Los qollqas de Quillacollo peligran por presión urbana
Las qollqas incaicos (silos de maíz), además, de sitios funerarios y bosques nativos de la serranía de Cota en Quillacollo corren el riesgo de ser urbanizadas tras la aprobación del Decreto Supremo 2866 que reglamenta la Ley 3194 que declara Patrimonio Nacional, Ecológico, Religioso, Turístico, Arqueológico Tangible e intangible al cerro.
El arqueólogo, antropólogo, exdirector del Museo Arqueológico de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) y estudioso de la serranía de Cota desde hace más de 30 años, David Pereira, alertó que al menos 3.000 qollcas de Cotapachi, Jahuintiri y Karalaus Pampa, ubicadas en la serranía y el área circundante de la laguna de Cotapachi están en “indefensión” al igual que cientos de viviendas y cerámica incas y preincaicas con la nueva reglamentación.
Explicó que, a diferencia de Ecuador, Perú, Cuzco, Chile y Argentina, las qollcas de la serranía de Cota —también denominada Caramarca por los pobladores de Sipe Sipe y Vinto— fueron el “más grande depósito de maíz de todo el Imperio Inca”.
Los silos almacenaron el 24 por ciento de todo el maíz que se producía en el Tawantinsuyo. Incluso se envió hasta Ecuador para alimentar al ejército incaico. “No hay en ninguna parte Ecuador, Perú ni cerca de Cuzco que era la capital un lugar que tenga ni la mitad de lo que había en Cota”, afirmó Pereira al enfatizar que se trata de un verdadero “patrimonio nacional” que urge proteger. Resaltó la importancia de este “patrimonio no renovable”, víctima de la indefensión jurídico-patrimonial o la “incuria (abandono) estatal”.
En un recorrido por la zona, este medio constató que además de qollcas, decenas de chullpares y terrazas incaicas utilizadas por los incas para el cultivo de alimentos también se ven afectadas por la presión urbana, incluso en las alturas. Muchos sitios funerarios fueron “asaltados” y las terrazas destruidas.
Pereira alertó que la desprotección de la serranía abre el candado a la urbanización de los restos arqueológicos. “No podemos darnos el lujo de perder semejante tesoro arqueológico. Es como si dijéramos que en La Paz se va lotear Tiahuanaco”, dijo.
El presidente del Comité Impulsor del Proyecto Integral Cotapachi y de la construcción del monumento de la Virgen de Urkupiña en el cerro de Cota, Jorge Ovando, advirtió que la reglamentación no protege el sitio donde se tenía previsto levantar el monumento de la imagen de 55 metros de alto en el cerro de Cota, al sur de Quillacollo.
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Molles, cactus, ulalas y aves dan más valor a la serranía
El diagnóstico ambiental de la serranía de Cota realizado por la Secretaría de los Derechos de la Madre Tierra de la Gobernación en 2015 da cuenta que la laguna de Cotapachi y su área de influencia cuenta con 76 especies de aves migratorias y residentes.
De éstas cinco están amenazadas. El “chiuanco” (Turdus chiguanco) está en peligro por la deforestación de molles, debido a que esta especie, diseminadora de las semillas de este árbol nativo, se alimenta de sus frutos que escasean por la deforestación.
Esta área cobija 26 especies de mamíferos; cuatro de anfibios; y nueve de reptiles. Un informe técnico, ambiental de la serranía de Cota de la Alcaldía de Vinto establece que en esta jurisdicción existen 10 especies arbóreas y arbustivas.
Entre ellas, el molle, jacaranda o jarco, jarca, algarrobo y chirimolle (árboles nativos); y chillca, k’aralahua, tara, andreshuaylla y ula ula (arbustos). La serranía en la jurisdicción de Vinto también es el hábitat del k’ita qoi y variedad de roedores; anfibios como el sapo Jamp’atu y la rana verde k’aylancula; y aves como la phichitanka, urpi, tarajchi, golondrina y el hornero.
Otro informe técnico ambiental del cerro de Cota elaborado por la Alcaldía de Quillacollo y enviado a la Gobernación en octubre de 2015 revela que el bosque interandino de la serranía de Cota y su jurisdicción cuenta con 21 especies forestales nativas.
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Loteos, quemas mojones y destrucción
En un recorrido por la zona se constató la construcción de casas en el punto tripartido de la serranía que divide los municipios de Sipe Sipe, Vinto y Quillacollo. Además de la apertura de caminos, tala y quema de vegetación nativa y el mojonamiento de terrenos con técnicas que van desde el pintado de piedras hasta la inscripción de frases como “propiedad privada” o iniciales de propietarios en las rocas.
Ovando recordó que el ilustre botánico cochabambino, Martín Cárdenas, catalogó 144 especies nativas, sobre todo cactáceos, en el cerro de Cota.
Un lugar diverso y natural
LOS SERVICIOS AMBIENTALES QUE BRINDA
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La serranía de Cota, junto a las cordilleras de Quenamari y Hamiraya, cumple un rol en el “balance ecológico” en el valle bajo. Es un área de recarga de acuíferos, cuenta con recursos minerales y sus condiciones la hacen aptas para el uso de suelos agrícolas y forestales. “En síntesis, encierra un valor ecológico de suma importancia”, según estableció el diagnóstico de la Madre Tierra.
MONUMENTO SE QUEDA SIN ESPACIO
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El presidente del Comité Impulsor del Proyecto Integral Cotapachi y de la construcción de la Virgen de Urkupiña en el cerro de Cota, Jorge Ovando, denunció que la reglamentación de la ley no protege el sitio donde se tenía previsto construir el monumento de la imagen mariana que cada año atrae a miles de devotos para su festividad en agosto.
PROPONEN UN DECRETO COMPLEMENTARIO
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El secretario de Gestión de la Región Metropolitana de la Gobernación, Omar Fernández, instó al Gobierno departamental a solicitar al ministro de Culturas, Marko Machicao, un “Decreto Supremo complementario” que “subsane” los errores técnicos. Además de adecuarse al proyecto de decreto elaborado entre 2014 y 2015. Una sentencia constitucional apartó a la Gobernación de la reglamentación.
ES UNO DE LOS ÚLTIMOS BOSQUES
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Los diferentes diagnósticos ambientales de las alcaldías y Gobernación coinciden en señalar que, a pesar que la mayoría de los bosques nativos de este valle interandino seco han desaparecido, la riqueza de la serranía de Cota resalta porque todavía conserva “pequeños bosquetes”, sobre todo de algarrobos y quebrachos blancos. A pesar de ello, la población destruye su vegetación para fines urbanos además del Centro de Atención al Turista de las qollqas, como señala la fotografía.