La esposa del príncipe Harry no tendrá su cuento de hadas
El sábado pasado miles de personas seguían la boda real británica del momento, posiblemente no sospecharon todo lo que pasó Meghan Markle para casarse con el príncipe Harry.
Varios portales han puesto énfasis en la mujer que ahora es parte de la familia real. Estadounidense, actriz, divorciada, mestiza y protestante, nada de eso parecía predestinar a Meghan a su momento actual. Todos estos factores fueron descritos por la experta en celebridades Maud
Garmy, en el portal Slate.fr.
Desde que su relación con el príncipe Harry parecía seria, un equipo del palacio de Kensington le inculcó las bases de la cultura real británica, con el protocolo y buenas maneras que vienen al caso.
Ser duquesa es un trabajo a tiempo completo, por eso tuvo que renunciar a su rol en la serie Suits y a una carrera de actriz por la que se había esforzado hasta ahora, 36 años.
Meghan tuvo que cambiar su religión, de protestante pasó a bautizarse en la Iglesia Anglicana. Luego vino lo de la nacionalidad británica.
La exactriz también ha renunciado a su libertad de expresión. Era una persona siempre conectada, tenía varias redes sociales y mantenía su blog “The Tag”, pero todo eso fue cerrado e incluso borrado.
Ni qué decir de su libertad para salir donde y con quien quiera, ahora tiene custodia, día y noche. Su vida privada tampoco puede desenvolverse, ella y su familia serán seguidos todo el tiempo, como durante el periodo prenupcial.
Sus palabras y luchas feministas se han acabado puesto que no podrá emitir opiniones políticas. Ese aspecto así como su guardarropa, será totalmente controlado.