Venezuela va a un nuevo proceso electoral calificado de “irregular”
Alrededor de 20 millones de venezolanos que están inscritos en el registro electoral acudirán hoy a las urnas para elegir al Presidente para el periodo 2019-2025, y a los líderes de los consejos legislativos de los 23 estados del país.
Para estas presidenciales participan el aspirante a la reelección Nicolás Maduro, el opositor Henri Falcón (desobedeció la decisión de la MUD de no concurrir e inscribió su candidatura), el expastor evangélico Javier Bertucci y el ingeniero Reinaldo Quijada.
En estas polémicas elecciones, rodeadas de críticas, no participará la alianza opositora, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), al considerar que no se dan las condiciones para su realización y las calificó como “farsa electoral”.
Por su parte, la comunidad internacional, con EEUU a la cabeza, advirtió que no reconocerá los resultados al tratarse de unas elecciones que están lejos de ser libres y transparentes.
Irregularidades
Desde el primer momento todos los cambios en la convocatoria de las elecciones en Venezuela han supuesto que los comicios ya no cuenten con garantías para la oposición venezolana y la comunidad internacional.
Organizaciones no gubernamentales de Venezuela como el Foro Penal, Súmate, Voto Joven y el Observatorio Electoral han expresado su preocupación frente a diversas irregularidades de la convocatoria, incluyendo la falta de competencias constitucionales de la Asamblea Constituyente para convocar elecciones, el impedimento de participación de partidos opositores y la falta de tiempo para los lapsos establecidos en la normativa electoral.
También, el Movimiento Estudiantil rechazó las elecciones a través de un comunicado por ser convocadas fuera de los tiempos establecidos en la Carta Magna y “por ser solicitada por una instancia inconstitucional, incompetente y erguida sobre la sangre de cientos de venezolanos”, reseñó la agencia Efe.
Por su parte, organizaciones internacionales como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos (OEA), el Grupo de Lima, y países como Argentina, Canadá, Chile, Colombia y EEUU, también han rechazado la convocatoria por su falta de transparencia y de garantías electorales.
El Observatorio Electoral Venezolano (OEV) consideró que el proceso electoral no tiene la transparencia ni la credibilidad necesaria.
“El proceso electoral tiene muchas irregularidades que arrancan desde el momento en que se convoca hasta ahora: en la determinación de las fechas, en el registro, con los políticos inhabilitados y las tarjetas de los partidos anulados”, comentó Ignacio Ávalos, director del OEV al diario El Nacional.
Ávalos recordó que las condiciones que los procesos electorales deben cumplir se establecen tanto en la Constitución como en la Ley Orgánica de los Procesos Electorales.
Para la elección de los diputados a la Asamblea Nacional de 2015, la fecha de la votación se anunció con seis meses de antelación. En cambio, para los comicios de este año la convocatoria se hace en menos de la mitad del tiempo.
Para Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis, quien contempla como escenario más probable el triunfo de Maduro, “no todo termina el 20 de mayo”.
Si así sucede, EEUU y la Unión Europea ya han dejado ver que llegarían más sanciones. Washington incluso contempla un embargo al petróleo, casi única fuente de ingresos de Venezuela.
Datos: Agencias e Internet
TEMORES
Abstinencia electoral
En la votación presidencial el índice de abstención podría ser mayor al que obtenga el vencedor de esta contienda que se celebrará tras haberse acabado, para muchos, la confianza en el sistema electoral.
Es la segunda vez que el antichavismo pide a sus simpatizantes no votar, luego de hacerlo para las parlamentarias de 2005, y también es la primera vez desde que se instauró la democracia en 1958 que un grupo político decide no presentar candidato para unos comicios presidenciales.
ANÁLISIS
Maduro usa la “guerra económica” como discurso
NÉLIDA FERNÁNDEZ CORRESPONSAL DE EFE EN VENEZUELA
Nicolás Maduro ha decidido convertir la guerra económica que asegura le hacen los enemigos a su Gobierno en una bandera de su campaña por la reelección, desplegando estrategias que implican un mayor control de la población venezolana y que la oposición califica de chantaje para arrodillar a los ciudadanos.
La fiesta electoral es casi inexistente debido a la crisis económica que tiene a los venezolanos haciendo malabares con un salario consumido por la hiperinflación.
Según Maduro, el pueblo está siendo víctima de “oligarcas” que dirigen esta guerra económica a la que atribuye la inflación desbordada, la ausencia de alimentos y medicinas, así como las fallas constantes en servicios como el suministro de agua y de electricidad.
ACTUAL PANORAMA
Crisis social y económica
El caos económico y social, causado por la crisis política en la que se encuentra sumergida Venezuela, protagonizan las elecciones presidenciales ambientadas en un clima de hiperinflación, protestas y la severa escasez de alimentos y medicinas.
La situación económica está atada a la crisis social que a su vez surge tras años de decisiones políticas de los líderes de la revolución bolivariana marcadas por expropiaciones de empresas, muerte del aparato productivo y un control de cambio que se inició en 2003.
Henri Falcón, busca la “unidad nacional”
El exgobernador del estado Lara (56 años), un territorio ubicado al centro occidente de Venezuela, es un político que se separó del chavismo para adversarlo desde la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
Se presenta en la contienda presidencial anunciando un Gobierno de “salvación nacional” y siendo respaldado por partidos políticos que abandonaron la MUD.
Falcón inició su campaña en Caracas, la capital del país, presentando un programa de gobierno en el que destaca: dolarización de la economía venezolana, reconstrucción económica, amplia participación política y creación de un millón de empleos.
El exgobernador dijo que impulsará una “reinstitucionalización del Estado”, liberará a los presos que la oposición reclama como “políticos” y garantizará una “plena autonomía de los poderes públicos”.
Se ve con posibilidades y lo hace con un discurso en el que llama a unir precisamente a ambos polos en lo que llama un Gobierno de “unidad nacional” y de “transición” que ponga final amortiguado a casi 20 años de chavismo.
Tiene capacidad de atraer a votantes chavistas, pero la oposición más radical lo ve como una marioneta del Gobierno y no le perdona su pasado chavista. Sin sus votos, su triunfo parece improbable.
Bertucci, el inesperado candidato evangélico
Exlíder religioso (48 años) y el primero de los adversarios de Maduro que inscribió su candidatura presidencial. Fue fundador y director nacional de la asociación civil cristiana El Evangelio Cambia y pastor de la iglesia Maranatha.
Se presenta respaldado por un grupo de electores denominado Esperanza por El Cambio (EEC). Bertucci ha calificado de “egoísta” a la Mesa de la Unidad (MUD), por su llamado a la abstención, ya que con ello “se pretende cercenar el derecho al sufragio de los ciudadanos”.
Un líder carismático, cristiano, empresario, dirigente de organizaciones caritativas y sin aparato político conocido ha logrado reunir cerca de un 15 por ciento de apoyos en las encuestas.
Algunos consideran a Bertucci, que mantiene un mensaje crítico con el Gobierno, un actor que ha alentado el chavismo para terminar de extinguir las fuerzas opositoras, mermadas por las regulaciones y las prohibiciones.
Maduro busca enmendar los errores económicos
El actual mandatario de Venezuela (55 años) durante su campaña presidencial expresó que “al ganar las elecciones será para liberarnos de quienes tratan de oprimir al pueblo”.
Maduro es respaldado por el denominado Frente Amplio de la Patria (FAP), una coalición de agrupaciones políticas de izquierda.
Uno de los ejes fundamentales de su programa es acabar con “la guerra económica multiforme que ejecutan sectores de la burguesía nacional e internacional para sabotear al país”.
Además, anunció “un nuevo comienzo” y una “renovación de la Revolución Bolivariana”, asegurando que ganará las elecciones “con 10 millones de votos”, una cifra que tiene un importante significado para el chavismo, ya que fue una aspiración nunca alcanzada por el entonces presidente Hugo Chávez.
Aunque el “presidente obrero” reconoce que ha cometido errores a nivel económico, rechaza que sea un “dictador” y repite, una y otra vez, que Venezuela es un país democrático que tiene “el mejor sistema electoral del mundo”, mientras sus detractores aseguran que el Poder Electoral opera según sus órdenes.
En las elecciones de 2013 resultó ganador con 7.505.338 votos sobre los 7.270.403 que obtuvo el opositor Enrique Capriles, un apoyo que muchos atribuyen a un respaldo al entonces recién fallecido Chávez
Reinaldo Quijada, crítico con la “polarización”
Fue cofundador del Frente Patriótic o, una agrupación que apoyó a Hugo Chávez luego de la rebelión militar de 1992. Sin embargo, en 2013, tras el fallecimiento de Chávez, Quijada abandonó la idea de participar en el Gobierno de Maduro. Así, en 2015, fundó el partido Unidad Patriótica Popular 89 (UPP89), con el que aspira ahora a la Presidencia.
Entrevistado por Globovision, explicó que las actuales medidas económicas se caracterizan por “los abusos” y calificó como “el mayor pecado” del Gobierno en funciones “la emisión del dinero inorgánico”, que en su opinión, es uno de los causantes de “la hiperinflación” que registra el país.
Ahora se presenta como candidato presidencial por iniciativa propia.
Se definió como un candidato alternativo capaz de atraer a buena parte de los votantes, agotados de la política y los partidos tradicionales que, a su juicio, han causado la “polarización” de los habitantes del país.