La historia se hace presente: Convento de Tarata
El puente de Melgarejo, los choricitos junto a su chicha y la casi extinta casa de Estaban Arze son algunas de las atracciones que tiene el histórico municipio de Tarata.
El lugar es reconocido por su tradición musical y por ser cuna de personajes que marcaron el rumbo del país.
En medio de este poblado, se encuentra el convento San José de Tarata, ahora convertido en casa de retiro, con una parte dispuesta como museo de lo que fuere la casa de paso para los sacerdotes misioneros que llegaban en tiempos de la colonia.
Las puertas del otrora monasterio se abren para recibir a turistas locales y externos. El clásico jardín al centro de la construcción ostenta un par de esculturas que muestran a San Francisco de Asís y a un ciervo, en medio de la naturaleza.
El recorrido del museo empieza con cerámicas precolombinas como una muestra de la cultura que los sacerdotes recién llegados debían conocer. Prosigue con la vestimenta eclesiástica que era utilizada hasta antes del Concilio Vaticano II: estolas y hábitos lucen bordados con hilos de oro.
Entre las piezas que se exhiben, se puede apreciar libros que datan del siglo XVI y muestras de los primeros trabajos en imprenta. Además, se lucen cuadros barrocos de distintas escuelas, preservados a pesar del tiempo.
Llama mucho la atención la conservación de tres espacios: una celda, el cuarto de refrigeración y la sala de la conservación de vinos.
Las llamadas celdas eran las habitaciones de los misioneros que llegaban para partir a lugares más alejados como la Chiquitanía. El ambiente cuenta con una cama, un escritorio y el ropero, todo muy estrecho.
El cuarto de refrigeración cuenta con paredes más gruesas que las demás y con troncos donde se colgaban la carne u otros alimentos. El espacio es más fresco que el resto de la casa.
En la sala de vinos se pueden ver todavía los cántaros donde se maceraba el vino por al menos seis meses y, al fondo, se ve una prensa pequeña donde se exprimían las uvas. Actualmente ya no se produce vino en el convento.
Finalmente, al concluir el recorrido, puede leerse el lema de la puerta: “Dominus benedicat exitum et introitum tuum” (Dios bendiga su salida).
La conservación y el guía del convento son un lujo. La entrada es gratuita, con aporte voluntario. Vale la pena visitarlo cuando se vaya a la linda Tarata.
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