La Unesco premia a Cochabamba
Todos sabemos que en Cochabamba se come estupendamente a tal punto que al sobrevolar esta ciudad ya la boca se nos hace agua y comenzamos a elegir el menú que ordenaremos durante los días de nuestra visita a la Llajta.
De más está decir a mis lectores que este tema fue tratado muchas veces con mi corresponsal en el Palacio Real de la Plaza Murillo a tal punto que alguna vez me atreví preguntarle acerca de los conocimientos gastronómicos del Presidente Vitalicio, respondiendo la cholita con discretas observaciones que me llevan a pensar en que el presidente desconoce totalmente este arte culinario y come lo que le es impuesto por sus asesores de acuerdo al lugar donde se encuentran en esa agitada campaña electoral en pos de una presidencia indefinida.
A parte de esas observaciones preliminares debo referirme al hecho que me sacudió el frenesí llevándome a apechugar a mi discípula periodística, a despeinar sus trenzas y a bailar entusiasmado la cueca “Viva mi patria Bolivia”. Fue al conocer la noticia de que la Unesco había premiado a Cochabamba reconociéndola como “la ciudad imaginativa en el arte culinario” con la autoridad mundial que posee esa repartición de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia, y la Cultura.
Mi primera intención fue felicitar a Cochabamba representada por su Burgomaestre, José María Leyes quien tiene ahora la obligación de proyectar una política municipal destinada a justificar el título para conseguir el reconocimiento de las otras regiones del país cada una de las cuales cree poseer la mejor gastronomía.
Se conoce que la costumbre popular ha establecido un menú para los diferentes días de la semana, que podrá consignar al lunes para los enrollados y escabeches, el jueves para el silpancho que pudiera parecerse a la oreja de un elefante, un buen pique macho para el sábado y sin falta los chicharrones del domingo, todo aderezado con una buena y picante llajua.
A los comilones de mala memoria podemos sugerir los siguientes platos, como ser lomo borracho, ají de patas, ranga, fidius uchu (ají de fideo), la ensalada k´allu y el trancapecho.
La bella Cochabamba tiene ahora una distinción mundial de la Unesco como paraíso para el buen gourmet y de un buen comilón. Noble actividad la del buen comer en un país donde el discurso político quiere sustituir al mejor menú rociado con chicha punateña.
Columnas de PAULOVICH