Cochabamba vuelve a soñar con el tren; las dudas siguen
Cochabamba volvía a soñar con el tren hace dos años con la firma del primer contrato para la construcción del megaproyecto. El entusiasmo por tener otra alternativa a los micros, trufis y taxitrufis, en los que se viaja hacinado, incómodo y lento, opacaban a las dudas sobre la velocidad con la que se cambió de empresa, la solidez del proyecto y si realmente es una solución al transporte.
Pero en este tiempo se han acumulado más frustraciones que logros. A poco de firmarse el primer contrato con la empresa JOCA (España), que de un día para otro apareció como la empresa elegida para hacer el tren en reemplazo de Hyundai Rotem (Corea), se conoció que el acuerdo incluía una cláusula suspensiva que paralizaba el inicio de obras y estudios hasta conseguir el crédito de 504 millones de dólares.
La oferta inicial de JOCA —que se adjudicó el contrato bajo la modalidad Llave en mano con el 100 por ciento de financiamiento del proponente a través de una invitación pública— se diluyó al no concretarse el financiamiento del grupo Icadi, un inversor que daría los 504 millones de dólares con garantías de bonos soberanos.
Después, el Ministerio de Obras Públicas declaró que antes de comenzar las obras se tenía que conseguir un crédito internacional con los bancos KfW Ipex-bank GmbH y Credit Suisse AG por 630 millones de dólares, 504 para el tren y 126 para el pago de intereses.
En este contexto se suma al proyecto la empresa suiza Molinari Rail. Con ella, JOCA logra reducir la tasa de interés de casi 2 a 1,39.
Las gestiones del crédito no espantaron las dudas que surgieron sobre la empresa JOCA acerca de su experiencia en obras similares y su solvencia, después de que en 2012 se sometió a un concurso de acreedores por la crisis inmobiliaria que golpeó a España.
En julio de 2017, el megaproyecto dio un nuevo giro. El Ministerio de Obras Públicas inició una segunda contratación por 447,6 millones de dólares, 183 menos que el primer contrato.
El titular del área, Milton Claros, ha destacado las bondades del nuevo contexto: el Estado ahorra recursos, tiene control del proyecto y Cochabamba tendrá un tren así como La Paz tiene su teleférico.
Otra vez el entusiasmo por el tren, avivado por música de moda, spots bien producidos, campañas en redes sociales y discursos altisonantes, intenta desviar la atención sobre la transparencia de la adjudicación, los ejecutores de la obra, los aspectos técnicos y económicos del proyecto.
En este segundo contrato, adjudicado a la Asociación Tunari de JOCA y su socia Molinari, el Ministerio de Obras Públicas dio un plazo de seis días a las empresas invitadas a presentar su propuesta técnica y financiera para la construcción del tren metropolitano de Cochabamba.
Sólo JOCA y Molinari presentaron en ese plazo su propuesta. A pesar de no tener cómo contrastar esta oferta, el Ministerio calificó y adjudicó en el día el proyecto por 447,6 millones de dólares, el 19 de julio y el 4 de agosto firmó el contrato.
Por primera vez, el 18 de agosto los ejecutivos de JOCA y Molinari, Alberto Aragonés y Michael Molinari, respondieron a las dudas sobre su experiencia y solvencia.
Aragonés reconoció que, en 2012, la empresa se sometió a un concurso de acreedores, pero asegura que han superado esa crisis. Sin embargo, resta por precisar porqué JOCA S.A. —parte del grupo español— resolvió un contrato para construir un colegio en Arroyomolinos, en la Comunidad de Madrid, por problemas económicos.
En tanto, la prensa española difundió las presiones que existen para que una de las obra que ejecuta JOCA con otras empresas, el tranvía San Fernando-Chiclana, concluya de una vez, debido comenzó en 2008 debía estar en 2010, pero recién será entregado en 2017.
También reflejó el juicio que la empresa El Canal inició contra JOCA por presunto fraude por cobrar por trabajos de ingeniería y mediciones que presuntamente no realizó. El proceso concluyó en primera instancia y está en apelación.
Molinari Rail aseguró que se interesó en el proyecto del tren desde 2015 y presentó su propuesta. Dijo que actualmente construye junto a otras empresas un ferrocarril en Etiopía, África, por 1.200 millones de dólares.
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Sobre el transporte
El diseño de prefactibilidad del tren aporta datos generales sobre los alcances del proyecto y se espera que el estudio diseño final precise los beneficios.
Inicialmente, se conoce que se trata de un tren tipo ligero, una variante de tranvía y el tren tradicional que circula por una vía exclusiva y sobre una vía en placa, hecha de hormigón.
El subgerente del proyecto, Germán Chisaka, informó que se prevé tener una red operativa de cuatro metros en las tres líneas: verde que recorrerá de la estación central a Sipe Sipe, roja de la estación a la Facultad de Agronomía y amarilla de la estación hasta El Castillo. Adicionalmente, se necesitarán dos más, como franja de seguridad.
El plazo para contar con el proyecto a diseño final vence en diciembre. También se coordina desmontar la antigua red del tren y se prevé contar con 12 trenes con una capacidad mínima para 200 personas.
OPINIONES
DAVID BARRIGA, CONTRALOR DPTAL.
“Las consultas son para nivel central”
La Alcaldía de Cochabamba nos hizo llegar algunas observaciones, porque se buscaría emplazar el tren en predios municipales. Sin embargo, esta obra es encarada por el Ministerio de Obras Públicas, es decir, cualquier contrato o documento y demás es con la oficina de Contraloría en La Paz.
Es como las obras del programa “Bolivia Cambia, Evo Cumple”, se pueden emplazar en varias jurisdicciones, pero los recursos y demás trámites corresponden al nivel central. Aquí no tenemos conocimiento de un nuevo contrato ni de nada referido al tren.
MARIO ORELLANA, ASAMBLEÍSTA DPTAL.
“Irregularidades no se han subsanado”
El proyecto del tren generó muchos cuestionamientos por irregularidades que se encontraron desde la firma del primer contrato y que hasta el momento no se han subsanado. Lo único que se entregó fue el estudio de factibilidad que demostró que no se recuperará la inversión, por lo tanto, se comenzó a manejar como si se tratará de un proyecto social. Es decir, como los hospitales o escuelas, que no buscan que retorne la inversión hecha, sino que buscan la mejora de la vida de la población. Sin embargo, en este caso hay que pensar en las prioridades.
GONZALO MALDONADO, RPTE. ASIEME
“Es poco serio decir que llega a Sacaba”
Lo que se necesita es más líneas para que abarque a más gente y realmente se pueda pensar como una solución al problema de transporte en Cochabamba. Es poco serio decir que llegará a Sacaba, porque sólo será hasta El Castillo, hay nueve kilómetros de diferencia de personas que deben trasladarse. Se habla de 447,6 millones de dólares, pero nunca existió ninguna obra pública que mantenga su precio inicial. Usualmente se incrementa y el Estado debe estar listo para pagar lo que sea necesario, como ocurrió con Misicuni.
HÉCTOR ARCE, RPTE. AMDECO
“El proyecto va a cambiar la imagen”
Lo que vemos es que este proyecto le va a cambiar la imagen y arquitectura a Cochabamba, le va a dar un tinte de modernidad que va acorde al desarrollo de otros países. Va a facilitar el desplazamiento de los ciudadanos dentro del eje metropolitano, va a reducir el tiempo de un lugar a otro, el estrés que muchas veces genera el transporte con los bocinazos y trancaderas. Es un proyecto que va a facilitar la vinculación con Cercado, que es el centro donde mucha gente llega. Cuando uno va a Madrid o Barcelona, viaja cómodo en el tren.