El año redondo de Cristiano Ronaldo
El pasado fue el año de la máquina, del superatleta. El portugués Cristiano Ronaldo lo ganó todo dentro de la cancha. Y ese pleno se prolonga en los premios. Ya se había llevado su cuarto Balón de Oro. Ahora deberá agrandar la vitrina de su casa de Madeira y hacerle lugar al trofeo de platino del primer The Best entregado por la FIFA. El portugués se impuso al argentino Lionel Messi y al francés Antoine Griezmann, los otros finalistas.
"Tienen que conocerlo a Cristiano. Es una persona espectacular, que se empeña por el equipo", lo alabó Roberto Carlos antes de la entrega. Ya se sabía que el portugués iba a convertirse en el mejor de todos. La incertidumbre había durado un suspiro, pese a que votaban periodistas, capitanes y entrenadores de seleccionados nacionales, y fanáticos de todo el mundo.
El premio de Cristiano, individual, también es un reflejo del conjunto. Real Madrid, campeón de Europa y de España, tuvo en el portugués a su talismán. Al hombre que desatascaba partidos con un tiro libre inverosímil o con un cabezazo tras un salto de basquetbolista. Cristiano, monumento a la superación, se recuperó de la derrota que sufrió el año pasado, cuando Messi recogió los frutos de su temporada galáctica: la de 2015. Como si los logros con Real Madrid no fueran suficientes, Ronaldo, el superhéroe portugués, guio a su seleccionado al título de la Eurocopa. Cristiano fue clave en el campeón de clubes y en el monarca de selecciones a nivel continental. Lo hizo mostrando todo su repertorio de amagues, arranques supersónicos y, también, esa pizca de egoísmo tan propia de su ADN."2016 fue el mejor año de mi carrera. Al comienzo había muchas dudas", relató Ronaldo, que eligió el idioma portugués para agradecerles a sus compañeros de Real Madrid y la selección portuguesa. "No tenía dudas de que podía ganar todo lo que gané con el club y el seleccionado. Ha sido un año magnífico", agregó el delantero de Real Madrid, que se bloqueó por la emoción antes de comenzar a dar su discurso. Después, miró hacia donde estaba su familia y declaró: "Gracias a ellos, a todo mi staff, que están en las buenas y en las malas".
Los resultados, contundentes, hablan de su supremacía incontrastable. En 2016 no hubo otro como él. Desde 2009 en Real Madrid, Ronaldo se convirtió en ícono global en el club que entronizó a David Beckham. El portugués le copió el estado físico y su fanatismo por superarse, por ir siempre un poco más lejos. Pero le sumó resiliencia y garra. Cristiano es hoy el jugador franquicia de Real Madrid, un club que seguramente lo tendrá como su embajador itinerante el día que decida dejar de jugar. A juzgar por el entusiasmo que demuestra cada vez que agarra la pelota o se calza los botines, al portugués le quedan muchos años de fútbol al mejor nivel.