La importancia de la familia en la literatura
La familia suele ser uno de los temas principales en nuestra ciudad. Por el mismo hecho de tratarse de una sociedad conservadora, el eje familiar es tan especial que incluso se lo puede calificar como “sagrado” en Cochabamba.
Tan fuerte es esta característica que de hecho, cuando un cochabambino describe a su familia, generalmente involucra anécdotas similares a los de sus compañeros. La simpatía surge casi de manera innata cuando se trata de problemas familiares, desde el orgullo del padre hasta la sacrificada actitud de la madre y la terquedad de los hijos. Un núcleo familiar que sorprende a todo extranjero que tiene la oportunidad de apreciarlo.
En el libro “Siempre fuimos familia” de Gonzalo Lema, el lector se adentra a la lógica familiar cochabambina desde distintos puntos de vista. La trama gira en torno a la historia de una familia que tiene de todo un poco. El padre ya demasiado viejo, la madre eternamente insatisfecha con su hogar, un hijo hecho al macho que no pudo con un rechazo amoroso, una hija que pretende llevar una buena vida de casada y se entera de que su esposo tiene una amante y un hijo homosexual que, debido a las constantes críticas y actitud de rechazo desde su propia familia, decide mudarse al exterior donde la gente suele ser más tolerante y de mente abierta.
En el transcurso de poco más de una semana, el lector es llevado con agilidad y dinamismo en la historia de esta familia y sus allegados. Cada personaje tiene sus conflictos en lo profundo de su ser que, como a todo cochabambino, le cuesta aceptar y poner solución y seguir adelante.
En tiempo presente con fugaces miradas al pasado, esta impresionante novela te hace reflexionar sobre el futuro de esta divertida y problemática familia, así como en el porvenir propio. Dentro lo cotidiano hay tantos dramas, tantas historias con gente que libra sus propias batallas monumentales. Con una mezcla de risas, nostalgia y algunas lágrimas, Gonzalo Lema le hará vivir una semana inolvidable de la mano de cada uno de sus personajes.
En mi opinión, es una novela a la que sólo me gustaría aumentar páginas. Es difícil dar una conclusión cuando se tratan de historias personales, más aún cuando es un género realista, basado en protagonistas similares a nosotros. Un cierre en una obra que llega a impactar al lector siempre acarreará cierta tristeza y duda sobre lo que vendrá después. Esto es algo inevitable, pero tras ese sabor amargo al finalizar la lectura, llega un dulzor especial que te hace resignar a la brevedad de la obra con nada menos que 310 páginas.