Viviendas sociales, no tan sociales
Más que necesario, resulta urgente que Bolivia cuente con un proyecto o “plan de vivienda social ” en todo el sentido de la palabra.
Si bien el Gobierno planteó y plasmó la ejecución y repartición de espacios en la Villa Whipala de El Alto, en La Paz; ahora lo hace en Cochabamba, en las zonas de Tolata y de La Tamborada. Desde el lunes ofertan 672 departamentos en la Villa Suramericana, llamando a la población para que acceda a ellos.
Sin embargo, tras las largas filas y horas de espera, resulta evidente el rostro decepcionado entre quienes acudieron a enlistarse: no se toma en cuenta que sean padres o madres solteros, padezcan capacidades especiales o sean adultos mayores, como inicialmente planteó el Estado.
Sólo “se requiere” ganar más de Bs 7 mil para hacer factibles los créditos bancarios de $us 51 mil (monto que vale cada departamento de 89,79 m2 construidos, repartidos en 14 bloques de 12 pisos cada uno).
Entonces, mal se puede llamar a estos proyectos un “plan de vivienda social, accesible a la población de bajos recursos”, cuando el salario mínimo de los bolivianos es de Bs 2.200.
Peor aún si, calculando fríamente y buscando con calma, las casas o departamentos en zonas más cercanas valen prácticamente lo mismo.
Entonces, ¿por qué jugar con el tiempo y la esperanza de la gente? ¿A qué título se publicita la infraestructura como “vivienda social”, si el precio de esas construcciones equivale a un emplazamiento de semi lujo? ¿Porqué los pobladores deberían decidirse por un espacio tan caro y tan alejado, si, además, carecen de acceso a servicios y agua corriente de la red de Semapa?
Directora de Los Tiempos
Columnas de LUZ MARINA CANELAS ARZE