En Cochabamba, menos de 17% lee libros regularmente
¿Cuáles son las condiciones que hay en la casa para que los niños puedan formarse? ¿Acostumbran los padres leer libros? ¿Los tienen en casa? Si es verdad que las condiciones en el hogar influyen de forma determinante en la educación de los niños y que los hijos que tienen padres que leen son más propensos a adquirir el mismo hábito, tenemos todo un problema en contra.
Las encuestas levantadas por el Foro Regional de Cochabamba entre noviembre y diciembre pasado develan que, con mucho optimismo (suponiendo que los encuestados contestaron con la verdad), se podría decir que sólo el 17 por ciento de la población cochabambina lee regularmente un libro.
A la pregunta de si está leyendo actualmente un libro por estos días, el 62 por ciento de la población confiesa abiertamente que no.
Además, hay un 11 por ciento adicional que no sabe o no responde a la pregunta. Muy probablemente porque tampoco tiene hábito de lectura, lo que elevaría la cifra de los no lectores a 73 por ciento.
Finalmente, queda un 9 por ciento que dice que sí lee, pero duda (5 por ciento) o no responde (4 por ciento) a la pregunta del título o autor de la obra (probablemente porque mintió acerca de la lectura).
Por el contrario, si se da crédito únicamente a quienes respondieron sin dudar (y suponiendo que hayan respondido con la verdad), es posible inferir que sólo el 17 por ciento de los ciudadanos consultados lee regularmente un libro, de donde se deduce el escaso hábito a la lectura en la población cochabambina.
Sin libros
La tenencia de los libros en casa también es un dato a tomar muy en cuenta, sobre todo por las respuestas desalentadoras de los encuestados. Más de la quinta parte de las personas consultadas respondieron no tener libros en casa, mientras que el 54 por ciento afirma que sólo tiene “unos cuantos”. Sólo el 23 por ciento puede jactarse de contar con “muchos libros”.
Ahora, si sólo se toman en cuenta las respuestas de “muchos libros” contra los que no tienen nada (ignorando a los del medio, que dicen tener “pocos”), las diferencias por zonas del departamento de Cochabamba son muy marcadas: hay más prevalencia de personas que tienen “muchos libros” en el área metropolitana. Aquí, el 29 por ciento se inclina por esta respuesta y sólo el 17 por ciento afirma que no los posee.
Con datos abismalmente inversos, se encuentran regiones como la zona andina del departamento, donde el 47 por ciento reporta una carencia absoluta de libros, mientras que un exiguo 7 por ciento afirma poseerlos en cantidad.
En medio están, por ejemplo, el trópico, donde quienes carecen de libros llegan al 32 por ciento, mientras que los que los tienen en abundancia representan el 18 por ciento.
Otra región donde la carencia supera ampliamente a la tenencia es en el cono sur: 27 contra 6 por ciento. Un caso excepcional son los valles. Aquí, como en el eje metropolitano, es la posesión la que supera a la ausencia de libros: 24 contra 12 por ciento, respectivamente.
Más escuela, mas libros
En la misma línea, es posible verificar la relación de que a mayor escolaridad se tienen más libros. Casi el 68 por ciento de quienes no tienen escolaridad responde no tener libros, porcentaje que baja al 46 por ciento entre quienes sólo hicieron la primaria, 30 por ciento entre quienes llegaron a secundaria, aunque no la terminaron, y 14 por ciento entre quienes salieron bachilleres.
De modo inversamente proporcional, el 64 por ciento de quienes hicieron posgrado responde tener muchos libros; el porcentaje baja a 47 por ciento entre profesionales universitarios (sin posgrados), a 34 por ciento entre los que hicieron o hacen la universidad pero no la completaron, a 22 por ciento entre los bachilleres, y a cero por ciento entre quienes no ingresaron nunca a la escuela.
De todas estas respuestas, se observa que la tenencia de libros y los hábitos de lectura son muy bajos en la población cochabambina, y más aún en el área rural y entre personas que tuvieron bajos niveles de escolaridad.
Pasatiempos, según la zona
Cuando se pregunta a la gente por sus hábitos de recreación favoritos, se encontró que el 27 por ciento (la frecuencia más alta) incluye la lectura y la música, y que una importante proporción lo hace muy frecuentemente (dos tercios).
El segundo hábito favorito en Cochabamba es hacer deporte (20 por ciento). Contradictoriamente, asistir a eventos deportivos es la opción menos respondida: sólo 1,7 por ciento.
Otro de los pasatiempos más votados es ver cine o televisión, 20 por ciento; dedicarse a la familia, los niños o preparar platos, 15 por ciento, y hacer arreglos en casa, 14 por ciento.
Además, los hábitos de recreación favoritos varían según las zonas. En términos relativos o comparativos, el deporte se practica más en el área metropolitana, mientras que en los valles se pasa el tiempo con familia, en la serranía andina se realizan arreglos en la casa, y en el trópico se pasa más el tiempo viendo televisión y películas.
ANÁLISIS
GABY VALLEJO CANEDO, ESCRITORA
Palabras pequeñas para tema gigante
La educación, un tema gigante y complejo, tremendamente difícil de medirlo.
Dentro de este tema gigante, la lectura juega un papel fundamental. Escuela sin lectura es imposible.
La lectura es el soporte principal —sea ésta impresa o en digital—.
La lectura es el mejor instrumento inventado hasta ahora para construir conocimientos.
Los libros son verdaderamente un salto cualitativo para el ser humano.
Le ayudan a jerarquizar el mundo, a comparar, a viajar por espacios y sensaciones no conocidas, a soñar, a relajarse, a inquietarse, en fin, todas experiencias invisibles y estimulantes para el ser humano. Y lo mejor, le lleva a ser libre.
Sociedades como la nuestra en que más de un 60 por ciento no tiene acceso a los libros, es decir a la lectura, en la que “erradicación del analfabetismo” es una mentira, en que no existe un solo libro publicado para que aquellos neoalfabetizados puedan seguir leyendo; sociedades en la que no existe un Plan Nacional de Lectura, ni una sola biblioteca para niños, ni una editorial del Estado que publique libros para distribución gratuita en las escuelas; sociedades en la que los maestros no son atendidos ni estimulados para conocer las nuevas tendencias y estrategias de mediación entre docentes, libros y niños y en la que no reciben información sobre las nuevas bibliografías y manejo de nuevas tecnologías; sociedades en las que se busca el ejercicio de la pluriculturalidad, la complementariedad, la escuela comunitaria etc., sin textos para niños y jóvenes y maestros —que son los protagonistas de la escuela— que comprendan estos valores; en sociedades como éstas, no habrá una educación formadora de verdaderos ciudadanos.
Estamos acostumbrados a mentir cuando somos visibilizados a través de una encuesta, aunque ésta sea anónima.
Las clásicas preguntas: ¿Le gusta leer? ¿Qué está leyendo ahora? ¿Compra libros? ¿Tiene una biblioteca en su casa? ¿Qué libro aconsejaría a su amigo, hijo, esposa? ¿Se presta libros de una biblioteca?, etc. develan imposturas, miedo, ignorancia porque al analizar las respuestas, unas se debilitan y desenmascaran con las otras.
Cualquier investigación sobre educación en Cochabamba, o en Bolivia, arrojará siempre informaciones muy negativas mientras no se solucionen las falencias señaladas anteriormente.