El lugar: Bruselas
Con unas doscientas fábricas que producen alrededor de 1.500 variedades, la cerveza es mucho más que una bebida en Bélgica, motor económico y expresión cultural que la Unesco ha incluido este año en el Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, un reconocimiento que le otorga una nueva plenitud.
A través de museos, asociaciones, restaurantes, fiestas o incluso en los lineales de un supermercado, que dejan boquiabierto a cualquier foráneo por su variedad, la riqueza de la cerveza belga está presente en cada región, y en cada lugar tiene una historia y una tradición únicas.
Es el caso de la cerveza “lambic”, con un sabor seco, amargo y cierto parecido al de la sidra, única en Europa y típica de la región de Bruselas, cuya principal característica es la fermentación espontánea, que se efectúa de noche y al aire libre.
La “lambic” no lleva levadura añadida porque esta se encuentra de manera natural en el aire del valle del río Senne, aunque solo en los meses de invierno, explica a Efe el director de calidad de Lindemans, Jan Verzelen, una de las cervecerías artesanales de mayor producción de Bélgica, con 100.000 hectolitros anuales.