El entierro de Miguel Uribe remarca las fracturas políticas de Colombia
Treinta y cuatro años después de que la Catedral Primada de Colombia acogiera las exequias de Diana Turbay Quintero, la periodista asesinada en 1991 a manos de Los Extraditables de Pablo Escobar, el templo recibió este miércoles las honras fúnebres de su hijo, Miguel Uribe Turbay, senador y precandidato opositor que falleció este lunes, dos meses después del atentado sicarial del que fue víctima en junio.
Desde la emblemática Plaza de Bolívar de Bogotá, el cardenal José Luis Rueda presidió una misa fúnebre que contó con la presencia de familiares y amigos del político asesinado, congresistas, líderes políticos, los expresidentes de la República César Gaviria Trujillo, Ernesto Samper y Juan Manuel Santos, y el subsecretario de Estado de Estados Unidos, Christopher Landau.
En representación de Álvaro Uribe Vélez, padrino político de Miguel Uribe Turbay y quien no asistió debido a que cumple una pena de prisión domiciliaria en su residencia en Antioquia, estuvieron su esposa, Lina Moreno, y su hijo Jerónimo. La ausencia de integrantes del Gobierno fue notoria, y el presidente Gustavo Petro explicó brevemente vía X que se abstuvo de acudir por pedido de la familia.
El ministro del Interior, Armando Benedetti, dio más detalles y contó que recibieron una solicitud de la familia en la que pidieron que no hubiera presencia de ningún representante oficial. “He estado en contacto con su familia desde el lunes y ayer llevé el mensaje que el Presidente quería asistir al Congreso [donde se hizo la velación en cámara ardiente], a lo que respondieron que era mejor que no nos hiciéramos presente”, escribió el ministro en sus redes sociales. La vicepresidenta Francia Márquez había confirmado su participación y explicó su ausencia por el mismo motivo.
Durante la ceremonia tomó la palabra María Claudia Tarazona, viuda del senador y precandidato presidencial. Acompañada por sus tres hijas de una relación anterior y por Alejandro Uribe Tarazona, de apenas cuatro años, agradeció al equipo de la Fundación Santa Fe por los cuidados durante los 63 días que pasaron entre el ataque y la muerte de su esposo, a quien se refirió como “un titán”. “El propósito de Miguel para Colombia era un país sin violencia. Nuestro país atraviesa los días más oscuros y dolorosos, no solo por la muerte de Miguel, sino por los miles de colombianos”, dijo con voz serena.
La sucedió en el micrófono Miguel Uribe Londoño, padre del senador, quien pronunció un discurso más político. “En esta misma Santa Catedral cargué en un brazo a Miguel y en el otro el ataúd de su mamá Diana Turbay. Hoy, 34 años después, esta absurda violencia también me arrebata a ese mismo niño que se convirtió en un hombre bueno, esposo amoroso, padre ejemplar y líder honrado y valiente”, dijo. También se refirió al momento político y, sin menciones directas, criticó al Gobierno. “No tenemos duda de quién promueve y de quién permite la violencia”, señaló. “No es casualidad que este ataque terrorista, un magnicidio que se constituye como un delito de lesa humanidad, haya ocurrido justo cuando Miguel estaba levantando su bandera”.
La ceremonia religiosa terminó con la intervención musical del cantante Yuri Buenaventura y la Orquesta Filarmónica de Bogotá, que interpretaron la canción El Guerrero. Con el ataúd cubierto por una bandera de Colombia, soldados de la guardia presidencial se encargaron de su traslado hasta el Cementerio Central, el camposanto más antiguo de Bogotá, donde fue sepultado junto a personalidades políticas.