Personas buenas que hacen cosas malas por las razones correctas
¿Alguna vez tomaste una decisión que parecía incorrecta, pero sentiste que era lo único que podías hacer? ¡Yo sí!, es más, no fue hace muchos años que me encontré en la encrucijada entre decir la verdad y desencadenar un problema muy serio u omitir algún detalle y guardar silencio. Este tema surgió para reflexionarlo con ustedes gracias a una charla hermosa, informal y espontánea que tuve con dos queridas amigas, Xime y Rosita. En esa conversación, abrí mi corazón y compartí aquel desagradable suceso que hoy me lleva a profundizar sobre esta idea.
La dualidad del ser humano a veces complejiza la moralidad, muchas veces podemos tener buenos valores, pero, bajo circunstancias específicas, podemos actuar en contra de esos mismos valores. El papel de las circunstancias es protagónico, pues muchas veces las buenas intenciones justifican acciones moralmente dudosas, aquí me quedo pensando ¿importa más el motivo o el acto? Situaciones extremas pueden sacar lo mejor o lo peor de las personas y esas decisiones pueden definirlas. La línea entre lo correcto y lo incorrecto a veces se torna muy delgada pues no sólo influye el contexto, también la perspectiva. Yo sé que todos, incluso tú que me estás leyendo, en algún momento enfrentaste una decisión difícil donde estuviste en una situación compleja que confrontaron tus valores. En algunos casos, las personas buenas pueden razonar que un mal acto es necesario para lograr un bien mayor. Este tipo de pensamiento ha sido tema de debate filosófico durante siglos expresado en la famosa frase “el fin justifica los medios”.
No soy persona que razona la mentira, no estoy de acuerdo en categorizarla, la mentira es mentira, sólo que cuando me encuentro con casos como: un padre que miente a su hijo diciendo que “todo estará bien” cuando en realidad enfrenta una situación económica difícil. O un médico que suaviza un diagnóstico grave para dar esperanza al paciente y a la familia. Son ejemplos que me llevan a poner la compasión por encima de la verdad.
¿Qué podemos decir de una madre que roba comida para alimentar a sus hijos hambrientos?, ¿o un trabajador que filtra información de una empresa para exponer una práctica corrupta o peligrosa para la sociedad? Estos actos son cuestionables, pero protegen a otros.
¿Qué dices de aquel líder que decide despedir a un grupo de empleados para salvar la empresa y proteger otros trabajos¿? ¿o un amigo que se aleja de alguien que ama porque sabe que esa relación le está haciendo daño? Definitivamente son decisiones difíciles para evitar males mayores.
Hace años enseñaba sobre Ética Situacional, jamás en los grupos de estudio pude evitar el debate ¿es la moralidad absoluta o relativa? ¿Cómo decidir en situaciones difíciles? ¿Cuánto pesan las intenciones? Existen quienes están a favor de ella y reconocen que las personas enfrentan dilemas morales complejos y priorizan el bienestar y las consecuencias sobre el cumplimiento ciego de normas. Sin embargo, quienes están en contra aluden que puede llevar a decisiones subjetivas o podría usarse como excusa para comportamiento éticamente cuestionables. Les doy la razón a ambos.
De una u otra, considero que Dios, además de conocer la intención de tu corazón, nos dotó de inteligencia, criticidad y juicio para tomar la mejor decisión posible en los momentos difíciles, no aplaudo pasarme un semáforo en rojo, es más, lo condeno, pero si estoy llevando a una persona al hospital, sin duda, lo haré… (creo que algo así sentí cuando omití decir la verdad en aquel momento crucial hace años).