La violencia, algo normal en el MAS
En el Movimiento Al Socialismo se han acostumbrado a resolver las cosas por medio la violencia
cuando no se logran por medio de la imposición o el consenso. Ocurrió hace tres días cuando participantes del V Congreso Ordinario Regional del MAS -Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos, que se realizó en Lallagua, Potosí, terminó en una gresca propia de la lucha libre, con golpes, sillas voladoras y chicotazos por doquier.
El encuentro, que fue inaugurado por el presidente Evo Morales, tenía la finalidad de consensuar las directivas de las cinco provincias del norte de Potosí. Sin embargo, lejos de una reunión para conformar la unidad de los sectores oficialistas, se desató una batalla campal cuando un grupo de delegados protestó por la elección de Edilberto Coro Pari, del ayllu Chayanta, en representación de la provincia Rafael Bustillos. La pugna por el poder encegueció a los masistas.
El hecho quedó registrado en videos grabados por diversos teléfonos móviles y que fueron subidos a las redes sociales.
Pero este tipo de actos violentos no es un asunto nuevo en el MAS. Ya en abril de 2018, participantes en el Congreso Nacional de Juventudes del MAS realizado en Tarija se enfrentaron a golpes por la falta de consensos y cinco meses después, en la misma ciudad, ocurrió algo similar en el Congreso de Unidad del Movimiento al Socialismo.
Además, en diversas oportunidades dirigentes masistas han amenazado con chicotazos a quienes vayan en contra del partido de gobierno en los procesos electorales, se opongan a las medidas gubernamentales o simplemente apoyen a otros candidatos.
Incluso en octubre del año pasado, la Confederación Sindical Única de Campesinos de Bolivia (Csutcb) y el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qollasullo (Conamaq) oficialista, ambas afines al MAS, advirtieron con dar chicotazos a los candidatos opositores que ingresen a hacer proselitismo en la zona de los Ponchos Rojos.
Y como la violencia es algo enraizado dentro del Movimiento al Socialismo, hay quienes minimizan lo sucedido mientras lo justifican, fuera de toda lógica.
Para el vicepresidente del partido oficialista, Gerardo García, este tipo de hechos no es novedad, ya que “siempre ha pasado en muchos eventos, peores todavía”.
Similar criterio tiene el asambleísta departamental del MAS por La Paz, Gustavo Torrico, para quien es normal y “está bien” que ocurran estas grescas. Es más, va más allá y aclara que su partido no es un espacio donde se solucionan las cosas en una cena en algún céntrico hotel de La Paz.
Es de lamentar que el segundo hombre del partido y una autoridad electa apoyen la violencia cuando debería ser al contrario. Ambos están llamados a apaciguar los ánimos y marcar un rumbo correcto que tienda hacia la reflexión y el consenso.
Sin embargo, como se ve, en el MAS no hay opción para el disenso ni la réplica.