La nueva matriz exportadora de Bolivia
El país casi de manera coincidente está sufriendo los efectos de dos fenómenos que están causando desconcierto no sólo en el Gobierno sino en la población en general. El primero es la caída de precios de las materias primas, entre ellas el petróleo con el efecto directo en el gas y las exportaciones bolivianas, y el segundo es el cambio de autoridades en el sector energético producido en el primer semestre de 2015.
El primer efecto es relativamente conocido y tal como se alertó desde un principio, obedece a causas estructurales de largo plazo y pese a que el Gobierno siempre alienta esperanzas de la pronta recuperación de precios, ya van dos años en los que están por debajo del 50 por ciento de la época de bonanza y es muy poco probable que puedan superar estos niveles en el corto plazo.
El segundo fenómeno, el del cambio de las tres autoridades del sector, no es menos perjudicial para el país que el primero con la única diferencia de que es un traspié totalmente interno y fácil de solucionar, pero que hasta ahora tiene la misma continuidad que la caída de precios de las materias primas.
Esta segunda anomalía surgió con la idea de paliar a la primera porque se pretendió compensar la caída de precios con el aumento de la producción y con la diversificación de las exportaciones. Ése es el paraguas bajo el cual las autoridades citadas se han dado al trabajo de hacer los planes más rimbombantes y anunciar los proyectos más costosos de toda la gestión de gobierno en franca contradicción con políticas de austeridad y de sentido común, que deberían primar en situaciones como la actual crisis. Sería complicado que el desbarajuste continúe porque el país derrochará recursos y perderá seriedad con los clientes con los cuales negocia grandes exportaciones de energía basados en proyectos poco sustentables.
La idea de diversificar las exportaciones ha concluido con el cambio de la matriz exportadora de gas natural a electricidad. El proyecto de exportación de gas a Brasil se gestó en la década de los 70 del siglo pasado y se concretó 20 años después. En el caso de la electricidad sólo bastó el primer semestre de 2015 para elaborar una cartera de más de 25 proyectos hidroeléctricos y anunciar inversiones de 50.000 MM$us para exportar cerca de 10 mil MW (Mega Watts), a tres países.
Así, el Ministro de Hidrocarburos en una entrevista en Radio Patria Nueva decía: “Tenemos una cartera de proyectos en hidroeléctricas para (generar) 16.000 megas, básicamente están en 25 represas hidroeléctricas, es (necesaria) una inversión superior a los $us 50.000 millones (para estos)”. (LR 19.03.2015)
Si bien a la fecha las asombrosas cifras anteriores han sido acotadas de mejor manera, es necesario ponerlas en contexto para compararlas con los antecedentes y capacidades reales del país.
Hasta el año 2015 la capacidad de generación hidroeléctrica fue de 400 MW. Con los planes actuales del Gobierno esta matriz cambiará radicalmente hasta el año 2025 cuando la generación hidroeléctrica será de 9.902 MW, esto quiere decir que en 10 años se producirá 25 veces más energía hidroeléctrica que la conocida en toda nuestra historia anterior.
Si se analiza la energía eléctrica total producida en el país hasta el año 2015, se encuentra que fue de 1.600 MW (400 de los cuales fueron de fuente hidro), con una reserva de 210 MW y un excedente exportable de 216 MW. Para el año 2025 se proyecta una oferta de 13.382 MW con una reserva de 473 MW y un excedente exportable de 9.715 MW. La inversión total será de 27.182 MM$us de los cuales 23.544 MM$us se efectuará sólo en hidroeléctricas. Lo anterior significa que la oferta exportable se habrá multiplicado por 45 veces en sólo 10 años.
De esta manera, Bolivia será el centro energético de la región con corredores de exportación que se han multiplicado, hay dos a Brasil (El del Norte con Cachuela Esperanza, Río Madera y El Bala y el del Sur con Warnes y el complejo hidroeléctrico de Río Grande), a Argentina y Paraguay con las hidroeléctricas de Tarija y a Perú con las hidros de La Paz y Cochabamba.
Las inversiones en líneas de transmisión para construir estos corredores, que son intensivas en capital, no están incluidas en los 23.544 millones de dólares mencionados.
Las preguntas que surgen son:
¿Cómo se financiarán estas enormes inversiones? Las reservas internacionales no llegan ni a la mitad de lo requerido y no se sabe de potenciales socios inversionistas.
¿Cuál es la rentabilidad económica de los proyectos hidroeléctricos? ¿Son competitivos los proyectos bolivianos?
A pesar de la vocinglería ministerial, el Presupuesto General del Estado 2017, en el rubro “Proyectos de Inversión Pública”, sólo contempla dos proyectos hidroeléctricos: Rositas en Santa Cruz e Ivirizu y San José en Cochabamba, con una inversión de 376 MM$us, en una clara señal de que ninguno de los otros 22 proyectos cuenta con financiamiento asegurado ni sostenibilidad operativa garantizada. (Art. 10 del Proyecto de Ley Financial)
El autor es ingeniero químico y petroquímico.
Columnas de HUGO DEL GRANADO COSIO