Potosí, otra efeméride en medio de conflictos
Una vez más, como aparentemente ya es una tradición, Potosí conmemora ayer su efeméride departamental en medio de una tensa relación con el Gobierno central. Sucedió en varias ocasiones durante la administración de Morales y sucede hoy, con otro presidente masista.
La diferencia de este año es que el conflicto que enfrenta a los potosinos con el oficialismo no concierne sólo a ellos, sino a todos los bolivianos y que las circunstancias revisten un cariz de violencia, en esa y otras ciudades de Bolivia, que oscurecen cualquier celebración.
Pero hoy —cuando los potosinos recuerdan la insurrección que hace 211 protagonizaran sus ancestros para sumarse al movimiento que desde Buenos Aires proclamaba la ruptura de los vínculos que hasta entonces los unían al Virreinato de Lima— como siempre los habitantes de Potosí saben bien que su tierra es universalmente conocida como símbolo de abundancia, pero saben también que hoy, igual que hace más de cinco siglos, esa riqueza sólo fluye ante sus ojos para beneficiar a gentes ajenas.
¿Pero será que esto es consecuencia exclusiva de factores externos? ¿o influye también una pertinaz visión de baja autoestima y elevada expectativa de lo foráneo?, lo que, evidentemente, es aprovechado para que los sucesivos inquilinos del Gobierno atiendan las demandas de esa región como si de favores se tratara.
No es fácil para Potosí ni para el Gobierno nacional —el actual como todos los anteriores— hallar una fórmula capaz de superar esa situación. Lejos de ello, y como si de una maldición histórica se tratara, Potosí sigue siendo una de las principales fuentes de ingresos para el erario público, pero sigue sin hallar la fórmula capaz de transformar esa riqueza en bienestar para sus habitantes. Es más, su Cerro Rico se desploma sin que el Estado intervenga para imponer las leyes que protegen ese patrimonio de la humanidad.
Tan traumática y conflictiva fue desde sus orígenes esa relación entre riqueza y pobreza que siempre fue difícil distinguir los límites entre lo que es historia y lo que es fábula, entre la realidad y la leyenda. Y aún hoy, cuando ya no se trata de pensar en el pasado sino en el presente y futuro de Potosí y, por consiguiente, de nuestro país, tales elementos se mantienen tan confusos como durante los últimos cinco siglos, tanto, que las riquezas minerales de Potosí —principalmente el litio— se prestan a tan fabulosas especulaciones como las que hicieron perder la cordura a muchos de quienes sucumbieron ante el brillo de la plata.
Con esos antecedentes, sumados a la actual coyuntura, no es difícil comprender por qué hoy, como todos los años, la conmemoración cívica potosina carece de los aires festivos que se suelen ver en otros departamentos.