Nuevo estudio brasileño sobre el gas boliviano
Distintas entidades del Brasil han producido estudios sobre el gas boliviano que analizan la problemática de la renovación del contrato de venta después del 2019. Uno de ellos es el producido por la Confederación Nacional de Industrias (CNI), de junio de 2016, que es detallado y propositivo. Un año después, (junio de 2017), el Ministerio de Minas y Energía de Brasil, a través de su Empresa de Investigación Energética (EPE), publicó el estudio “Panorama de la Industria de Gas Natural en Bolivia”, que a diferencia del de CNI, es muy superficial, desactualizado y repetitivo en todos sus argumentos.
Los aspectos relevantes que toca este último estudio son los siguientes:
– Dos factores habrían alterado el panorama energético del Brasil: El primero la necesidad de garantizar la seguridad energética después de las nacionalizaciones del actual Gobierno boliviano y el segundo, el descubrimiento de las reservas de gas y petróleo en el Pre Sal. Respecto al primero, se anota que el Consejo Nacional de Política Energética (CNPE), el 21 de noviembre de 2006, aprobó una resolución recomendando la instalación de Estaciones de Regasificación de LNG, como prioritaria y de emergencia para garantizar el suministro seguro y confiable y mitigar riesgos de interrupciones del gas importado. Así, entre los años 2008 y 2009 se inauguraron las dos primeras estaciones de regasificación (Pesem y Guanabara). De esta manera se disminuyó la dependencia del gas boliviano del 100% de importaciones el año 2007, a 60% el año 2016.
– La caída de las reservas probadas de gas, más los riesgos regulatorios y políticos del país, han producido una reducción de la confianza de los agentes en el potencial de Bolivia como productor de este energético y como exportador a largo plazo.
– La existencia de capacidad ociosa de plantas de tratamiento de gas de 91.8 MMM3/D frente a la producción máxima alcanzada de 61.52 MMM3/D, factor que se debería a la declinación de los campos, a la mínima producción remanente de campos maduros y a la depreciación de equipos e instalaciones no adecuadas al actual desarrollo. La declinación natural se ha tornado en un problema crítico debido a baja producción y a los elevados OPEX que crean dificultades para la aprobación de sus PTP (Planes de Trabajo y Presupuesto).
– Un aspecto de cautela a ser considerado en la renegociación de venta de gas, es el estado de las reservas bolivianas, que pese a los descubrimientos de Repsol del año 2016 y de las campañas exploratorias, como la de Total por ejemplo, podrían ser insuficientes para atender los mercados con el peligro además, de que a raíz de la caída de los precios del petróleo, las inversiones tanto estatales como privadas se verán reducidas con el riesgo de no incorporar nuevas reservas o de mantener la producción.
– Desde el punto de vista del abastecimiento del mercado brasileño y ante el flaqueo de las exportaciones bolivianas, las fuentes alternativas serían: los yacimientos Pre Sal, el LNG de ultramar, el gas de Camisea de Perú e incluso el Shale gas de Argentina.
– Es posible la renovación del contrato con Brasil, pero por un volumen de sólo 16 MMM3/día. Es probable que Petrobras no asuma la responsabilidad de todo el contrato, sino que se diversifique hacia otros cargadores y transportadores o que se favorezca el ingreso de agentes importadores.
– En cuanto a la negociación de precios, el estudio sostiene que el gas boliviano tiene que ser competitivo con el futuro gas brasileño y con el LNG que desde el año 2015 ha sido importado a menores precios.
Como se puede observar el estudio de EPE no tiene ninguna novedad ni aporte nuevo al análisis del tema, más aún, la descripción de la realidad energética boliviana se basa en datos desactualizados del año 2014 (Balance Energético 2014); hace una absurda contrastación de las reservas bolivianas de gas respecto a las mundiales; las proyecciones que utiliza son copias de las proyecciones del FMI; reitera el gastado discurso del Gobierno boliviano de comparar datos del período previo y posterior al año 2006 y utiliza información equivocada de los proyectos de industrialización del gobierno. Es un estudio con pobres argumentos técnicos y nada propositivo.
Lo que sí puede ser recuperable es el recuento histórico de las relaciones energéticas entre los dos países y de los antecedentes de la historia petrolera y gasífera de Bolivia.
Todo indica que el estudio fue elaborado por un equipo de historiadores, que no sería el más indicado para la creación de escenarios o modelos que orienten a los negociadores de ambos países.
Mucho más ilustrativas fueron las presentaciones de Álvaro Ríos y de Edmar de Almeida en un evento auspiciado sobre el mismo tema, por la CBHE en Santa Cruz, el pasado mes de junio.
El autor es ingeniero químico y petroquímico
Columnas de HUGO DEL GRANADO COSIO