El nuevo sur, la ciudad clandestina que crece y fragmenta sus recursos
Si antes la zona sur equivalía a ir por la final Panamericana, La Tamborada, la Villa 1ro de Mayo y K’ara K’ara, ahora todo eso ha cambiado. Hay una verdadera ciudadela que crece rápidamente en medio del maquillaje del asfalto y que deja ver la intensa migración que recibe Cochabamba, pero también las desigualdades sociales.
“Aquí no hay agua, nada, ni una gota”, es lo primero que dijo Jhaneth Felipe, que es parte de las nuevas familias que están poblando el barrio Los Olivos, en el extremo sur de la ciudad, donde antes sólo habían cerros con tunas y otras plantas resistentes al sol.
Su casa está encajonada junto a otras cientos de viviendas en un cerro, aún no tiene papeles y tampoco alcantarillado. En medio de las infraestructuras sencillas resaltan unos cuantos edificios, que además son los únicos con muros . La mayoría de las construcciones ni siquiera tienen pared, algunas sólo un cerco con piedras del lugar.
La necesidad de un techo propio es lo que lleva a familias como las de Jhaneth Felipe a vivir en estos barrios.
“La gente se compra un lotecito y como sea hace su casita por no pagar alquiler, como sea se viene a vivir aquí (…). No tenemos planimetrías y las casas aún no tienen papeles para entrar a la amnistía. Hay lugares donde no hay ni alumbrado público”, contó.
Los “aguateros” tienen un mercado interminable en los nuevos barrios Los Olivos, K’asa Wasa, Nueva Esperanza, Tiquirani, Villa Flores, Santo Domingo y otros que configuran las tres mancomunidades cercanas al botadero: K’ara K’ara, Pampa San Miguel y Arrumani, que están en el recién creado Distrito 15.
Un turril con 200 litros de agua se vende en 7 bolivianos y dura unos tres días. “Usamos para todo: cocinar, lavar, bañarnos”, dijo Jhaneth. Sin embargo, quienes viven en la punta del cerro pagan más y tienen que reunirse entre varios vecinos para que una de las cisternas suba por un camino empinado y pedregoso.
Por lo general, en la puerta de cada casa hay turriles y tanques. Los últimos se tapan herméticamente para que no les entre polvo. Aún son pocas las casas que tienen pozo ciego de baño, el resto improvisa.
Uso de recursos
La precariedad de las casas contrasta con las vías asfaltadas, las canchas deportivas, las sedes culturales y los letreros que identifican a los barrios, que se hacen con fondos del plan de contingencia.
Cada mancomunidad recibe al año entre 15 y 18 millones de bolivianos para obras que compensen el daño por la contaminación del botadero de K’ara K’ara, al margen de los recursos de Coparticipación Tributaria del Distrito 9, explicó el secretario de Gobernabilidad de la Alcaldía, César Navarro.
Son unos 54 millones de bolivianos que cada año se van a obras casi insulsas como tinglados, centros culturales que no funcionan y áreas verdes frente a las necesidades de agua, salud, educación y saneamiento básico.
Hasta 2018 existían 15 centros culturales, 200 canchas deportivas con tinglado y vías asfaltadas, que se hicieron con los recursos del plan de contingencia del botadero.
El concejal Carlos Coca dijo: “Lamentablemente los dirigentes se limitan a hacer un maquillaje en sus zonas, cuando deberían presentar proyectos integrales a la Alcaldía y dejarse de mezquindades y de estar fraccionando los recursos”. Siguió: “La gente que está habitando el extremo sur lleva una vida de millonarios porque tiene que hacer gastos fuertes para tener agua, luz y transporte”.
Navarro explicó que el Distrito 15 es una disgregación de lo que originalmente era el Distrito 9, que recibe recursos del plan de contingencia por el daño ambiental del botadero. Sobre la tendencia de invertir en campos deportivos y no tanto en educación dijo: “Nosotros como municipio siempre hemos orientado a que primero se completen los servicios básicos como redes de agua y alcantarillado”.
Sin embargo, “es la parte social y dirigencial la que prioriza la ejecución de sus obras, siempre hemos tenido ese problema”.
“Hay una Cochabamba que no se muestra ni en los planos”
Análisis de Carmen Ledo, Directora Ceplag de la UMSS
Lamentablemente el mercado de tierras y la falta de una vivienda hacen que la gente entre en desesperación. Entonces, busca cualquier solución para algo tan fundamental como tener donde dormir.
En ese sentido, vemos que no podemos llamar calidad de vida a estar viviendo en cajitas de fósforo. Pero, sensiblemente, muchos han accedido a la tierra a través de asentamientos informales o loteamientos que no están regularizados. En cambio, otros han sido estafados, como la gente que muere en los deslizamientos en las torrenteras en época de lluvia.
El asfalto es sólo un maquillaje que pretende tapar los huequitos. Cuando he vuelto a K’ara K’ara he quedado con esa situación de tristeza: K’ara K’ara está asfaltada, uno piensa que ese maquillaje ha cambiado el tema de los lixiviados, pero siguen matando gente. Empiezas a sufrir de forma muy marcada este drama.
El desorden se ha generado por la falta de la aplicación de las normas que posibiliten entender que estamos en un riesgo muy grande como sociedad , que involucra tener una Cochabamba de los excluidos, marginados. Una Cochabamba que no se muestra ni en los planos.
Testimonios
"Necesitamos todo, agua, alcantarillado. Hay una escuela y antes faltaban profesores. Hay mucha inseguridad en la madrugada. Recién somos una OTB. El hospital está lejos, tenemos que ir hasta Villa Pagador"
Victoria Condori
Vecina K’asa Wasa
"Nosotros no tenemos recursos, porque la gente no se ha censado aquí. Por eso, nuestra OTB no tiene recursos. Hay poco transporte, feriados y domingos ni siquiera aparece. En época de lluvia es feo no se puede ni caminar"
Cintia Choque
Vecina Los Olivos
"La escuela (San Nicolás) hay que mejorarla, tiene deficiencias, los baños son pésimos, toda la infraestructura está mal, no hay cursos. El patio es pura piedra. Los niños se caen, se rompen la cabeza”
Jhaneth Felipe
Vecina Los Olivos