Educación a la boliviana
El concepto de educación siempre ha estado abierto a distintas interpretaciones y su comprensión está limitada por la formación de quien lo aborde, así, pedagogos y autoridades entienden de diferente manera a esta herramienta tan necesaria para el desarrollo. Mientras algunos consideran a la educación como un derecho básico, otros la reconocen como un instrumento de liberación gracias al cambio en el modelo educativo que pretendía democratizar la enseñanza. Y aunque no pueda acordarse un concepto general, todos los que debaten sobre la educación boliviana concuerdan en la importancia del estudio para el asegurar el desarrollo integral de los jóvenes.
Entre dimes y diretes sobresale la Ley N° 070, “Ley de la Educación Avelino Siñani - Elizardo Pérez” que en su resumen establece “que toda persona tiene derecho a recibir educación en todos los niveles de manera universal, productiva, gratuita, integral e intercultural, sin discriminación; que la educación constituye una función suprema y primera responsabilidad financiera del Estado; y garantiza la participación social y comunitaria de madres y padres de familia en el sistema educativo”.
Con estas palabras se inició la revolución educativa en 2010, actualmente, en 2021, afrontamos una nueva realidad donde una de las principales consecuencias del Sars-CoV2 (coronavirus) es el duro golpe que recibió la educación al frustrar una gestión entera que marcará por completo a la historia nacional. Del mismo modo se develó el gran problema de la educación boliviana que aún replica un modelo arcaico de enseñanza.
A una década de ser promulgada la Ley N° 070, las condiciones de los niños para acceder a un sistema educativo de calidad parecen no haber mejorado y mucho menos estar preparadas para la digitalización del aprendizaje.
Siguiendo el progreso de la educación y tecnología en el país, se debe mencionar el caso de la empresa estatal Quipus que desde 2013 produce equipos electrónicos. Fue una iniciativa innovadora que en su enunciado pretendía dotar de computadoras portátiles a los estudiantes de las unidades educativas fiscales y de convenio, sin embargo, su aplicación en la realidad demostró en su momento que; tanto estudiantes; como maestros, no estaban listos para iniciar una era educativa aplicando la tecnología informática.
Los gobiernos han fallado sin importar el partido o bando que ostente el poder, la dicha “responsabilidad financiera del Estado” no fue lo suficientemente competente. Para resguardar la salud de los niños y jóvenes del país, las escuelas y universidades han cerrado sus puertas dando paso a la educación a distancia, hecho que amplió más la brecha socioeconómica que, si antes frustraba el deseo de superación, hoy en día imposibilita el acceso al aprendizaje.
El mejor ejemplo es el de Rodrigo Canaviri, la historia de este niño se masificó al ser descubierto en una práctica de arqueros de San José donde él solía vender refrigerios para comprar un celular y acceder a las clases virtuales. Bolivia entera se conmovió con este suceso, y los gestos de cariño llegaron por parte de jugadores y población en general.
Sin embargo, esta es una de tantas historias similares en cuanto a necesidad de muchos niños y niñas cuyos padres no cuentan con los recursos necesarios para acceder a la educación digital que obligatoriamente requiere de un servicio de conexión a Internet y, por lo menos un smartphone. Existen voces que pocos escuchan y claman por ayuda: las herramientas digitales ahora son un lujo imprescindible para muchas familias que anhelan educación para sus hijos.
Como anécdota tragicómica podemos pensar en el panorama de los últimos años. Los maestros, en su mayoría, prohibían el uso de celulares en las aulas y ahora los celulares reemplazan a las aulas. ¿Cuántas mentes jóvenes con deseos de aprender se encuentran frustradas?
Es momento de dar las gracias a todos los gobiernos por la educación “a la boliviana”.
El autor es estudiante de comunicación social
Columnas de GABRIEL ANÍBAL LÓPEZ PEDRO