Escándalo de la carne causa daño más amplio al sector corporativo de Brasil
Joe Leahy
Cuando Flavio Evers Cassou, un empleado de JBS (la mayor empacadora cárnica del mundo), dejó un enfriador grande de carne en casa de una amiga en Brasil el año pasado, no imaginó la crisis de confianza que causaría en la industria y en el sector empresarial del país en general.
La amiga era María do Rocio Nascimento, principal inspectora de productos de origen animal en Paraná. Y la carne, entregada junto con cierta cantidad de dinero en efectivo, era presuntamente un soborno por firmar certificados de salud para productos de JBS, según lo indicado en una orden judicial.
Sin que el par de individuos lo supiera, oficiales de la Policía federal filmaban y grababan en secreto las conversaciones entre ellos. La semana pasada, la Policía arrestó Cassou, Nascimento y a otras 36 personas por presuntamente ayudar a liderar una maquinación mediante la cual corruptos funcionarios sanitarios emitieron ciegamente certificados para exportar carne a Europa y China sin inspeccionar los cargamentos.
Los documentos del tribunal enumeran 21 compañías involucradas en la maquinación, incluyendo a unidades de las compañías de carnes procesadas JBS, Seara, y BRF, la mayor exportadora avícola del mundo.
Además, se alega que los funcionarios hicieron la vista gorda mientras los productores menos conocidos convertían carne putrefacta en mortadela o ilegalmente molían cabezas de cerdo para producir salchichas. Como resultado, China, Hong Kong, Japón, la Unión Europea (UE), Canadá, Egipto y Chile anunciaron suspensiones totales o parciales de la importación de carne brasileña.
El creciente escándalo es sólo el último en una retahíla de perniciosas revelaciones en sacudir al sector corporativo brasileño, que ya enfrenta la peor recesión en la mayor economía de Latinoamérica.
En 2015, Petrobras estuvo a punto de caer en bancarrota técnica por la investigación de un soborno y pagos “bajo cuerda” que involucra a políticos, exdirectores y contratistas.
Luego tocó turno a Odebrecht. La gigante de la construcción admitió el año pasado la creación de un sistema internacional de sobornos para lograr contratos públicos en 12 países.
Por tanto, la revelación de corrupción en la industria alimentaria es otra señal de que Brasil necesita tomar más medidas para mejorar la gobernanza, opinan los analistas.
Con exportaciones a 160 países, la industria cárnica de Brasil representa 12,6 mil millones de dólares de sus exportaciones: 0,7 por ciento del PIB. China representa un tercio de esas exportaciones, que también llegan a Chile, Rusia y Medio Oriente.
Se espera que la controversia afecte más profundamente a BRF porque la mayor parte de su producción se lleva a cabo en Brasil. Tras una década de adquisiciones en el extranjero, JBS genera 73 por ciento de sus ingresos de subsidiarias en Estados Unidos, Australia, Europa y Canadá, disminuyendo su exposición al escándalo.
JBS y BRF, las compañías más grandes presuntamente involucradas, han negado vehementemente las acusaciones más extravagantes, como que vendieron carne podrida o productos infectados con salmonela.
JBS advierte que ninguno de sus ejecutivos fue arrestado, y que los investigadores no hicieron una redada en su oficina central, sino sólo en tres plantas regionales. Ambas compañías aseguran estar en contra de la corrupción y que apoyan la investigación.
Los políticos y los cabilderos políticos se quejaron de que la reputación del sector está siendo empañada por el comportamiento criminal de un grupo muy pequeño.
La Asociación Brasileña de Proteína Animal (ABPA), un grupo de cabildeo de la industria, alega que la industria cárnica global es tan competitiva que las otras empresas se habrían aprovechado de cualquier problema. De 853 mil envíos el año pasado, indica la Asociación, se hallaron problemas en sólo 184 y muchos no estaban relacionados con asuntos sanitarios.
Incluso la Policía indicó que la investigación no significa que la corrupción sea sistémica en la industria alimentaria. La campaña de relaciones públicas ha ayudado a estabilizar las acciones de JBS y BRF, que inicialmente cayeron casi un 8 por ciento.
Moody's Investors Service señaló: "Los altos estándares sanitarios y la historia de seguridad en cuestión de animales y de productos de las exportaciones brasileñas debieran mitigar los riesgos de medidas adversas temporales o permanentes adicionales por parte de los socios comerciales". Sin embargo, Moody's agregó que también era difícil decir cuánto tiempo tomaría reparar las ventas.
El daño a la reputación de la industria persistirá. Los medios sociales brasileños estaban llenos de bromas sobre el escándalo, con fotografías de rollos de papel higiénico preparados para una parrillada en referencia a un comentario policial de que el cartón había llegado a formar parte de la carne procesada, un punto que funcionarios del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento posteriormente refutaron.
"Este asunto necesita resolverse rápidamente", afirmó Sérgio de Zen, un investigador de la industria ganadera en el Centro de Estudios Avanzados en Economía Aplicada de Brasil (Cepea). "China, por ejemplo, es un enorme importador de carne brasileña. No podemos reemplazar ese mercado de un día para otro".