Cracks las chicas en cancha
Ya se realizaron siete copas mundiales, ya juegan en todos los continentes y regiones, aunque sea con biyabs, ya es un deporte de multitudes. Es el fútbol femenino y los registros de asistencia lo señalan claramente y, además, muestran su vertiginoso avance. Basta señalar que, por ejemplo, a las finales de las copas organizadas en EEUU y Alemania asistieron 90 mil y 44 mil personas, respectivamente. El fenómeno también se siente en las ligas de países como España donde la asistencia media a los partidos de damas pasó de 10 mil a 20 mil personas por encuentro.
Y mientras la calidad técnica de las futbolistas profesionales acorta distancias frente a la de los varones, se advierte el surgimiento de ventajas cualitativas en el espectáculo. Hay una preponderancia al juego vistoso antes que al resultadista basado en estrategias no santas. Por ello, la violencia hasta ahora ha sido conjurada tanto dentro de las canchas como en las tribunas. Incluso, según reportes coincidentes de diversas ligas, se advierte una casi ausencia de violencia verbal por parte de las barras de hinchas en las tribunas.
El fenómeno del fútbol femenino también gana otra característica. Según ha destacado un análisis del diario El País de Madrid, a las tribunas de España, EEUU, Noruega o Alemania, entre otras, asisten cada vez más espectadoras, muchas de ellas jóvenes. Buena parte de ellas ya tiene sus ídolas a quienes quiere emular. En suma, de ser un deporte complementario, el balompié femenino ha pasado a crear su propia cultura, y a aspirar a cada vez mayores horizontes.
Hasta hay quienes confían en que los torvos trasfondos que han contaminado el fútbol de varones resulten conjurados en el progresivo avance de las ligas de féminas. “Vivir la pasión de este deporte sin la mancha de las drogas, el lavado de divisas, la digitación de resultados y las apuestas es la esperanza que se refresca con ellas”. Así ha resumido el analista Gregorio Cano, de AS, al evaluar el crecimiento de la práctica del fútbol femenino.
POTENCIAS Y CRACKS FEMENINAS
El salto hacia la masificación de este deporte también ha implicado la emergencia de potencias hegemónicas. Diversos patrones culturales han derivado en que no se ratifiquen los favoritos de la rama masculina. Potencias en el fútbol femenino son países como Estados Unidos, Japón, Suecia, Canadá, China y Noruega. Sólo Alemania, Francia y Brasil han hecho, relativamente, dupla con sus pares varones.
Las estadounidenses han logrado marcar un predominio hasta el presente. Ganaron tres de los siete mundiales ya realizados. Fueron subcampeonas en una oportunidad y ocuparon el tercer lugar en tres ocasiones. La lista de campeonas mundiales se limita además a Alemania, Japón y Noruega. Las germanas ganaron la copa en dos oportunidades y fueron subcampeonas en una.
A dos décadas de pasar de la casi anécdota al profesionalismo, también cuentan las leyendas, las futbolistas estrella, que hacen o hicieron época. La lista de súper cracks suma, por ejemplo, a la mediocampista estadounidense Mia Hamm, múltiple campeona mundial, olímpica y dos veces (2001 y 2002) elegida por la FIFA como mejor jugadora del año. También es figura mundial la japonesa Homare Sawa, considerada una de las más grandes mediocampistas de todos los tiempos. Mientras que el propio Edson Arantes do Nacimento calificó a su compatriota Marta Viera da Silva como la “Pelé con falda”. Ella ganó por cinco años consecutivos (2006- 2010) el premio FIFA como jugadora del año.
HISTORIA
Aunque su crecimiento más notable se haya producido en las últimas décadas, el fútbol femenino tiene unas raíces tan profundas como las del masculino: su primer partido oficial se disputó el 23 de marzo de 1895.
Ya en la década de 1880 se habían entablado varios encuentros, pero por diversas razones no pueden calificarse de partidos oficiales organizados.