Ernesto Nina, el héroe incansable que combatió el fuego
Ayer, lunes 30 de septiembre, Ernesto Nina despertó temprano y se alistó con su uniforme…
— ¿Dónde estás yendo, hijo?
— Me han solicitado mamá, tengo que ir.
— Desayunemos juntos, te vas a cuidar…
— Me lo vas a guardar comidita para la noche, a las 8 voy a llegar.
Esa fue la última conversación que tuvo Rosemary Mamani, con su hijo Ernesto Fanor Nina (24), el voluntario del Grupo Especial de Operaciones de Salvamento (GEOS) que perdió la vida sofocando el fuego en el Parque Tunari.
Su madre, aunque siempre temerosa por el arriesgado trabajo que realizaba, no imaginó que esa sería la última vez que lo vería.
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Lo recuerda como un hijo excelente, hermano amoroso, buen vecino y amigo. Estudiaba Ingeniería informática en la Facultad de Ciencias y Tecnología de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS).
"Cuando fue a Santa Cruz, igual yo no quería como madre que vaya, pero él insistió. Siempre volvía... Ahora no sé, me tendré que resignar porque mi hijo se fue haciendo lo que a él le gustaba", relata con la voz entrecortada Rosemary, mientras atiende a los amigos que llegan para el velorio en su vivienda, ubicada en Pacata.
Y añade: "A él le encantaba ayudar, siempre me decía que le gustaba ser voluntario".
Ernesto era incansable. Participó de operaciones en Concepción, San Matías, San Ignacio y Roboré, formó parte de la primera patrulla de Cochabamba en ir a combatir el fuego en la Chiquitanía. "Era una persona muy amable, inteligente y comprometida que empujaba a todo su grupo a seguir adelante y buscaba la forma de conseguir objetivos", dice Carlos Azcárraga, director de GEOS Bolivia.
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El deceso fue un golpe muy fuerte para este grupo de voluntarios que buscan desinteresadamente servir al prójimo y sobre todo cuidar el medio ambiente.
"La verdad, los ánimos están medio bajos, estamos estableciendo con los voluntarios una nueva metodología para que puedan afrontar esta situación porque es una gran pérdida para la institución. Estamos viendo la forma de sobrellevar y vamos a hacer trabajo en equipo", asegura Azcárraga.
Sin embargo, esta tragedia que enlutó a GEOS Bolivia y consternó a Cochabamba también es un detonante para analizar las condiciones en las que trabajan los voluntarios.
Las necesidades son continuas considerando que al día atienden entre tres a cuatro emergencias. El combustible es imprescindible para poder tener una respuesta inmediata. En promedio gastan de 500 a 600 bolivianos a la semana.
"En todo este tiempo ni la Alcaldía ni la Gobernación nos han hecho caso alguno, hemos solicitado combustible y vehículos, pero no tenemos respuesta. Tenemos personal muy bien capacitado pero siempre hay necesidades", reclama el director de GEOS.
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La institución se presentó en el programa estatal Intervenciones Urbanas como grupo comprometido con el medio ambiente, en el que pudieron obtener un financiamiento para adquirir una camioneta de rescate que hasta ahora ha hecho seis intervenciones, dos en la Chiquitanía y cuatro en Cochabamba.
A este vehículo le pondrán el nombre de su compañero Ernesto como un homenaje a su valor.
Otros equipamientos los consiguieron en diferentes campañas, "vendiendo salchipapas, tripitas y anticuchos", cuenta Carlos Azcárraga.
"Ya nos hemos cansado de pedirle a la Gobernación y Alcaldía que nos apoyen, la verdad nunca lo han hecho", añade.
A este pedido urgente se suma la madre de Ernesto que demanda "más atención de las autoridades a los voluntarios, que los apoyen con sus materiales que ellos necesitan. Eso les pediría a la Alcaldía, a la Gobernación y al Gobierno".
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