Nueva república bananera
Cuarto intermedio en sala... Por necesidades personales tuve que viajar a EEUU entre el 23 de agosto y ayer. Estuve en Miami e Indianápolis conjugando la visita entre la responsabilidad asumida y todos los restaurantes y malls (centros comerciales) a los que en ambas ciudades pudimos llegar.
Vayamos por partes... La primera sorpresa fue que, en general, las personas con la que nos encontramos estaban enteradas de los temas que trataríamos y, en el tiempo asignado, nada de miradas impacientes ante preguntas hechas en español y traducidas, excelente humor y ningún sesgo burocrático... Lo que significa adoptar decisiones sobre la base de la confianza mutua, a ser ratificadas luego por los papeles que suscribiríamos
Obviamente, el resto del tiempo había que dividirlo en la búsqueda de lugares de esparcimiento, que, lamentablemente, estaban en su mayoría cerrados por el coronavirus; restaurantes, que encontramos con ofertas abundantes y personal de servicio que sabe de su oficio y que tiene que hacer consumir al cliente. Y los malls, donde uno encuentra lo inimaginable, salvo productos chutos, y se entera, sin anestesia alguna, de sus medidas corporales desde los pies hasta la punta de la nariz... Y me di cuenta de que las winchas y pesas que hay en casa no habían sido tan precisas.
En ese maremagno surgen dos otras constataciones: una, que sin auto a tu alcance la vida se hace muy, pero muy dura, pues no hay una tiendita a la vuelta de la esquina... La segunda, el dinero va desapareciendo y han desarrollado tecnologías amables para hacer fácil las transacciones vía tarjetas de crédito, tan fácil que hasta un ciudadano de la tercera edad venido del extranjero puede hacerlo… hasta que su banco rechaza la instrucción sin explicación alguna.
Pero, también se puede apreciar los efectos del coronavirus en la economía y la gente. Impresiona la cantidad de instalaciones cerradas, las tiendas con poca clientela, así como los restaurantes por lo que no hay necesidad de hacer reservas, las carreteras sin embotellamiento, las ofertas que se hacen para reimpulsar el consumo. Es decir, se palpa los efectos de la pandemia
En ese mundo tan complejo, en el que el acceso a la información es impresionante y se nota que hay un esfuerzo sostenido para facilitar la vida a los ciudadanos, es imposible comprender el fenómeno Donald Trump, que lo único que está haciendo es transformar a EEUU en una nueva república bananera donde el uso de la mentira y el fraude se van convirtiendo en cosa común y hay amplios sectores que legitiman esa actitud tramposa.
Vinculando esa situación con nuestras realidades, impresiona –más allá de alguna broma– el parecido que ese fenómeno Trump tiene con el de los Chávez y sucesores: Correas, Morales o Fernández Kirchner. Todo gira alrededor de ellos y los grupos de poder que los rodean. Todo vale para mantenerse en el poder, como convocar a sus adherentes a votar "dos veces" a su favor en las siguientes elecciones, y aprovecharlo para sus propios intereses (tendría alrededor de 3.500 procesos desde antes de asumir la presidencia). Para ellos, la gente solo sirve cuando se la puede manipular a su favor.
Valga un paréntesis, en mi personal actitud guerrera en Facebook siempre polemizo con ciudadanos, especial pero no únicamente mujeres, adherentes a Trump. Y en los últimos días me ha causado gracia que muchas de ellas, que viven en el país o en EEUU, pretenden ayudar a Tuto Quiroga comparándolo con Trump, lo que de ninguna manera creo, salvo cuando le hace caso a su asesor jurídico.
En fin, 15 días he estado alejado de nuestras contiendas internas, aunque sin dejar de hacerles algún seguimiento, en el seno mismo del imperio y, ayayayyyy, me ha gustado, aunque me asusta una reelección de Trump.
Sin vuelta, el primer mundo es atractivo...
El autor fue director de Los Tiempos entre 2010 y 2018
Columnas de JUAN CRISTÓBAL SORUCO QUIROGA