invisibles y Oportunidades Reales” se convierte en una herramienta para visibilizar una realidad compleja y urgente y, romper el silencio del 31 por ciento de los adolescentes que sufren en soledad es el primer paso para construir un ecosistema digital donde las oportunidades reales prevalezcan sobr e los riesgos invisibles en nuestra sociedad.
El grupo de mayor riesgo frente a la violencia sexual digital
Las adolescentes mujeres de 13 a 14 años, de nivel socioeconómico bajo y no indígenas, constituyen el grupo de mayor vulnerabilidad frente a la violencia sexual en el entorno digital. Según el estudio “Navegando entre Riesgos Invisibles y Oportunidades Reales”, este grupo tiene 9 veces más probabilidades de que les soliciten fotos o videos de contenido sexual en comparación con otros adolescentes.
El informe, realizado por el IICC de la Universidad Católica Boliviana, Save the Children y ChildFund Bolivia, revela que el 16.42 por ciento de todos los adolescentes ha recibido contenido sexual sin su consentimiento, siendo las mujeres las más afectadas.
Los hallazgos cualitativos de la investigación profundizan en la naturaleza de este acoso, identificando el envío no solicitado de fotos de genitales masculinos y la presencia de comentarios lascivos en publicaciones como las formas más recurrentes de hostigamiento. Contrario a la creencia popular de que el peligro proviene únicamente de extraños, el estudio revela que, en los casos donde se solicitó un acto sexual o el envío de imágenes privadas sin consentimiento, el agresor solía ser un amigo o conocido mayor de 18 años con el que la víctima había tenido contacto presencial.
Los investigadores concluyen que esta marcada diferencia de género en la victimización no es casual, sino una manifestación de las desigualdades estructurales que persisten en la sociedad y se replican en el entorno digital. El informe critica las estrategias de protección que a menudo responsabilizan a las niñas de su propio cuidado, instándolas a “comportarse de manera ‘decente’” en línea, lo que limita su participación y puede generar sentimientos de culpa en las víctimas.
Por ello, se subraya la urgencia de abordar las causas de la violencia de género tanto fuera como dentro del espacio digital para garantizar una protección real y efectiva para las más vulnerables.
El control parental
El informe halló que los adolescentes que reportaron una baja mediación restrictiva por parte de sus padres mostraron una mayor autopercepción de tener habilidades de seguridad altas (50.66%). En contraste, a mayor restricción, la percepción de habilidades tiende a ser menor.
Este dato sugiere, según los investigadores, que el diálogo y la “mediación activa” son más efectivos que la simple prohibición para fortalecer las competencias críticas que los jóvenes necesitan para navegar seguros en el complejo entorno digital.
El peligroso salto del contacto virtual al encuentro físico
Según la investigación, un 44.08 por ciento de los adolescentes ha tenido contacto en línea con alguien que no conocía, y de ese grupo, un preocupante 40.64 por ciento llegó a encontrarse cara a cara con esa persona.
El estudio, que encuestó a más de mil adolescentes, detalla que si bien la mayoría de estos encuentros fueron con personas de edad similar (85.71 por ciento), un 14.29 por ciento se reunió con un adulto.
De los adolescentes que se encontraron con un adulto, el 10 por ciento reportó haberse sentido mal tras la experiencia. Estos datos exponen un riesgo tangible y subrayan la importancia de educar a los jóvenes sobre los peligros de los encuentros offline con contactos virtuales.