Los Károlyi le cambiaron el rostro a la gimnasia de Estados Unidos
Cuando tras huir de la Rumanía de Nicolás Ceaucescu en 1981, Béla y Mártha Károlyi abrieron un pequeño gimnasio en Houston, Estados Unidos, decenas de jóvenes llegaron a tocarles la puerta.
No por nada habían sido los entrenadores de Nadia Comaneci, la gimnasta más famosa de la historia.
Pero a partir de ese momento su apellido dejaría de ser sinónimo exclusivo del éxito rumano, y se vincularía a 9 campeonas olímpicas, 15 campeonas mundiales, 16 medallistas europeas y 6 de Estados Unidos.
Hoy es indisociable de la nueva estrella de la gimnasia mundial, Simone Biles, explosiva y única, a quien no se le resiste ningún aparato.
A ella la entrena Mártha Károlyi, quien coordina el equipo olímpico nacional de EE.UU. desde que en 2001 su marido se retirara del puesto.
Y por todo ello, los expertos aseguran que los Károlyi revolucionaron la gimnasia en EE.UU. y convirtieron al país en una potencia en esa disciplina.
"La gimnasia no hubiera sido lo mismo (en EE.UU.) sin Béla, Mártha y Nadia", le dijo Mary Lou Retton, quien ganó la competición individual de gimnasia artística en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, al diario estadounidense The Washington Post.
Retton fue la primera protegida de los Károlyi en EE.UU., y asegura que al menos la mitad de sus medallas se las debe al matrimonio.
"Béla fue siempre el rostro y el lugar de Mártha, al menos para mi generación, estuvo tras bambalinas", explicó.
"Pero él hubiera sido un cachorro perdido sin Mártha. Es ella la que lleva todo el programa y siempre lo hizo".
Sin embargo, su trabajo conjunto no es una novedad. Se remonta a la Rumanía de la década de 1960.
Tras haber sido campeón nacional juvenil de boxeo y tras participar como lanzador de martillo en las Olimpiadas de 1956, Béla Károlyi decidió estudiar educación física en la Universidad de Rumanía.
Y en el último año de carrera, empezó a entrenar al equipo nacional de gimnasia, del que era miembro Mártha (por aquél entonces Mártha Eross).
Se casaron en 1963 y se mudaron a Onesti, la pequeña localidad de la región minera de Rumanía en la que creció Béla.
Se hicieron cargo de un internado y allí empezaron a entrenar -Mártha siempre en un segundo plano- a niñas con potencial atlético.
Nadia Comaneci, quien vivía cerca de Onesti y tenía entonces seis años, fue una de las primeras.