Ofensiva rusa: bombas destruyen hospital pediátrico
Una maternidad y un hospital infantil en la asediada ciudad de Mariupol (en la costa del mar de Azov, al sureste, 446 mil habitantes) sufrieron ayer un brutal bombardeo.
El ataque se produjo durante el alto el fuego pactado por Kiev y Moscú para que miles de personas atrapadas en la urbe, en una situación crítica, pudieran salir por los corredores humanitarios.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha responsabilizado a Moscú de la “atrocidad”. “Hay niños, personas bajo los escombros”, ha afirmado en sus redes sociales. “¿Hasta cuándo el mundo será cómplice ignorando el terror?”, ha añadido.
Hay al menos 17 personas heridas, miembros del personal del hospital, según las autoridades locales. El Kremlin ha asegurado que las fuerzas rusas no disparan contra objetivos civiles.
Cuando la invasión rusa de Ucrania va a cumplir dos semanas, y a medida que las fuerzas de la antigua república soviética y la sociedad civil resisten las embestidas, los ataques contra zonas residenciales se han vuelto más cruentos y el número de bajas civiles aumenta.
Naciones Unidas contabiliza ya 516 civiles muertos y 908 heridos en todo el país desde que el presidente ruso ordenó el inicio de la guerra. El organismo advierte, sin embargo, de que la cifra real es aún mayor.
Los ataques a infraestructuras civiles y zonas residenciales se han incrementado. Los bombardeos no dan apenas tregua ni a Járkov, en el este, la segunda ciudad más poblada del país, con 1,4 millones de censados; ni a Chernihiv, cerca de la frontera con Bielorrusia, con 286 mil habitantes, ni a Mariupol.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha verificado 18 ataques en Ucrania contra instalaciones sanitarias, trabajadores de la salud y ambulancias, que han acabado con la vida de 10 personas y herido a 16. La defensora del pueblo de Ucrania, Liudmila Denisova, asegura que 62 niños han muerto en 14 días de guerra.
Las imágenes publicadas por las autoridades ucranias muestran un edificio con graves daños por un ataque y un gran cráter de bomba en el patio, además de coches incendiados o calcinados y árboles derribados. También, a varias mujeres embarazadas tratando de salir del hospital, mientras cae la nieve. Las explosiones, según las imágenes, rompieron los cristales de la maternidad y esparcieron metralla. Otros videos muestran los daños a otros edificios cercanos, como el Ayuntamiento o la Universidad Técnica Estatal.
Abominable
El ataque ha sido condenado por la secretaria de política exterior británica, Liz Truss, que tras su reunión con su homólogo estadounidense, ha calificado el ataque al hospital de “abominable” y ha culpado del mismo a Rusia.
En la ciudad portuaria —un punto estratégico que permitiría a Rusia crear un corredor entre la península de Crimea, anexionada ilegalmente en 2014, y la región de Dombás— la situación es “apocalíptica”, ha denunciado Cruz Roja. No hay suministro de agua potable, apenas quedan alimentos en las tiendas saqueadas ni medicinas, no hay calefacción ni electricidad y tampoco funcionan correctamente las redes de telecomunicaciones, y los civiles permanecen acurrucados en los refugios para resguardarse de los bombardeos sin tregua.
Casi 3 mil recién nacidos se quedarán pronto sin medicinas ni alimentos en Mariupol, según el ministro de Exteriores, Dmytro Kuleba.
Las pocas informaciones que llegan desde dentro de la urbe, rodeada por las fuerzas rusas, confirman que sus habitantes ya están viviendo una tragedia humanitaria. Unas 200 mil personas están tratando de huir de la ciudad, según el Comité Internacional de la Cruz Roja.
Yulia, contable de 50 años que consiguió huir de Mariupol este lunes a pie, ha relatado a EL PAÍS que las tiendas de la ciudad ya no tienen suministros. Los habitantes han empezado a cocinar con la nieve que recogen del suelo en fogatas improvisadas en parques y jardines. Cada vecino trae lo poco que le queda en casa para poder cocinarlo y compartirlo con el resto. “La guerra me ha enseñado que en caso de necesidad te beberías hasta el agua de los charcos”, confiesa esta ciudadana ucraniana.
Acnur dice que uno de cada cuatro ucranianos precisará ayuda
Cuando Kiev y Moscú van a explorar de nuevo la vía del diálogo, las organizaciones internacionales han alertado de que Ucrania se asoma a la catástrofe humanitaria.
La portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados en España (Acnur), María Jesús Vega, alerta de que, si la escalada prosigue, hasta 12 millones de personas en Ucrania necesitarán en breve ayuda humanitaria (comida, agua, suministros básicos y alojamiento) para sobrevivir.
Este cálculo engloba a prácticamente la cuarta parte de una población de algo más de 44 millones de habitantes. Esta cifra se refiere a personas que permanecerán en Ucrania, no a los entre 4 y 5 millones de refugiados —más de 2,2 millones de ucranios han salido ya del país— que Acnur calcula que huirán de la invasión rusa de la antigua república soviética, señala Vega.
“Ya antes de esta guerra, tres millones de ucranios precisaban de asistencia humanitaria para sobrevivir”, recalca la portavoz de Acnur. A esta situación, que ya antes era de urgencia, provocada por el conflicto de ocho años en la región de Dombás, se suma ahora esta nueva guerra y unos niveles de destrucción enormes.
Los corredores humanitarios se utilizan para permitir a los civiles una vía segura para escapar de la guerra. Según el Derecho Internacional Humanitario, no se trata de una concesión de los contendientes, sino de una obligación legal, establecida en la 4ª Convención de Ginebra de 1949.