Solo viendo la realidad se entiende
La realidad y la verdad son únicas. Ningún libro, medio ni ideología puede reemplazar la experiencia directa de observar in situ las condiciones reales de un país. Solo quien presencia los hechos puede comprender la magnitud de los problemas y la verdadera situación socioeconómica.
Durante los últimos seis meses, por motivos laborales, visité varios países. Uno de los casos más alarmantes es Cuba, donde la pobreza estructural contrasta con el desarrollo turístico de lujo. Mientras los cubanos perciben salarios inferiores a 30 dólares mensuales y carecen de supermercados tradicionales —reemplazados por tiendas en dólares exclusivas para turistas—, destinos como Varadero ofrecen servicios de alto nivel solo accesibles para visitantes extranjeros.
Tras más de seis décadas de régimen comunista, la población ha sido moldeada por un aparato de propaganda y represión eficaz. Habiendo visitado Cuba más de cien veces —incluso dos veces al día cuando operaban Lloyd Aéreo Boliviano y Aerosur—, puedo afirmar que la narrativa oficial no refleja la realidad. Aunque se culpa al embargo por las carencias, aliados como China o Rusia no enfrentan restricciones para comerciar. ¿Por qué, entonces, no abastecen la isla con alimentos y bienes esenciales? A esto se suma una crisis energética crónica que mantiene al país sin suministro eléctrico estable.
En Venezuela, la situación no es menos crítica. Pese a poseer las mayores reservas de petróleo del mundo, los ciudadanos hacen largas filas para conseguir combustible. En apenas tres años sin visitar el país, observé un colapso total: el régimen desmanteló la economía, saqueó los recursos y destruyó el aparato productivo. El salario promedio cayó de 600 a 200 dólares, el poder adquisitivo se desplomó y la inversión extranjera desapareció, generando desempleo y pobreza masiva. La atención médica gratuita, antes accesible gracias a convenios con países vecinos, hoy solo beneficia a argentinos y residentes legales.
En Argentina, el cambio de gobierno produjo un giro radical. Las administraciones anteriores sostenían una economía inflacionaria, basada en subsidios improductivos y clientelismo. Las calles estaban repletas de vendedores informales y personas en situación de calle. El nuevo gobierno eliminó subsidios excesivos, redujo la inflación, desarticuló los piquetes y comenzó a equilibrar las finanzas públicas. Aerolíneas Argentinas, que perdía un millón de dólares diarios, dejó de ser deficitaria. Aunque los precios subieron al retirarse los subsidios, se frenó el aprovechamiento de ciudadanos extranjeros que compraban alimentos subvencionados en la frontera. El salario promedio subió de 200 a 659 dólares, y la pobreza se redujo en un 15%.
Estos ejemplos demuestran que los modelos socialistas no solo no resuelven los problemas sociales, sino que agravan la miseria y destruyen la productividad nacional. Cuba fue pionera en América Latina en tener televisión a color, red telefónica y calles asfaltadas, además de contar con hoteles de lujo como el Hotel Nacional, frecuentado por figuras como Ava Gardner, Bob Hope, Frank Sinatra y Esther Williams. Hoy, un salario no supera los 87 dólares. Venezuela, antes una de las naciones más ricas, pasó de tener sueldos de 3.000 dólares equivalentes a solo 250 actuales. Esa es la realidad.
El autor es asesor aeronáutico
Columnas de Constantino Klaric