Cochabamba
Hoy Cochabamba rememora el grito libertario del 14 de septiembre de 1809 y lo hace en un ambiente de desencuentro y desconfianza, que impide mirar a un norte hacia el cual avanzar, pues hay profundos problemas que imposibilitan conciliar visiones de futuro para coincidir en un programa de acción conjunta.
Probablemente esta situación es consecuencia del ejercicio del poder local sobre la base de una profunda y desarrollada cultura de la prebenda que, por si acaso, no se reduce a los últimos 14 años sino está vigente desde la década de los 70 del siglo pasado, cuando se legitimó la amoral frase de “roba, pero hace” que ha corroído la institucionalidad local y que el MAS terminó por liquidar.
En ese escenario, los actores políticos dependen mucho del centro de sus agrupaciones (La Paz o Santa Cruz actualmente) y no se animan a postular iniciativas propias en función del interés regional. Además, demasiados ven al aparato estatal como el espacio para el fácil enriquecimiento o la cooptación del poder político. De ahí que el objetivo de que éste sirva para garantizar la pacífica convivencia social, ayudar a la ciudadanía y facilitar su vida, más bien se convierte en el principal obstáculo para el desarrollo de las actividades
Por su parte, los actores económicos tampoco logran estructurar una propuesta sostenible de aprovechamiento de las ventajas que ofrece el departamento. Como en el mundo de la política, en el de la economía hay mucha división y resquemor que impiden actuar mirando el futuro y no los intereses inmediatos. Y ni qué decir de los gremios. Hay una profunda vocación corporativa, adicta, además, a las prebendas del Estado y con clara raíz autoritaria.
Pero, paradójicamente –como ha demostrado el tiempo de cuarentena– la población tiene una gran capacidad para resolver los problemas del día a día, pese a los obstáculos que se interponen desde el Estado (en este caso los municipios y la Gobernación) a cuanta iniciativa se desarrolla.
Además, es notorio el surgimiento de nuevas generaciones de ciudadanos, hombres y mujeres, que interpelan el statu quo y generan espacios de diálogo y reflexión, que luego se traducen en proyectos de desarrollo, tecnología, cultura, medicina, por citar los más importantes.
Por eso, pese a los duros problemas que tenemos, hay las condiciones para recuperar el papel que Cochabamba jugó en muchas oportunidades en nuestra historia y volver a ser, en los ámbitos de la política, la cultura, la economía y el desarrollo, una especie de bisagra de la unidad nacional que la geografía le ha dado y que durante mucho tiempo se ha olvidado.
Por lo señalado, es de esperar que una vez sean posesionadas las nuevas autoridades nacionales, la población cochabambina dé prioridad a encarar el proceso electoral regional que se avecina y tengamos la voluntad de evitar que, por un lado, nuevamente se imponga la lógica del “roba, pero hace” y, por el otro, la ineficiencia y el servilismo de los inquilinos del aparato público central.
Pero, sobre todo, debemos recuperar un espíritu autonómico en su real dimensión.
Es lo menos que podemos hacer para superar tantos años de frustración y dar a Cochabamba un norte de desarrollo democrático, inclusivo y equitativo.
El autor fue director de Los Tiempos entre 2010 y 2018
Columnas de JUAN CRISTÓBAL SORUCO QUIROGA