Borrar los récords y quemar la historia
Pagan justos por pecadores. Eso es lo que algunos opinan de la controversial propuesta que sacudió el mundo del atletismo el lunes pasado y que busca hacer borrón y cuenta nueva de todos los récords mundiales que se establecieron antes de 2005.
La drástica medida fue presentada por el organismo europeo de atletismo y cuenta, en principio, con el visto bueno del británico Sebastian Coe, presidente de la Federación Internacional de Asociaciones de Atletismo (IAAF, por sus siglas en inglés).
El argumento detrás de la propuesta es que antes de esa fecha no se llevaban a cabo controles eficientes contra el dopaje, por lo que no se puede asegurar que esos registros se hayan conseguido de manera legal.
Esta posición ha generado un gran revuelo en el mundo entre aquellos atletas que poseen una marca mundial o regional, como los británicos Jonathan Edwards, Paula Radcliffe y Colin Jackson.
La corredora que estableció la mejor marca en maratón en 2003 calificó la medida de "cobarde", mientras que Jackson criticó que se quiera castigar a todos los atletas sin importar que muchos de ellos nunca consumieron sustancias prohibidas.
"Ellos se están excusando de por qué lo están haciendo. Creo que esa es una razón equivocada. Todos entendemos la situación del dopaje, pero no es culpa de los atletas que están limpios", lamentó Jackson.
Sin embargo, Pierce O'Callaghan, propulsor de la idea, asegura que nunca han tenido intención de calificar de tramposos a todos los atletas, pero que es inevitable que haya un "daño colateral".
"Lo que intentamos es darle al público confianza y credibilidad de lo que están viendo en el deporte", explicó O'Callaghan.
Según la propuesta, todas las marcas anteriores a 2005 quedarán archivadas en una lista de mejores registros de todos los tiempos, pero no serán reconocidas como récords.
Eso dejaría al atletismo sin más del 50% de los récords de las pruebas que forman parte del programa olímpico (26 de 47), incluyendo varias de sus marcas más emblemáticas.