Sobre el racismo en nuestra historia
Dejemos de lado, tan sólo momentáneamente, El drama y la miseria, la hipocresía, las mentiras y perfidias, y, en fin, la incapacidad, y, sobre todo, la audacia e improvisación tan características y propias de nuestra clase dirigente contemporánea; para sumergirnos en nuestra historia pasada, en este caso, la de la construcción del racismo y las ideas actuales que tenemos sobre este.
Por supuesto, y respecto a los señalados atributos, cada vez caben menos dudas sobre su validez indiferenciada, tanto para los políticos de la cúpula del MAS, como para los del resto de los partidos “tradicionales” rearticulados en diversas “agrupaciones ciudadanas” con miras a las próximas elecciones generales.
Pero bien, vamos al grano. El señor Belisario Díaz de Romero, notable miembro de la Sociedad Geográfica de La Paz durante los primeros años de vida de aquella, en su prólogo para la edición boliviana de los Estudios sobre la geología de Bolivia, del año de 1907, escritos por el célebre naturalista francés Alcide d'Orbigny (1802-1857), por un lado, enfatizó con jugosos encomios el valor económico de la mencionada obra, mientras que, por otro, reprochó las ideas de d'Orbigny sobre la inferioridad y superioridad de las distintas razas humanas.
En el primer sentido, dijo que la mencionada obra, sería de gran utilidad para “los diversos industriales que ahora comienzan a explotar el suelo boliviano: ya los mineros buscando filones metálicos, ya los agricultores terrenos apropiados para sus cultivos”. En el segundo, se lamentaba sobre la indiferencia, e incluso oposición, de Alcide d'Orbigny respecto a las ideas de Jean Baptiste Lamarck, el notable naturalista francés, sobre la evolución natural de las especies mediante largos procesos de adaptación a su medio ambiente, incluyendo a las humanas.
En efecto, los intelectuales bolivianos de la época de Belisario (entre fines del siglo XIX e inicios del XX), siguiendo al pensamiento lamarckiano relativo a la eugenesia, entonces muy en boga en América Latina, atribuían el atraso industrial del país, a la composición racial, mayoritariamente indígena, de su población.
No obstante, para d’Orbigny, las diferencias entre unos pueblos y otros no respondían a diferencias raciales, sino culturales. Veámoslo en sus propias palabras: “El americano –indígena– no está privado de ninguna de las facultades que poseen los otros pueblos; sólo le falta la oportunidad para desenvolverlas. Cuando esas naciones sean libres, mostrarán mucha más facilidad en todo género de actividad intelectual, y si hoy algunas de ellas no son más que la sombra de lo que han sido, ello se debe solamente a su posición social actual”.
Sin embargo, y contrariamente a lo ya instituido en Bolivia, aquellas nociones racistas inherentes a la elite de la mencionada época no siempre fueron hegemónicas. Según José María Dalence, como intelectual ligado al gobierno del mariscal José Ballivián (1841-1847) y autor del célebre Bosquejo estadístico de Bolivia (1851), los “indios”, no eran “ineptos” ni “inferiores” al “blanco” por naturaleza, y si lo parecían, tan sólo se debía a la escasa, o nula, formación escolar que habían recibido.
¿Fueron esas ideas de Dalence un resultado de la influencia intelectual de d’Orbigny durante su paso por Bolivia?, ¿en qué medida las ideas de Dalence fueron aceptadas en los ámbitos intelectuales y por sus conciudadanos en general?, y ¿cómo y cuándo decayeron en favor de la eugenesia lamarckiana? Todavía no lo sabemos a ciencia cierta.
El autor es economista, llamadecristal@hotmail.com
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