De los hornos artesanales a una tecnología más limpia
La cooperativa ladrillera La Unión de la zona de Ch’ampa Rancho, la mayor zona productora de ladrillo artesanal en Cochabamba, ha dado un gigantesco paso al haber firmado en 2008 un convenio con Swisscontact, la Universidad Católica Boliviana y la entonces Empresa Cochabambina de Gas (Emcogas), para construir un horno piloto ecológico, tipo MK.
Este avance se ve demostrado en el hecho de que actualmente la producción de ladrillo artesanal en hornos tradicionales –tipo Volcán o piramidal de bocas transversales– muestra, según estudios ambientales difundidos por Swisscontact, un alto grado de contaminación que en Cochabamba le sigue a la que producen los vehículos, que es la más alta.
Las pruebas en los tres primeros hornos instalados entre los 137 hornos tradicionales que existen en esa zona, podrían estar concluidas si es que el directorio de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) allanara el camino para conceder gas natural durante las tres primeras pruebas, tal como señalaba el convenio suscrito con Emcogas, el año pasado.
Las obras civiles del horno concluyeron el pasado mes de agosto y se hicieron inicialmente unas pruebas inconclusas debido a unas modificaciones realizadas en los hornos piloto para que pueda dar mejores resultados y adecuarla a las necesidades del sector ladrillero, es así que actualmente todo está listo para continuar esas pruebas.
Si bien, los hornos tradicionales tienen una capacidad de producir 20 mil a 120 mil ladrillos, por horneada, dependiendo de la capacidad del horno que utiliza como combustible gas natural y adicionalmente carbón o aserrín para mejorar la combustión, su proceso es altamente ineficiente y la contaminación que produce afecta la calidad de vida de los pobladores que así lo entendieron y buscan renovar la tecnología de su industria. Por ello, analizando el problema de manera integral, según informó una fuente de Swisscontact, se concluyó de que parte de la solución al problema pasa por el cambio de tecnología en la producción de ladrillos a una más eficiente, económica, social y ambiental como es la que se deriva de los hornos MK.
Agregó que el horno MK es un modelo también de producción artesanal probado en el valle de México con muy buenos resultados. Según sus antecedentes puede disminuir la contaminación atmosférica en un 80%, es más seguro y económico, al hacer un uso más eficiente de la energía (reducción de pérdidas de 50% a 9%).
Consiste en tres hornos modulares que se caracterizan por estar interconectados por túneles subterráneos por los cuáles circulan los gases calientes de uno a otro módulo. El funcionamiento es simultáneo en dos de ellos (uno de cocción y el otro de precalentamiento), mientras que el tercero está siendo vaciado y nuevamente cargado con ladrillos crudos. Así se produce una suerte de rotación y trabajo continuo. Ya es casi un hecho que la cooperativa y su industria artesanal migrará a otras zonas, pero con esta tecnología se busca que mejoren sus condiciones no solamente en lo que respecta al producto y la eficiencia energética sino para disminuir la contaminación atmosférica que emiten con la actual tecnología que utilizan.
El ladrillo “adobito”
Los ladrillos de 6 huecos y las tejas las fabrican las empresas cerámicas industriales, conocidas como las “grandes”, y el ladrillo adobito lo producen principalmente las ladrilleras artesanales, las “pequeñas”, que responde a una lógica de producción y organización artesanal. La zona de Ch’ampa Rancho, con sus tres secciones, San Carlos, San Joaquín y Cerro Blanco, es la de mayor producción de ladrillo con 137 unidades de producción con un nivel de producción promedio por industria de 12 hornadas por año.
Ch’ampa Rancho llega a producir 7 millones de ladrillo mensualmente (82 millones al año) y las demás zonas productoras en Cochabamba (Chacacollo, Colcapirhua, San Benito y Suticollo) en conjunto llegan a casi 4 millones al mes (48 millones al año).