Ocho especies de árboles nativos están en peligro de extinción
La depredación provocada por el ser humano generó que al menos ocho especies de árboles nativos estén en el Libro Rojo de biodiversidad en peligro de extinción en Bolivia. Sin embargo, el Proyecto de Biodiversidad de la Gobernación (ProBio) trabaja para salvarlas.
Las especies señaladas en el libro son: tipa, jacarandá y quewiña del Parque Tunari, que están en estado vulnerable; el algarrobo de ladera en preocupación menor; la quewiña del cono sur y el sahuinto en peligro. Asimismo, se trabaja con el molle, por ser una especie protegida.
Cada especie beneficia de alguna forma al ecosistema y, por tanto, fueron explotadas por el ser humano, pero no se repusieron. A esto se suma que la quewiña fue la más estudiada en relación al resto. Por lo cual, sólo de ella se conoce que su población se redujo a tan sólo el 10 por ciento, señaló el responsable de conservación de ProBio, Omar Osco.
Depredación
El sahuinto es un árbol que se encuentra en el cono sur. Solía existir abundantemente, pero su población se redujo hasta ser la especie de árbol más amenazada de todas, según Osco.
“Ayuda a conservar el agua, sirve para sanar enfermedades y su fruto es utilizado para engordar al ganado. Pero, se fue extrayendo y no se repuso”, indicó.
Asimismo, señaló que cuanto más cerca están las especies de los poblados y la urbe, mayor es la depredación.
Algo similar pasó con la quewiña, que es la otra especie en mayor peligro de extinción. Existen 13 tipos de quewiña, de los cuales nueve se encuentran en Cochabamba y todos están en peligro.
La quewiña del cono sur atraviesa la situación más crítica. Luego, está la que habita en el Parque Tunari. Ambas tienen características similares que llaman la atención de las personas para su explotación.
Un factor que se busca es su madera, pues funciona como carbón vegetal. Por otro lado, sus hojas pequeñas se convierten en un excelente abono, por lo que la tierra alrededor del árbol es altamente productiva, explicó Osco.
“La gente empieza a ganarle terreno a los árboles para producir en su lugar. Sin darse cuenta que depredan a las quewiñas”, aseveró.
Por otro lado, están el jacarandá y la tipa. Ambas especies habitaban principalmente en zonas urbanas. El crecimiento de la urbe redujo considerablemente su población. “Se está recuperando de algún modo el jacarandá por sus flores. Pero, en el campo se extrae”, agregó el responsable de conservación.
De igual modo, el algarrobo de ladera prácticamente fue reemplazado por pinos y eucaliptos. “Ya casi no se ven”, aseveró Osco.
Finalmente, está el molle. Si bien no se encuentra en alto riesgo, se trata de una especie protegida, por lo cual se trabaja para su preservación. “Es una especie maderable, pero, además se tiene la creencia, en el campo, de que atrae duendes. Por este motivo, mucha gente lo taló”, indicó.
A esto se suma, los innumerables incendios que cada año generan la pérdida de miles de hectáreas en todos los bosques del departamento.
Proyecto de recuperación
Ante esta situación de depredación y pérdida de especies nativas, ProBio ejecutó un proyecto piloto el 2017. El objetivo era producir 25.000 plantines, buscando los mejores mecanismos.
No obstante, como resultado se obtuvieron 30.000 plantines de todas las especies que actualmente se utilizan para reforestar el Tunari y otros municipios.
Ahora el proyecto piloto pasará a manos de una fundación, cuyo objetivo será generar 2 millones de plantines durante esta gestión. Luego, se utilizarán para recuperar bosques.
Asimismo, esta labor de reforestación estará acompañada por un trabajo de concientización comunitaria. El objetivo es que los pobladores se conviertan en protectores de estas especies y ya no sean depredadores.
“Es un trabajo arduo, porque la idea de restaurar es más complicada de comprender por los comunarios. A diferencia de la idea de producir, pues siempre se considera que se pueden extraer diferentes elementos”, señaló
Sin embargo, la conciencia se debe generar en toda la población. “Entre todos tenemos que cuidar, porque el beneficio es para toda Cochabamba”, dijo el director del Parque Tunari, Héctor Bejarano.
Forestación es menor. Cada año se deforestan más de 3.000 hectáreas, pero sólo se forestan 1.000, según el Ministerio de Medio Ambiente y Agua.
DATOS
Reforestación 2017. Según datos de la Gobernación, se plantaron al menos 1 millón de plantines, pero algunos municipios también tienen viveros y no solicitan a la entidad departamental.
No todos se independizan. Al menos el 20 por ciento de los plantines no logran llegar a la edad adulta, pues no consiguen crecer por su cuenta.
Métodos contra la sequía. La falta de agua generó que se recurra al hidrogel para lograr que las plantas no mueran con facilidad en los intentos de forestar.
SOSTIENEN EL SUELO Y GENERAN HUMEDAD
Los árboles y bosques tienen gran cantidad de beneficios para la población. Entre los más importantes están: generan humedad, atraen y retienen la lluvia. Además, sostienen el suelo con sus raíces.
Asimismo, los árboles nativos de Cochabamba tienen la facultad de retener el agua en sus raíces, lo cual genera los manantiales subterráneos, de los cuales mucha gente se abastece de agua.
En tanto, en la urbe, los árboles permiten refrescar los diferentes sectores de la ciudad y alivianar las islas de calor.
GOBERNACIÓN APROVECHA LLUVIA PARA REFORESTAR
La mejor época para reforestar este 2018 es hasta marzo, por las lluvias. Por este motivo, la Gobernación ejecutó tres campañas de forestación hasta la fecha. Esto representa al menos 4.000 plantines, sin contar los que se colocaron ayer.
El secretario de la Madre Tierra de la Gobernación, Gonzalo Muñoz, informó que en cada campaña se plantaron entre 1.700 a 2.000 árboles. Por lo cual, en dos campañas se llegó a 4.000.
No obstante, la proyección para la tercera era llegar hasta 20.000, pues se contaba con 2.000 voluntarios. En las dos primeras se disponía de 120. Se espera que en la última campaña, el 4 de marzo, haya la misma cantidad de voluntarios.
La campaña denominada “Plantemos vida en el Tunari” busca recuperar las zonas donde se registraron incendios las pasadas gestiones. Asimismo, plantar árboles nativos y devolver el equilibrio al ecosistema de Cochabamba.
Muñoz indicó que las especies que se están utilizando son: molles, tipas, retama, quewiña, kiswara y lluvia de oro. El objetivo es llegar hasta zonas altas del parque y no sólo quedarse en la parte baja.
La primera forestación se llevó a cabo en una zona del Tunari que corresponde a Cercado. La segunda fue en la cuenca Taquiña, en la zona de Cochabamba.
La tercera fue en la misma cuenca, pero en el sector de Tiquipaya en la comunidad de Linku Pata, de manera paralela la labor se realizó en el río Khora del mismo municipio, informó el secretario de Madre Tierra.
FORESTACIÓN EN CERCADO
Plan propone forestar y reforestar con 1,5 millones de árboles en 10 años
Luego de la elaboración del Plan Maestro de Forestación de Cochabamba, la Alcaldía se planteó el objetivo de reforestar con 1,5 millones de árboles en 10 años. Sólo hasta el 2020 se tiene proyectado colocar 70.000 plantines, según la unidad de forestación del municipio.
Durante el 2017, se forestó con aproximadamente 17.000 plantines. El objetivo, para esta gestión, es llegar a 20.000.
Para ejecutar esta labor, se dividió la ciudad en macrozonas y microzonas. Las primeras son aquellos espacios verdes donde no se hay asentamientos humanos como la laguna Alalay, Coña Coña, torrenteras y el Cerro San Pedro.
En tanto, las microzonas son aquellos espacios rodeados por viviendas como plazas, parques y rotondas. No obstante, de éstas también se ocupa la Empresa Municipal de Áreas Verdes y Recreación Alternativa (Emavra).
Esta acción se asume con principal preocupación, debido a los resultados del diagnóstico del plan de forestación y reforestación. El documento determinó que a penas hay tres árboles por cada cuadra, al norte y centro de la ciudad.
Sin embargo, la situación empeora de la avenida Aroma hacia el sur donde hay un árbol cada tres cuadras.