Tras la destitución de Dilma Rousseff, ¿ahora que viene para los brasileños?
Tras el terremoto político en Brasil con la destitución de la ya ahora expresidenta Dilma Rousseff, Michel Temer –su exvicepresidente y ahora enemigo acérrimo– asumió un país azotado por una recesión galopante, un creciente desempleo (más de 11 millones de personas) y un masivo escándalo de corrupción que pone en aprietos a toda su clase política, tanto de izquierda como de derecha.
Ante este caótico panorama político, un mar de preguntas rodea a la principal economía latinoamericana: ¿Temer completará el mandato de Rousseff, que va hasta el 2018. ¿Cuáles serán sus principales desafíos? ¿Y cómo queda la izquierda que comenzó a gobernar en el 2003 con Luiz Inácio Lula da Silva? ¿Cuál es el próximo paso en la carrera de Rousseff?
Después de perder la banda presidencial tras una votación en la que 61 senadores dijeron sí y 20 se negaron, Rousseff la semana pasada entregó las llaves del Palacio de la Alvorada, la residencia presidencial donde estuvo prácticamente desterrada cuando fue suspendida en mayo.
Dilma, no obstante, se salvó de una inhabilitación de ocho años, que ella misma había decretado como “una pena de muerte política”, consignó Afp.
El Senado no consiguió los votos para quitarle el derecho de ejercer cargos públicos. De esta forma, puede ejercer y presentarse incluso a cargos de elección popular, aunque no puede presentarse en las elecciones presidenciales del 2018.
“Ellos piensan que nos vencieron, pero están engañados. Sé que todos vamos a luchar, tendremos contra ellos la más firme, incansable y enérgica oposición que un Gobierno golpista puede sufrir”, aseguró la exmandataria, en su primer discurso después de ser destituida.
Por su parte, Temer ha insistido en que es la Constitución la que le da legitimidad, pero carga en los hombros el peso de no haber sido elegido popularmente para este cargo. De hecho, encuestas han mostrado que este abogado constitucionalista tiene bajos niveles de intención de voto si concurriera a elecciones.
Temer ha asegurado hasta ahora que no se presentará en las elecciones del 2018. Tampoco escapa a las revelaciones de los masivos escándalos de corrupción. Y si es declarado culpable de violar reglas del financiamiento de campañas, podría verse impedido de presentarse a un cargo de elección durante ocho años.
El presidente también enfrenta una investigación del Tribunal Superior Electoral sobre presunta financiación ilegal durante la campaña que involucra a la fórmula que integró con Rousseff. De ser hallados culpables, la victoria del 2014 sería anulada y habría que escoger un nuevo presidente.
Según Efe, si esto pasara este año, el presidente de la Cámara de Diputados, Waldir Maranhão, asume el poder y convoca a elecciones. Si ocurre en los últimos dos años de mandato, es el Congreso el que deberá escoger al presidente de forma indirecta.
Desde que asumió la presidencia de forma interina, Temer, un astuto negociador político en las sombras, armó un Gobierno pensando que Rousseff sería destituida. Su gabinete tiene una sola mujer (recién posesionada el viernes 9 de septiembre) y está conformado por hombres blancos y conservadores.
La izquierda
El foco del nuevo Gobierno será la economía y Temer ha dicho que no le temblará el pulso para aprobar medidas impopulares, como nuevos impuestos.
La llegada de Temer al poder supone el fin de 13 años de Gobiernos de izquierda en Brasil, que comenzaron con la llegada al poder de Lula y el Partido de los Trabajadores (PT) en el 2003.
El politólogo Roberto Covarrubias Núñez indica que Lula y Rousseff cambiaron la imagen de la vieja izquierda latinoamericana, combinando políticas ortodoxas y amigables con el mercado con programas sociales revolucionarios, que sacaron a millones de la pobreza e impulsaron una clase media de consumo.
Pero la crisis echó todo abajo y en medio del desempleo, la inflación y los altos intereses, creció el descontento y el rechazo al Gobierno, con gigantescas manifestaciones que pedían la caída de la primera presidenta de Brasil.
Desde que Temer asumió el poder, cada día las protestas contra él han sido convocadas.
La imagen del PT de Rousseff y Lula, así como el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMBD) de Temer, se ha visto igualmente afectada por el megafraude a Petrobras.
La izquierda pasa ahora a la oposición, donde hará de todo para volver al poder en el 2018 con Lula, si no cae antes en manos de la justicia, que lo investiga por corrupción.
PRÓXIMO DESAFÍO ELECTORAL
El Partido de los Trabajadores (PT) encara su desafío electoral después de 13 años en el poder: en las municipales del próximo 2 de octubre.
Sin duda alguna, serán los primeros comicios que el partido enfrentará fuera del poder desde enero de 2003 y una prueba de fuego para su futuro.
Un levantamiento preliminar hecho por la Dirección Nacional del PT mostraba que el partido tendría 1.135 candidatos a alcaldes en 2016. Pero esta cifra se redujo finalmente a 991, 44 por ciento menos en relación al número de candidatos petistas que disputaron alcaldías en las elecciones de 2012.
Según el diario O Estado de Sao Paulo, se trata de la menor cantidad de representantes del partido en un pleito municipal en los últimos 20 años.
Las razones de esta baja son claras. Según la cúpula petista, se deben al sentimiento antipetista amplificado por las revelaciones de la Operación Lava Jato; la prohibición de las donaciones empresariales y el proceso de “impeachment” (juicio político) de Rousseff, que distanció al PT de aliados tradicionales y restringió las alianzas.
El impacto del “impeachment” puede ser sentido con más intensidad en Río de Janeiro, donde el PT mantenía alianzas con el PMDB (de Michel Temer) en el gobierno estadual y en la alcaldía de la capital. El número cayó de 34 candidaturas, en 2012, a nueve, este año.
En tanto, Sao Paulo, la joya de la corona de las municipales, será uno de los principales escenarios del embate en el que se han enzarzado el PT y el PMDB.
Según EFE, el actual alcalde de Sao Paulo, Fernando Haddad, del PT y uno de los pupilos del expresidente Lula, podrían sentir en su propia piel el desgaste de la formación.
Roberto Romano, cientista político de la Universidad Estadual de Campinas, dijo al diario La Tercera que la destitución de Rousseff “es perjudicial para el PT”.
“MOMENTO TRISTE”
El Episcopado brasileño divulgó una nota en la que manifestó que el país “vive un momento triste de su historia”, debido a una “ausencia de valores éticos y morales que provocó una profunda crisis política, económica y social”.
El comunicado de los obispos fue difundido el pasado miércoles 7 de septiembre en ocasión de los 194 años de la independencia de Brasil de la corona portuguesa y aludió así a la tormentosa crisis que atraviesa el país, que llevó a la destitución de la ahora expresidenta Dilma Rousseff.
La nota también se refiere indirectamente al nuevo Gobierno, que encabeza el antiguo vicepresidente Temer, quien ha adoptado una serie de medidas económicas impopulares a fin de intentar poner coto a un elevado déficit.
“La desigualdad social no fue superada”, sostienen los obispos, y añaden que ahora existe “el riesgo de una ‘deconstrucción’ de políticas públicas, que resultaría en pérdidas de derechos” para los trabajadores.
Datos: Agencias e Internet